“Los golpes que te da la vida duelen más que los que te llevas en un ring”

Entrevista al ex boxeador José Luis Navarro, 'El Cazador'

Doble campeón de Europa y cuatro veces del Mundo Hispano, El Cazador ha sabido rehacer su vida de nuevo en torno a un deporte del que espera aún muchas alegrías por parte de su hijo

José Luis Navarro posa en el ring de su gimnasio, El Cazador Boxing Club. / Miguel Ángel Salas

En apenas un mes se cumplirán tres décadas de que un cordobés del barrio de Ciudad Jardín hiciera su aparición en un ring para poner poner patas arriba el mundo del boxeo. Ese 1993, con solo diez combates a sus espaldas, José Luis Navarro Rivas (Córdoba, 1965) ya era campeón de España, primer paso de una exitosa carrera que le llevó a acumular cuatro títulos del Mundo Hispano y dos de Europa. Cuatro años después, el 15 de febrero de 1997, El Cazador, apodo que cariñosamente le puso Poli Díaz, con el que hizo amistad en esos largos días en Madrid, cerró su carrera profesional tras una dolorosa derrota con el ruso Pestryaev, la segunda de un balance espectacular, con 25 victorias, todas antes del límite. Una costumbre que parece marca de la casa, pues es el camino que lleva su hijo Pepe (El Cazador Jr.), que suma ya siete triunfos, todos por KO, para ponerse en el camino de ser “el ídolo” que necesitan Córdoba y el país para reengancharse a un deporte “noble”, alejado de los tópicos que muestran “las películas antiguas”.

–Si echa la vista atrás, ¿qué es lo primero que se le viene a la cabeza de aquellos años?

–Que la vida pasa muy rápido. Pero también recuerdo aquel primer título europeo que me catapultó a nivel mundial, me puso el número 4, y me dio la oportunidad de hacer cosillas importantes, aunque la pena fue que se fue la televisión justo cuando me proclamé campeón. Si no se hubiera ido, hubiéramos hecho más cosas sin tener que depender de promotores externos a los de España.

–Pasado el tiempo quedan detalles de una carrera peculiar, corta y con unos números bestiales.

–Tuve que ir rápido porque mi vida deportiva fue consecuencia de una lesión que tuve en la rodilla con 17 años. Yo quería ser futbolista, pero un accidente de circulación impidió que pudiera serlo y seguí practicando boxeo, que ya lo hacia para ponerme más fuerte. Al tener que dejar el fútbol, decidí recuperarme de esa grave lesión a través del boxeo, para poder hacer una vida normal, ya que estuvieron a punto de amputarme la pierna. Así me puse muy fuerte y empecé a competir.

–Casualidades, porque a veces en la vida hay que saber convertir los problemas en oportunidades.

–Yo siempre digo que pedí ser campeón y Dios me mandó ese accidente, a través del que me puse muy fuerte, y siendo tan fuerte pude ser campeón. Las cosas en la vida pasan siempre por algo. Me lo tomé con esa filosofía y me ha ido bien. Aquel accidente me permitió ponerme muy fuerte y eso me ha servido luego, a lo largo de la vida, para soportar momentos complicados que me han venido.

–Hay quien conoce lo de la lesión, pero hay un paso intermedio y menos conocido que es su paso por el boxeo olímpico, que le provocó la frustración de no estar en Barcelona’92.

–Bueno, la verdad es que yo en el boxeo amateur, no sé si sería por mi lesión, no tenía ese boxeo tan alegre y explosivo; yo soy más paraíto, más profesional. Y el hecho de no llegar a las Olimpiadas me supuso un gran chasco porque me tiré tres años y medio en el equipo nacional, boxeé con mucha gente, pero no tenía esa chispa ni esa confianza con la gente que me llevaba, y por eso creo que no llegué a Barcelona 92. Subía casi siempre sin motivación, pocos combates los hacía con motivación.

El Cazador, con la guardia alta ante un espejo. / Miguel Ángel Salas

–Acabó tan frustrado que decidió colgar los guantes tras aquella experiencia hasta que…

–Hasta que un día estaba en mi casa, no tenía trabajo, como le pasa a muchos deportistas en esa vuelta a la realidad, y vi el programa ese que había de Pressing Boxeo en Telecinco, y veía a compañeros que boxeaban de profesionales ya y pensaba si a todos estos le gano yo. Entonces recordé que cuando me proclamé campeón de España amateur, (Ricardo) Sánchez Atocha me dio una tarjeta por si decidía pasarme algún día al profesionalismo, una tarjeta que metí en la mochila y no tuve en cuenta hasta ese día, cuando empecé a maquinar cambiar mi vida. Lo llamé, se lo dije, tiré para Madrid y empecé mi carrera. Empecé a entrenar muy fuerte, muy duro, comencé a ganar combates, conocí a Poli Díaz, hice sparring con él y lo noqueé…

–La importancia de saber cambiar el chip, de resetear.

–En mi caso todo tiene como origen aquel accidente, pues a partir de ahí me hice fuerte para todo en la vida, y eso me ha ayudado a sobrellevar con normalidad otros momentos malos que he tenido.

–Todo eso hizo que llegara muy tarde al boxeo profesional.

–Sí porque nunca pensé que iba a ser boxeador profesional hasta aquel momento. Pensé en ir a las Olimpiadas como un reto personal por lo de la rodilla, porque me llegaron a decir que no volvería a correr. Mi objetivo era ir a esos Juegos, pero no llegué y tuve que cambiar el chip.

–Aquella fue una de las épocas doradas del boxeo en España, con muchos púgiles y muy buenos, pero desde entonces y especialmente ahora todo es muy distinto, desgraciadamente.

–Eso es porque no hay un ídolo local, que si apareciera ya haría que la gente se volviera a interesar por el boxeo. Pero es que si no hay ídolos, no hay televisión, no hay medios de comunicación que atiendan a esos deportistas, y así te vas perdiendo.

"El boxeo es un deporte noble y muy sacrificado; la mala imagen viene de las películas antiguas, en blanco y negro”

–¿Pudiera influir esa mala fama que tiene el boxeo desde fuera?

–Hay gente que lo ve como dos tíos que se suben a un ring a pegarse, pero la realidad es otra; el boxeo es un deporte noble, muy sacrificado, que te pone muy fuerte físicamente… Creo que la mala imagen del boxeo viene de las películas antiguas, en blanco y negro, donde el boxeador siempre acaba sonao, arruinado, pero la realidad no es así, pues va con la personalidad de cada uno. Yo he tenido momentos arriba, momentos abajo, pero he tenido una familia que me ha ayudado; todo está en la educación que haya tenido cada persona.

–Es igual como esa relación con la clase social baja, humilde.

–Antiguamente era así, pero hoy en día no. Hoy practica boxeo cualquier persona, porque como deporte para estar físicamente bien es de los más completos, aunque de forma profesional es distinto.

–Permítame comentar otro tópico: ¿es cierto que competir fuera es empezar perdiendo?

–Claro. Sin ir más lejos, yo cuando perdí el título de Europa por primera vez, lo hice porque estaba fuera de España, porque aquí no me hubieran parado el combate, pues el franco-zaireño –en alusión a Valery Kayumba– estaba ya frito. Pero tenía la baza mía de que tenía el ojo muy inflamado, y los promotores mandaron a los médicos para arriba, y me mandaron para casa. Estando fuera, lo tienes todo en contra: los médicos, el público, los árbitros…

–Fue su primera derrota, luego vino una segunda y última, también por el Europeo, que supuso el fin.

–Al margen de que me costó dos años volver a pelear por el título, fue un combate muy duro, tuve un hematoma en el cerebro tras un golpe en el oído y terminé ingresado hasta que se disolvió, aunque nunca perdí el conocimiento. Tenía ya 32 años, ya no tenía ilusión, y decidí colgar los guantes y venirme para Córdoba y quedarme aquí tranquilito.

–Eso le dejó una espinita: no pelear por el título mundial.

–Sí porque esa pelea con el ruso era eliminatoria para hacer el Mundial. Ese era mi objetivo, ya que no había ido a las Olimpiadas. Mi objetivo era ser campeón del Mundo, porque de hecho cuando gané el Europeo me alegré, pero no mucho porque tenía un objetivo mayor. Era el camino que había que coger para llegar al objetivo final. Y eso es algo que ahora digo a mi hijo, que cuando gane un combate tiene que seguir entrenando porque los rivales van a ser iguales o más complicados.

Navarro, posando para la entrevista con 'El Día'. / Miguel Ángel Salas

–¿Han sido estos de los que hemos hablado los golpes más duros que ha recibido?

–No, los golpes de la vida siempre son más duros, y más cuando no los esperas. Cuando los ves venir, puedes prepararte, pero cuando de un día para otro te llega…

–Perdón por el atrevimiento, pero ¿le han dado muchos palos así?

–Bueno, a mí lo que me hizo fuerte de verdad fue la rodilla, porque a partir de ahí ya nada me ha podido afectar tanto. Por ejemplo, cuando terminé mi carrera deportiva, me colocaron en el área de Deportes de la Diputación como reconocimiento a mi trayectoria, me tiré 14 años y siempre me dijeron que iban a sacar mi plaza, que me iban a ayudar a que estuviera ahí, pero llegó otro grupo político, otro diputado, no contó conmigo y después de 14 años me echaron a la calle. Eso fue también un palo que no me lo esperaba ya con cuarenta y tantos años, pero volví a coger los guantes y volví a dar clases por los gimnasios para ganarme la vida.

–¿Ha echado en falta el reconocimiento de la ciudad?

–No, eso lo tengo todavía. Es increíble que después de tanto tiempo me saluda la gente, siempre me echan una mano, me piden autógrafos, fotos… después de 30 años ya de todo esto. A los de arriba, a los políticos, nunca les he echado cuentas, nunca, porque sé que los héroes son como estiércol para las moscas, cuando estás fresco, todos se arremolinan a tu lado, pero cuando te secas, se piran todos. Eso lo leí una vez en el libro de Sinuhé, el egipcio, y se me quedó grabado, pero luego en la vida real ha sido así. Cuando era campeón de Europa me llamaba un montón de gente, y cuando perdí el título, ya no se acordaron de mí para nada.

"El reconocimiento de la gente todavía lo tengo después de 30 años; a los políticos no les he echado cuentas nunca”

–Hablando de golpes, ¿duelen los que le pegan a su hijo?

–Ahora me cago (risas) y antes no le echaba cuentas, porque sabía que estaba fuerte y los veía venir. Ahora duelen mucho más. Aparte de eso porque la categoría en la que Pepe milita, que ya es importante, los golpes son bombas. Pero de momento él está entrenando muy bien, está fuerte, pero cuando le pegan, a mí me asusta.

–Por suerte está en manos del mejor (Ricardo Sánchez Atocha).

–La verdad es que Ricardo maneja muy bien a los chicos cuando creen en su proyecto. Hay compañeros que no creen en él y no entrenan como quiere; hay que entrenar, entrenar, entrenar, sin despistarse, para poder llegar a algo. Él maneja muy bien a la gente, y si entrenas y haces lo que dice, podrás lograr grandes metas, y Pepe lo está haciendo, como yo lo hice.

–Al final todo es sacrificio para alcanzar esas metas.

–Totalmente, día tras día. Pepe está en Madrid, sin un duro, viviendo en una habitación de cuatro metros por tres. Se levanta todos los días a las 05:20, coge el metro para ir donde queda con Ricardo para correr, luego al gimnasio, a comer, y por la tarde otra vez, para completar tres entrenamientos. Así lleva todos los días durante un año.

–Trabajo oscuro que luego se refleja en sus resultados en el ring.

–Claro. De hecho, también hay quien piensa que le ponen rivales muy fáciles, pero es que Pepe está en otra liga absolutamente superior. Pepe está a años luz de muchos de los rivales que ha tenido, porque está ahí, centrado. Si le ponen un rival que lleve 70 peleas, 40 ganadas y 30 perdidas, y él que lleva siete nada más, lo hace monigotes porque en cuanto le pegue el primer palo, se arruga.

–¿Dónde está focalizado ahora?

–En el título de campeón de España, que es el primer paso, aunque sé que él está pensando ya en el Mundial, como yo lo estaba. El de España y el de Europa son títulos que tienes que hacer, pero sé que tiene las miras puestas en pelear por ser campeón mundial. Pero ahora mismo lo veo formándose para las grandes citas que tienen que llegar, quizás cuando tenga 24 o 25 años, porque tampoco tiene mucha experiencia porque solo tiene siete combates y de amateur hizo 14 solo.

"Pepe (su hijo) tiene las ideas súper claras: quiere ser boxeador, campeón del Mundo y llevar a Córdoba por el mundo”

–Pinta bien… ¿quizás sería la opción de hacer realidad su sueño?

–Por supuesto. Porque él de chico ya quería ser campeón del Mundo. Con los estudios ha sido siempre muy malo y yo me enfadaba con él, y cuando lo ponía negro ya, cogía la mesa y tiraba todos los lápices y todos los libros, y me decía papá, yo para qué quiero estudiar si yo voy a ser campeón del Mundo de boxeo. Lo ha tenido siempre súper claro. Aunque yo nunca he querido que fuera boxeador, él llegaba con los guantes y me decía que le pusiera las manos siempre. Yo no le echaba ni cuentas, pero al final el tío se ha ido metiendo y ahí está.

–Hablábamos antes de que hacía falta un ídolo. ¿Y si fuera él?

–Yo estoy convencido de que puede serlo, porque más que él no está trabajando nadie ahora mismo. Él tiene las ideas súper claras de que quiere ser boxeador, quiere ser campeón del Mundo, quiere ganar mucho dinero y quiere llevar el nombre de Córdoba por todo el mundo. De hecho, ahora ha empezado a ponerse la camiseta del Córdoba CF y dice que la va a llevar a todos lados.

–Su confirmación sería el empujón para volver a colocar el boxeo en un sitio prioritario.

–Está claro. Pero es lo que tiene el boxeo, que es muy ingrato, porque el sacrificio es muy grande y el reconocimiento es muy poco, aunque al menos tienes el de la gente, y eso hace que ya valga la pena. Ahora lo importante es que Pepe se centre y vaya muy bien, para que así la gente se sienta orgullosa de tener un cordobés llamando a las puertas de las grandes citas.

El boxeador lanza un golpe de izquierdas a la cámara. / Miguel Ángel Salas

Vuelta al ring como ‘profesor’ en el gimnasio que lleva su nombre

El pasado 15 de noviembre, José Luis Navarro celebró el primer aniversario de la apertura de su gimnasio, que lleva por nombre El Cazador Boxing Club, y que se sitúa en el polígono de Chinales (avenida de Chinales, 29B). Un tiempo en el que ha captado a casi medio millar de cordobeses que han elegido el boxeo y la maestría del ex campeón de Europa para ponerse en forma. "El boxeo se está convirtiendo en un deporte que te pone físicamente muy bien y así lo está aceptando la gente. Al gimnasio viene gente de todas las edades, género y clases sociales, y los resultados son muy buenos, porque también aprendes una actividad muy aeróbica, mucha técnica, y eliminas mucho estrés y peso", explica el veterano cordobés, que describe los objetivos que busca con sus usuarios: "Yo sobre todo construyo personas fuertes, porque son entrenamientos muy intensos, donde la gente acaba cansada, pero luego lo agradece en su día a día, cuando ven que están más ágiles y son capaces de soportar situaciones que antes les costaba un mundo y ahora pueden hacer sin problemas".

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