Natalia Pascual (neumóloga): "La tercera ola fue la más dura; veías familias enteras ingresadas"
Dos años de covid en Córdoba
El agradecimiento de los pacientes ha sido la mejor vitamina para "tirar para adelante"
Dos años de covid en Córdoba: la pandemia en primera persona
Natalia Pascual es neumóloga del Reina Sofía y durante la el primer año de la pandemia, hasta el final de la cuarta ola, centró sus funciones en la zona covid de hospitalización del centro sanitario; desde entonces, al reducirse la presión asistencial -y con unos protocolos ya más organizados-, su contacto directo con pacientes infectados se ha reducido a las guardias.
Aunque señala que "el recuerdo se va borrando porque el tiempo cura", si echa la vista atrás hasta la irrupción del virus SARS-CoV-2 revive "la incertidumbre y la inquietud de enfrentarte a algo que era desconocido; una sensación que se fue disipando y a día de hoy ha desaparecido por completo porque hemos normalizado que esté con nosotros y enfrentarnos a él". Un viaje que en aquella fase inicial dura tuvo el apoyo de toda la sociedad y "eso nos daba fuerzas", hasta el punto de que "es lo más importante que recuerdas al hacer balance".
Dejando claro que no ha tenido nunca "sensación de miedo o pánico" ante el covid-19, sino esa "inquietud solo al principio" ante lo desconocido que luego "fue desapareciendo porque "se fue normalizando y se hicieron rápido los protocolos", Pascual recuerda que en lugar de temor, la situación sirvió para "tirar para adelante como hiciera falta", al tiempo que la "experiencia" permitió ir conociendo "qué enfermos podían tener empeoramiento y acabar en la UCI, a los que adelantábamos el tratamiento y vigilábamos más".
Eso sí, la neumóloga admite que "a nivel personal" su momento más "duro" llegó con tercera ola, que irrumpió en enero de 2021, tras la Navidad: "Veías familias enteras ingresadas, y decir a un hijo que su padre había fallecido, y ese hijo morirse de pena porque también estaba grave, no podía despedirse... esa tercera ola fue la peor". "De lo desconocido de la primera ola, pasamos en esa tercera a vivir dramas familiares", insiste.
Etapas en las que siempre había un asidero para continuar en la lucha. Un respaldo que llegaba de forma primordial "cada vez que te daban las gracias por hacer nuestra obligación; todos los pacientes eran muy agradecidos, o al irse de alta te conocían a través de un conocido y eso te daba más fuerza para tirar para adelante".
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