"¿Con tu edad, qué esperas?": el edadismo en la Atención Primaria
Tribuna universitaria
Los mayores se enfrentan con frecuencia a un diseño del sistema sanitario que desatiende sus necesidades específicas, perpetúa su exclusión y reduce su calidad de vida
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Miradas ancladas en estereotipos y prejuicios cercan el acto de envejecer, entrelazándolo con la invalidez. No pocas veces es el propio círculo cercano quien cuestiona la valía de la persona mayor, silenciando su voz y su derecho a expresarse. Si a ello añadimos la hostilidad que emana de una sociedad ultracompetitiva -con sus instituciones, normas y equipos-, que la persona mayor de edad percibe como un territorio inhóspito y opresor, el anhelo de ser escuchado y de participar en su propio cuidado se fractura bajo el peso de una doble desventaja: la marca de la vejez y la carga de la enfermedad.
Esta atmósfera no solo evidencia la desigualdad y la injusticia social, sino que intensifica el desequilibrio de poder en el que se ve atrapado. Entre los prejuicios más arraigados en nuestro imaginario colectivo destaca el que asocia la vejez con la incapacidad y la enfermedad, negando el carácter natural e ineludible de esta etapa de la vida. Además, en el propio interior de las personas mayores -modelado por una educación, una cultura y un tiempo históricos concretos- perviven concepciones que lo conducen a otorgar al equipo sanitario una autoridad casi absoluta, perpetuando de este modo su rol pasivo frente a la enfermedad.
El edadismo, definido como la discriminación basada en la edad, representa una barrera importante para lograr una atención centrada en la persona mayor. Este fenómeno no solo limita el acceso y la calidad de los servicios de salud, sino que también afecta la percepción que los mayores tienen sobre sí mismos, minando su autoestima y participación en decisiones clave sobre su cuidado.
El impacto del edadismo en la atención sanitaria
En uno de los estudios cualitativos producto de mi tesis doctoral y realizado en Córdoba, publicado en Geriatric Nursing, exploramos cómo el edadismo afecta la relación entre pacientes mayores y profesionales sanitarios. Las entrevistas realizadas a mujeres mayores de 65 años que vivían solas revelaron experiencias recurrentes de exclusión en las consultas de atención primaria. Estas experiencias incluyeron la omisión de sus preferencias, la percepción de falta de tiempo y respuestas mecánicas por parte del personal sanitario, lo que deterioraba la confianza en el sistema de salud. Un ejemplo relevante es el testimonio de una paciente que solicitó reiteradamente la visita de un trabajador social o enfermera a su domicilio debido a sus limitaciones para desplazarse, pero sus demandas no fueron atendidas: "Mi problema es que vivo sola. Y no obtengo ninguna solución para eso. Les he pedido varias veces que me ayuden, pero no pasa nada. Nadie escucha".
La falta de tiempo también fue un tema recurrente. Muchas participantes señalaron cómo los profesionales parecen apresurados, lo que les impide expresar sus necesidades completamente: "Las últimas dos veces que fui [al centro de salud], pedí [al personal sanitario] que revisaran mi azúcar. Me dijeron que no podía porque no tenían tiempo. Esto me ha pasado varias veces".
Además, algunas describieron interacciones en las que el profesional sanitario mostraba una actitud impositiva, sin considerar las rutinas o preferencias del paciente: "Fui al médico, y me dijo que debía tomar estas pastillas. Le expliqué que no podía porque no me iban bien, pero no me escuchó. Le insistí, pero no cambió de opinión".
Asimismo, algunas pacientes señalaron cómo las barreras físicas, como problemas de movilidad, dificultan aún más el acceso a los servicios de salud: "No puedo caminar bien, así que no salgo de casa. No voy al médico porque no puedo moverme".
Un hallazgo destacado del estudio fue la relación entre la percepción del edadismo y el mal uso de los servicios de salud. Muchas participantes evitaron revisiones periódicas por sentir que no serían atendidas adecuadamente, recurriendo en su lugar a estrategias como la automedicación: al internalizar estereotipos negativos sobre el envejecimiento, desarrollaban una autoimagen debilitada que contribuye a su retraimiento en la búsqueda de atención: "Solo voy cuando es algo serio. Por lo demás, me apaño sola".
Este comportamiento, aunque “funcional” a corto plazo, puede exacerbar problemas crónicos y reducir la eficacia de las intervenciones sanitarias cuando finalmente se busca atención médica.
La influencia de los profesionales sanitarios
El análisis de las entrevistas también reveló que los profesionales sanitarios desempeñan un papel central en la perpetuación o mitigación del edadismo. Comentarios como "con su edad, ¿qué espera?" o interacciones caracterizadas por la falta de escucha activa contribuyen a un desequilibrio de poder que afecta negativamente la relación terapéutica.
Este desequilibrio, señalado en los testimonios, refleja una dinámica en la que los mayores son vistos como receptores pasivos de cuidado en lugar de agentes activos en su salud. Sin embargo, también se observó que las intervenciones centradas en la persona pueden marcar una diferencia significativa. Las pacientes mayores que experimentaron empatía, escucha activa y comunicación clara por parte de los profesionales reportaron una mayor disposición a participar en su cuidado. Esto subraya la importancia de adoptar enfoques centrados en la persona para contrarrestar el impacto del edadismo.
Reflexión final sobre las barreras estructurales y laborales
Estos testimonios evidencian que el edadismo no solo se manifiesta en la interacción profesional-paciente, sino también en un diseño estructural del sistema sanitario que desatiende las necesidades específicas de las personas mayores, perpetuando su exclusión y reduciendo su calidad de vida. Sin embargo, es importante subrayar que estos resultados no son generalizables, ya que reflejan experiencias concretas de un grupo de personas mayores entrevistadas. Además, este análisis no puede ignorar las condiciones laborales muchas veces precarias a las que se enfrentan los profesionales sanitarios: carga laboral excesiva, falta de personal y recursos insuficientes para atender adecuadamente a los pacientes. Estas circunstancias, que también destacamos en el estudio, contribuyen al entorno que perpetúa prácticas asistenciales deficientes, señalando la necesidad de abordar tanto las barreras estructurales del sistema como las actitudes individuales hacia los mayores.
*Pablo Martínez-Angulo es investigador postdoctoral de Investigación Interdisciplinar en Análisis del Discurso. Personal Docente e Investigador del área de Enfermería de la UCO. En Instagram, su perfil es @filocuido
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