Una dura despedida a Rocío

Unos 250 familiares y amigos de María del Rocío Torreras, de 30 años, se congregaron ayer, a las 18:00, en la iglesia de la barriada de El Higuerón para darle su último adiós a la joven asesinada el domingo a manos de su pareja sentimental, José Ángel Gallardo, de 34 años. Quizá el cielo encapotado de la tarde era la mejor metáfora que representaba la tristeza de los más allegados a la víctima, que con resignación y amargura recibían al féretro. El llanto de la madre y de los hermanos de María del Rocío no cesaba, ya que para todos era "incomprensible" que la joven saliera de su casa para compartir una jornada de domingo junto a la familia de su pareja sentimental y que "sin ningún motivo aparente" acabara con su vida de una forma tan cruel.

El dolor para la familia comenzó el domingo, sobre las 18:00, cuando les comunicaron que María del Rocío había sido asesinada cruelmente. Una de las hermanas de la joven llegó de forma inmediata al lugar donde minutos antes José Ángel se había precipitado desde una torreta de la luz a causa de una descarga eléctrica y que se encontraba al lado del lugar donde había cometido el asesinato. "Quiero saber si es mi hermana la que ha muerto, necesito que la policía me diga algo", insistía la joven totalmente consternada. Y finalmente sí que era ella, María del Rocío, que dejaba huérfanos a dos niños de cuatro y 10 años. Según los familiares que se concentraron a las puertas de la vivienda de la madre de la joven, José Ángel, habría decapitado a la chica y "sin ningún reparo ha ido a mostrarle su cabeza a su padre". Su ira aumentaba con el paso de las horas e insistían en que si el presunto asesino aún no había perdido la vida "nos encargaremos nosotros personalmente de que muera". Pero sobre las 22:00, él también perdía la vida en el Hospital Reina Sofía de Córdoba a causa de la descarga eléctrica que había sufrido y las lesiones provocadas por la caída. El duelo había comenzado temprano en el tanatorio de La Fuensanta. A las puertas, a mediodía, el padre de Rocío y uno de sus hermanos, Juan, conversaban con amigos y familiares entre la estupefacción y el dolor. "Él era un mierda, así de chiquitillo y delgado", comentaba el progenitor representando con un dedo la complexión física menuda del presunto asesino, conocido en el barrio como El Ratón. Hace 15 días, el padre se encontró por última vez con Rocío: "No noté nada raro. Si no, habría hecho lo posible para que la relación no continuara", comentó aún sorprendido por los acontecimientos trágicos de las últimas horas.

La relación apenas duraba un año, apuntó Juan, hermano de Rocío, quien dijo que la familia acogió el noviazgo con normalidad. "Eran como muchos otros jóvenes", sentenció otra familiar antes de pedir respeto y de quejarse por la falta de información. "Nos estamos enterando de lo que pasó por los medios de comunicación", lamentaron. El duelo se vivió en el tanatorio en la más estricta intimidad por petición de los allegados, mientras políticos de todos los partidos condenaban unánimente el enésimo asesinato machista. La mujer deja dos hijos de cuatro y 10 años, que quedarán bajo el cuidado de familiares. La delegada para la Igualdad y el Bienestar Social, Silvia Cañero, descartó ayer que la Junta de Andalucía vaya a declarar el desamparo de los menores.

El sepelio del presunto homicida tuvo lugar, a partir de las 17:30, en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de la barriada periférica de Villarrubia. Los padres de José Ángel y sus hermanos entraban cabizbajos a la parroquia sin querer comentar nada más sobre la "locura" que había cometido el día anterior el joven. "No tenemos fuerzas para hablar nada más", insistió el padre del presunto agresor, mientras que la madre, con lágrimas en los ojos, pedía respeto para la familia. "Esto esta siendo muy duro para nosotros, por favor entendednos", aseguró. Los vecinos que se concentraron en el lugar aún se preguntaban el porqué había decidido cometer "tal atrocidad".