Los efectos de la pandemia en el sueño: ¿por qué dormimos peor?
Sanidad
Un buen descanso nocturno repercute en nuestra salud y ayuda a las defensas a protegernos de posibles infecciones
El Hospital Reina Sofía trata a unos 7.100 pacientes por trastornos del sueño y cada año llegan alrededor de 500 nuevos casos
La calidad de nuestro sueño repercute en nuestro día a día y también en la salud que tendremos en un futuro. Dormir más ayuda a las defensas inmunológicas del cuerpo a protegerse de posibles infecciones, de ahí que en esta época de pandemia sea aún más importante mantener un descanso nocturno regular para estar preparados frente a un posible contagio de coronavirus.
Esta semana se ha celebrado el Día Mundial del Sueño bajo el lema "Sueño regular para un futuro saludable" con el que se hace referencia "a la importancia de lograr un sueño regular, estable, de al menos siete u ocho horas nocturnas, para mantener nuestra salud física y mental", explica el responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Reina Sofía, Bernabé Jurado.
La aparición hace poco más de un año de la pandemia del covid-19 "no tiene precedentes y ha repercutido desfavorablemente en la sociedad y en lo personal", incluido en el sueño. Por eso, los especialistas subrayan que dormir bien es "fundamental para controlar nuestro comportamiento y disminuir los efectos de la pandemia en nuestra salud".
Al respecto, el doctor Jurado destaca que "es importante lograr un sueño saludable, lo que nos permitirá mantener nuestras defensas inmunológicas, controlar el estrés y disminuir la probabilidad de que se cronifiquen algunos trastornos del sueño, como es el caso del insomnio". En resumen, "vivir mejor ahora y asegurar un futuro saludable", puntualiza.
El neumólogo del Reina Sofía señala que cuando se han realizado encuestas para conocer las causas principales que producen trastorno del sueño las más frecuentes son el estrés y los problemas relacionados con la salud. "Es indudable que ambas circunstancias han aumentado durante la actual pandemia", incide.
En ese sentido, resalta que "la carga emocional negativa en la que estamos inmersos derivada de la evolución económica, la pérdida o miedo a perder el puesto de trabajo o, lo peor, la pérdida de seres queridos, la falta de comunicación con la familia o con los amigos, son aspectos que crean mucha incertidumbre, que se ve reflejada en trastornos de ansiedad o depresión y, por tanto, en trastornos psicógenos que alteran la calidad del sueño". El principal de ellos es el insomnio, que se trata desde Atención Primaria.
Por otro lado, también entran en juego aspectos relacionados con los ritmos biológicos. En ese caso, ha afectado de forma negativa la alteración de los hábitos y la disminución de "estímulos externos". Primero fue el confinamiento y luego el teletrabajo ha obligado a muchas personas a permanecer en casa durante mucho tiempo, lo que "ha mitigado el efecto natural de los sincronizadores externos como son los cambios de temperatura, la luz y el ruido", los principales factores ambientales que facilitan dormir o estar despiertos, según explica el doctor.
Es decir, aunque la comunidad científica no ha descrito un trastorno específico provocado por el coronavirus, la pandemia ha afectado a nuestro sueño de diferentes maneras.
Jurado apunta que el insomnio es la alteración más frecuentemente descrita en la población general, pero cuando está ligado a trastornos de ansiedad, "curiosamente afecta más a las personas jóvenes, probablemente por una mayor preocupación de cara al futuro y una peor gestión del estrés de la pandemia".
Por otro lado, en los casos de enfermedad grave por coronavirus en los que ha sido necesario el ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), "se han descrito muchas alteraciones del sueño, aunque nuevamente es el insomnio el más frecuente, y en el contexto de una enfermedad que afecta globalmente a muchos órganos".
El trabajo en la Unidad del Sueño
La pandemia se ha notado en la Unidad del Sueño del Reina Sofía en varios sentidos. Por ejemplo, la dificultad en el movimiento de las personas durante el período de confinamiento causó una "imposibilidad real de que los pacientes pudieran acceder a las revisiones", asevera Jurado. Esto se observó, sobre todo, en personas mayores, más dependientes de los familiares para poder desplazarse. Por otra parte, había que evitar aglomeraciones que pudieran posibilitar el contagio de los pacientes y sus familiares, así como del personal sanitario.
En esta unidad se han adoptado las medidas generales contra el covid-19 y, aparte, se han tomado otras específicas como las consultas telefónicas llamando al propio paciente o al familiar más directo, lo que "nos ha permitido conocer el estado de salud de nuestros enfermos y resolver muchos problemas".
Por otra parte, la Unidad del Sueño ha disminuido el diagnóstico en el hospital en favor de estudios domiciliarios. Hay que tener en cuenta que para descubrir muchos de estos trastornos es necesario dormir una noche en el centro hospitalario y estar sometido a un control con aparataje.
Debido al covid, se han creado "circuitos diferentes" y en la mayoría de las pruebas a los pacientes "se les ha puesto el polígrafo (dispositivo para estudiar la existencia de apneas durante el sueño) en el hospital y posteriormente han dormido en sus casas". En definitiva, el neumólogo resalta que han aumentado mucho el diagnóstico en el domicilio y "esta práctica la mantenemos actualmente con buenos resultados".
En la actualidad, la unidad mantiene tratamiento específico a aproximadamente 7.100 pacientes. Cada año llegan en torno a 500 enfermos nuevos. La media de estudios realizados en los últimos años se aproxima a unas 900 pruebas, aunque en 2020 ha disminuido por el covid.
Los trastornos más frecuentes
Los problemas que más frecuentemente estudian los profesionales de la Unidad del Sueño son los relacionados con los trastornos respiratorios. Su responsable explica que muchos trastornos específicos, como el caso del insomnio o el síndrome de piernas inquietas "tienen un diagnóstico clínico y la polisomnografía (prueba de referencia en estudios de sueño) se indica en raras ocasiones". Sin embargo, en algunas enfermedades neuromusculares, como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), los síntomas respiratorios pueden manifestarse precozmente mientras la persona duerme.
No obstante, el trastorno más frecuente estudiado por este equipo del Reina Sofía es la apnea obstructiva del sueño. El doctor puntualiza que esta enfermedad se observa en un 6% de la población general, aunque entre los 40 y los 65 años aumenta hasta un 20%. Por tanto, "afecta a población activa y tiene una gran repercusión negativa sobre la salud" porque "no debemos olvidar que la persona que no duerme bien, vive peor".
La apnea consiste en interrupciones en la respiración durante el sueño debido al cierre de la vía respiratoria superior (fosas nasales, boca, faringe y laringe). En esas pausas -que pueden durar desde unos segundos hasta dos minutos y llegar a producirse 30 o más veces a la hora- el aire no llega a los pulmones. Cuando la persona vuelve a respirar, es habitual que emita un ronquido.
En este sentido, el especialista recuerda que dormimos aproximadamente un tercio de nuestra vida y, en caso de apnea, en una noche pueden aparecer entre 200 y 300 paradas respiratorias. "No hablamos de ronquido, nos referimos a que la importancia de la enfermedad deriva de un punto clave para la vida que es el oxígeno", asevera.
Las consecuencias de la apnea
Con la apnea, el sueño no es de calidad, por lo que aparece somnolencia diurna y disminución del estado de alerta, lo que aumenta el riesgo de sufrir accidentes de tráfico o durante el trabajo, menor rendimiento laboral… En definitiva, la persona tiene una menor capacidad de concentración y la sensación de no haber dormido.
Por otra parte, las paradas respiratorias se acompañan de una disminución muy importante en el oxígeno. Por tanto, añade el doctor Jurado, "repercute en muchas enfermedades vasculares". Entre las más frecuentes están el ictus, las arritmias o el infarto de miocardio. "El pronóstico de estas patologías empeora si durante el sueño hay falta de oxígeno y pueden aparecer algunas complicaciones graves, como crisis hipertensivas nocturnas, hemorragia cerebral e incluso muerte súbita", manifiesta.
El sedentarismo, un factor de riesgo
La apnea del suelo se observa más en personas obesas, con hipertensión, es más frecuente en hombres y aumenta con la edad. Los pacientes suelen acudir porque sus parejas escuchan una especie de ronquido, pero "lo que más llama la atención y les preocupa es que ese ronquido está entrecortado por las paradas respiratorias".
El neumólogo del Reina Sofía resalta que en la sociedad actual, el mayor aumento de los trastornos respiratorios se está produciendo en las apneas durante el sueño que están muy relacionadas con el incremento de la obesidad y el sedentarismo.
La forma de evitar esta patología es mediante un control de la nutrición y el aumento de ejercicio, que además "reduce el estrés, mejora el estado de ánimo y la calidad del sueño". Por tanto, "es un excelente antídoto para mejorar la salud, incluido la calidad de sueño", concluye Jurado.
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