El parqué
Nicolás López
Tono mixto
Entrevista a la portavoz del Grupo Asesor del Coronavirus en Andalucía
El último año y medio de la doctora Salcedo ha sido el más intenso de su larga trayectoria, ya que el covid y los trabajos en el Grupo Asesor del Coronavirus en Andalucía, del que es portavoz, han centrado su actividad, sin dejar su labor como Jefa del Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba.
–¿Cuántos años de profesión ya?
–Muchos. Desde que terminé la carrera y el MIR no he parado de trabajar ni un solo día, así que llevo activa mucho tiempo, desde el 89.
–Todo lo que me diga podrá ser utilizado en su contra.
–Pues entonces espero que se porte bien conmigo.
–¿Cómo está y cómo estamos en Andalucía con esto del covid?
–Yo estoy satisfecha de la labor realizada y de la que vengo realizando, aunque estamos muy cansados, evidentemente. ¿Qué cómo estamos? Pues mucho mejor que al principio, porque empezamos dando palos de ciego. Es verdad que en Andalucía nos adelantamos, pero sin olvidar que nos pilló a todos de sorpresa y jamás pensamos que íbamos a vivir una pandemia como esta.
–Eso quiere decir que cuando echa la vista atrás se dijo alguna que otra tontería respecto al covid, más por desconocimiento que por otra cosa.
–Sí, todo el mundo estaba aprendiendo al principio de la pandemia. Lo que sí es verdad que yo no veo razonable es que una vez que ya se han comprobado determinadas evidencias se sigan cometiendo errores, y nosotros en Andalucía siempre hemos ido un poco por delante y nos ha ido bien. Pero siempre le hablo en una situación de pandemia.
–Es usted la portavoz del Grupo Asesor y por tanto habla en nombre de un gobierno. ¿Eso la convierte en política?
–Bueno, no. El portavoz del gobierno es Elías Bendodo, yo soy la portavoz de un grupo de expertos. Soy una profesional de la salud pública y lo que digo siempre va acorde con la evidencia científica. Lo que ocurre es que coincide con las decisiones que adopta el gobierno porque está asesorado por nuestro grupo.
–Le digo esto porque ahí tiene el ejemplo de Fernando Simón, que aunque es un técnico es también la cara de un gobierno. No sé si esto incomoda a los especialistas.
–El presidente de la Junta de Andalucía ha dicho en ocasiones que algunas decisiones que se han adoptado en el comité de expertos, a priori, él no las compartía, pero que se ha dejado asesorar por nosotros. Y esa es la realidad. Yo siempre he opinado libremente como profesional de la salud pública.
–Pero no me negará que en la comisión no todo ha ido rodado, sino que habrá habido tensión.
–Lo que ha habido es debate. Porque la decisión sobre la salud pública estaba muy argumentada y luego había otros factores, como el de la economía, que también tienen sus razones. Y conjugar todo es importante, porque yo siempre he dicho que las diferencias económicas y las desigualdades sociales son también un problema de salud pública. Confinarse en un chalet aislado y en plena naturaleza no es lo mismo que hacerlo en un piso pequeñito con un número de determinado de personas. Eso afecta a la salud.
–O sea, que en alguna ocasión ha tenido que llamar a capítulo a los miembros de la comisión.
–No, porque tenemos una Dirección General de Salud Pública muy potente, con un crecimiento importante de recursos en el servicio de vigilancia epidemiológica en el que todos estamos implicados de alguna manera y ha funcionado muy bien. Hemos tenido agilidad a la hora de compartir datos para detectar los casos y brotes y lo seguimos haciendo. Por eso tenemos guardias todos los días y los fines de semana. Eso permite tomar decisiones.
–Si el consejero de Salud, Jesús Aguirre, no fuera médico...
–Ha sido una ventaja. Es un médico que además conoce la Atención Primaria, que tiene una sensibilidad especial con ella y con la salud pública y con un área potente como le comentaba antes. Es una ventaja para nosotros, evidentemente. Aunque no es imprescindible para el cargo, conocer de primera mano los centros sanitarios es positivo.
–¿Cuántas veces se ha echado las manos a la cabeza cuando ha visto en los medios determinadas opiniones sobre la pandemia y sobre lo que había que hacer?
–Pues muchas, porque de repente aparecían expertos como setas. Todo el mundo era epidemiólogo, experto en pandemias y la verdad es que nos quedábamos perplejos.
–Y cuando acabe el covid, ¿estamos preparados para lo que venga en el futuro?
–Creo que sí, porque nosotros tenemos la cultura de que cuando hay enfermedades emergentes o reemergentes que afectan a la salud pública estamos en guardia. La clave es que se actúe rápidamente. Es normal que haya brotes o rebrotes en un mundo globalizado, pero lo importante es actuar con prontitud y para eso hay que tener recursos. En Salud Pública hemos crecido este año. Lo que hay es que mantener esos recursos para que todos los centros sanitarios puedan trabajar con la máxima agilidad para cortar las cadenas de transmisión.
–Lo aprendido, entonces, puede servir para otras infecciones.
–Pues sí, porque ya teníamos experiencia en otras enfermedades que venían en verano, como el congo o el ébola. Todo eso nos va poniendo en antecedentes, pero claro, una pandemia de estas dimensiones no pensábamos que iba a ocurrir. No obstante, se han generado mecánicas y estructuras para poder actuar en casos similares.
–Aunque usted ya tiene una trayectoria anterior, ¿considera que la imagen de los expertos de su área ha mejorado tanto a nivel interno como de cara a la sociedad durante la pandemia?
–Pienso que sí, porque hasta ahora realizábamos una labor muy silenciosa y salíamos en los periódicos cuando había un problema, porque nosotros no somos precisamente de generar muchos titulares y poner primeras piedras. Pero le explico. Para que haya un trasplante que pueda llegar a buen término tiene que haber un quirófano que cumpla con una serie de requisitos que vigilamos en materia de seguridad ambiental, circuitos predefinidos que nosotros marcamos, de equipos de protección, control microbiológico y demás. Por ello, nosotros decimos que los que trabajamos en salud pública salvamos vidas en silencio.
–Son ustedes como los de asuntos internos de la Policía pero aplicado a la sanidad.
–Efectivamente. Pero hemos planteado cuestiones siempre para mejorar. Con el covid los tratamientos no han funcionado, por desgracia, pero hemos llegado a la fase de las vacunas, que es muy importante. En mi área tenemos claro que para la salud pública hay dos claves básicas: la vacunación y la potabilización de las aguas. Hacemos mucho trabajo silencioso y a diario mandamos los datos a la Consejería de Salud y al Ministerio. De la calidad de esos datos depende la toma de decisiones y toda esa labor que antes hacíamos de forma callada ahora va tomando protagonismo. Cuestiones que para nosotros eran habituales como la mascarilla o la higiene de manos van cobrando más importancia cada día.
–Los datos de vacunación del covid son los que son y en Andalucía va bastante bien, pero ¿hasta cuándo tendremos que seguir vacunando? ¿Se puede medir si habrá que inyectar recordatorios?
–De momento, no se puede medir con exactitud. La realidad es que estamos generando evidencias mientras se está produciendo la vacunación. Vemos que la inmunidad tiene una vigencia de un año, pero puede que incluso más. Puede que tengamos además una inmunidad celular de base, que es algo que ocurre en otras ocasiones, y seguimos investigando. A lo mejor es suficiente con lo planteado ahora, o a lo mejor hay que poner refuerzos, actuar con personas vulnerables. Todo está en estudio. Respecto a la vacunación, se decía que parece que Andalucía quiere ser el primero de la clase, pero es que para que un programa de salud pública sea eficaz hay que aplicarlo con mucha agilidad. Si no llegamos rápidamente a muchas personas y cortamos las cadenas de transmisión cuanto antes, no tiene sentido. Eso se lo hemos hecho llegar al gobierno de la Junta y por eso también se vacuna con tanta rapidez. El 26 de diciembre se recibieron en este hospital de Córdoba las primeras vacunas a las tres de la tarde y media hora después ya se estaban poniendo. Tiene que ser así.
–Y se han inyectado todas las que llegaron hasta que surgieron dudas sobre la AstraZeneca.
–Eso nos tenía muy inquietos, porque teníamos 250.000 dosis en las neveras que no se podían poner. Y nosotros le dijimos al Gobierno que había que inyectarlas, porque lo razonable es que si te has puesto una vacuna determinada y no has tenido reacción, debes recibir una nueva dosis con la misma. Cambiar de vacuna no es lo apropiado y eso los expertos en salud pública lo sabemos. Si se mezclan no pasa nada, pero lo razonable es la misma vacuna. Al final se retomó la inyección y la ciudadanía, que no es tonta y está informada, pues está optando mayoritariamente por ponerse de nuevo la misma que ya le habían puesto la primera vez.
–Hay varios tipos de vacunas aprobadas y eso genera debate social. No sé si ese tipo de cuestiones le preocupan.
–El hecho de que haya muchas variedades de vacunas es un lujo y una maravilla, porque todas son seguras y tienen que pasar unos controles y ensayos clínicos, por lo que están garantizadas. El que sean distintas le puede generar alguna confusión a la ciudadanía, pero la que te toque es la tuya, así que póntela. Lo afirmo: todas las vacunas son buenas y todas son seguras.
–¿Cómo están abordando los posibles efectos secundarios?
–Hay un sistema de vigilancia muy potente y por ahora son muy pocos y están muy controlados. En el caso de los trombos y demás que se ha publicado, hay que transmitir a la población que todos los fármacos y vacunas tienen efectos secundarios y unos riesgos que son mucho menores que el hecho de pasar el covid.
–¿Y respecto a las secuelas a los que han padecido la enfermedad?
–Nos preocupa. Se están haciendo ya algunos estudios al respecto y creando unidades de seguimiento de estas personas, pero la clave está en prevenir. Y aquí es donde toma importancia la salud pública. El coronavirus se contagia muchísimo y cortar que ocurra un caso es clave.
–Supongo que será consciente de que Andalucía hay cosas que no se han hecho bien.
–Siempre se puede mejorar. En todo momento hemos intentado ir por delante, previniendo, y eso es una gran ventaja, sobre todo cuando no hay tratamientos eficaces. Quizá deberíamos de haber invertido más en estudios de salud pública, como encuestas a los pacientes, ver cómo ha sido el seguimiento en los domicilios, el rastreo. Habría que pensar en estudios de investigación de salud pública, que son importantes por ver los indicadores. Desde el 27 de febrero que se creó la comisión, antes de que se declarara la pandemia, ya estábamos trabajando en formación.
–Pero en el verano, tal vez hubo demasiada relajación.
–No esperábamos una tercera ola tan brutal. Al principio de la pandemia todo el mundo estaba pendiente de Andalucía, donde los datos eran buenos y en Córdoba sobre todo. Luego llegó el verano, teníamos ganas de salir y relacionarnos, por lo que pasó lo que pasó, que no nos podíamos relajar. Era pronto. Aprendimos que en Navidad teníamos que tener otro tipo de medidas.
–Y después de todo lo que ha pasado, ¿habrá alguien que se plantee en el futuro más recortes en la sanidad?
–Pues no deberían, porque se ha demostrado la necesidad de recursos para dar calidad a la asistencia sanitaria. He de reconocer que se ha crecido en recursos, tanto en mi área como en Atención Primaria y si no se ha avanzado más ha sido porque no se han encontrado especialistas en paro que se pudieran contratar. De hecho, se están buscando. Deberíamos de aprender que hay que echar dinero en servicios de prevención, porque contribuyen a la sostenibilidad del sistema sanitario. Todas las enfermedades que se previenen son personas que no enferman, que no ingresan, que no entran en las UCI y que no mueren. Un estancia hospitalaria es muy cara. No sé si la gente sabe que una estancia en una Unidad de Cuidados Intensivos cuesta 2.000 euros al día, que pagamos todos. Si eso lo evitamos desde salud pública o la Atención Primaria, pues estamos aportando mucho. Lo que pasa es que eso no vende a corto plazo, pero si invertimos en prevención, ahorramos muchísimo al sistema.
–Tal vez los fondos que se destinan a la salud se siguen viendo como un gasto en lugar de como una inversión.
–Obviamente. Pero esa mentalidad está cambiando y hay países que lo tienen muy claro. Y a la vista está que los que no tenían un servicio de salud pública fuerte lo han pagado caro. En Estados Unidos, por ejemplo, había al principio una cantidad de contagios y de muertos impropio de uno de los sistemas más avanzados del mundo, lo que demuestra que no siempre tener los mejores hospitales y la más alta tecnología da resultados cuando hay un problema de salud pública. La prevención es cada vez más importante para la salud y la economía porque también debemos tener en cuenta lo que perdemos cuando una persona, al enfermar, tiene que dejar a nivel laboral y personal. Es un lujo que, dado el envejecimiento progresivo de la población, no nos podemos permitir.
–No solo en Estados Unidos, también en algunas comunidades autónomas que hasta ahora presumían de su gasto sanitario y se han visto en dificultades a la hora de adoptar determinadas medidas para la vacunación.
–Pues sí. En cualquier caso, yo tengo que destacar la especial sensibilidad de la Consejería de Salud en Andalucía con los más vulnerables. El trabajo en la residencias de mayores ha sido un acierto, porque era muy triste al ser las personas que más se morían. Aquí, a día de hoy, las residencias están medicalizadas, sin contagios y sin fallecimientos.
–Estamos en el Reina Sofía y, según el informe de reputación sanitaria hecho público estos días, el hospital ha crecido y mejorado en calidad. Pero, ¿qué queda aún por delante?
–Le repito que siempre hay que mejorar, pero sí podríamos potenciar un poco más la investigación en determinados servicios, la docencia que se mantiene hay que darle opciones a otras unidades e incluso saber vendernos un poco mejor, porque a veces hay hospitales que siempre están en la cabeza de los rankings y otros, que están en posiciones un poco más bajas, la ciudadanía los percibe como muy buenos. Por eso, a lo mejor hay que preguntarle más a los ciudadanos. Hay que hacer encuestas a los pacientes.
–Usted tiene muy buena relación con Fernando Simón. ¿Qué piensa de todo el ruido mediático que hay desde hace meses en torno a su persona?
–Tenemos buena relación porque somos compañeros y hemos estado en congresos. El papel que le ha tocado es duro y creo que lo ha hecho lo mejor posible. Desde luego mi máxima consideración hacia él.
–¿Hasta cuándo tendremos que llevar mascarilla?
–Pues en espacios abiertos tal vez se pueda levantar la mano, pero en los cerrados hay que tener mucho cuidado todavía. No hay que tener prisa. Al aire libre es diferente, pero lo veremos conforme tengamos los datos sobre la mesa.
–Parece que tenemos asimilado que en cuanto estemos todos vacunados del covid el problema estará ya resuelto.
–En absoluto. La inmunidad y la vacuna es la mejor solución posible pero no es ya la tranquilidad total porque pueden venir variantes. Prevenir es el camino.
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