"Córdoba tiene que dejar de poner paños calientes a sus problemas"
JOSÉ CALVO POYATO | ESCRITOR
Aunque metido de lleno en la literatura, habla con naturalidad de política, de los cambios en la Junta de Andalucía y de aquella autonomía que se consiguió hace ya casi cuatro décadas
Dialogar con José Calvo Poyato es descubrir siempre algo nuevo. No rehuye hablar de la actualidad andaluza y cordobesa, sobre todo ahora, cuando se ha producido un cambio en la Junta que ni él mismo imaginaba. Reparte culpas a la hora de analizar el declive y desaparición del andalucismo y se muestra preocupado por el devenir de Córdoba, una ciudad de la que le alarman sus niveles de paro y pobreza. Su trayectoria política es muy extensa y además de alcalde de Cabra durante 16 años, fue portavoz del Partido Andalucista en el Parlamento, en una época en el que el PSOE y el PA gobernaron en coalición la comunidad.
–Usted dimitió como portavoz del Partido Andalucista en el Parlamento porque decía que usted sí se podía ir, pero el partido no.
–Yo recuerdo que le dije a la presidenta de la Cámara, que entonces era María del Mar Moreno, que quería pedir la palabra para despedirme, porque no le había dicho nada a nadie. Fue una sorpresa y era a finales de octubre. Aquello tenía un papeleo enorme y al final lo dejamos para el día 2 de noviembre, día de los Difuntos. Cuando salí, allí estaban los periodistas esperándome y yo les dije "aquí tienen un cadáver político". Y así fue el remate de aquello, del final de mi etapa política.
–El partido también se fue. Desapareció.
–Yo no estaba de acuerdo con la línea que estaba marcando el nuevo secretario general, que era Julián Álvarez, ex alcalde de Écija. Veníamos de un congreso en el que el PA salió literalmente partido, con poco más del 50% de los votos frente al otro candidato. Y yo creo que Julián no hizo por unificar.
–¿Y no tiene usted la sensación de que el PA carecía de una estructura sólida?
–Se dieron varias circunstancias. Alfonso Guerra olfateó en 1979 el peligro que suponía el entonces PSA, con un 20% de los votos y con apoyo del voto urbano, con alcaldías importantes. Aquello era una amenaza para el PSOE y yo creo que Guerra decreta entonces el exterminio del andalucismo. Fue tremendo porque el PSOE tenía muchos más medios, recursos y organizaban campañas en las que decían que los andalucistas habíamos traicionado a Andalucía para no ser una nacionalidad histórica. Todo aquello, también por errores del propio PA, lleva al desastre nuestro de 1982. Y luego ya no fuimos capaces de conectar con la inmensa mayoría y el PA era la suma de muchos alcaldes con tirón como Sevilla, Jerez, Algeciras, Cabra, Ronda, Priego… El PA era eso, una suma de taifas, aunque la palabra no me gusta, que no fuimos capaces de crear un partido excesivamente disciplinado.
–¿El andalucismo es un sentimiento artificial?
–No. Usted lo ha dicho, es un sentimiento, más incluso que una reflexión racional. El andaluz se siente muy identificado con su tierra en el momento en el que lo agraden. Es mi opinión. Si alguien se mete con los andaluces, saltamos de inmediato porque tenemos conciencia de identidad. Si se nos desprecia como gente vaga, reaccionamos. Está el ejemplo de cuando salimos a la calle porque nos quedábamos fuera de las nacionalidades históricas. Cuando nos agraden reaccionamos.
–Pero han transcurrido 40 años ya de aquella movilización. ¿Qué ha pasado mientras?
–Pues muchas cosas. Yo creo que el PSOE tuvo una fuerza en aquel momento muy importante y eran conscientes de que estábamos disputándonos el mismo electorado en el centro izquierda. Estaba claro quién iba a perder: nosotros. Luego vinieron esas redes clientelares tan poderosas que tejió el PSOE, que ha controlado todo hasta antes de ayer y que creo que sigue controlando. A ver el nuevo gobierno de la Junta si puede desmontarlas.
–¿Pensaba usted que vería a un presidente de la Junta no socialista?
–Pues no. Se lo comentaba recientemente a un líder histórico del andalucismo como Miguel Ángel Arrendonda, al que le dije que nunca creí que fuera a vivir para ver una situación como ésta. Desde Plácido Fernández Viagas, Escudero, Borbolla, Chaves, Griñán y Díaz, todos del PSOE, yo pensaba que esto era comparable a lo de México con el PRI, Partido Revolucionario Institucional, contradictorio en su propio nombre.
–¿Andalucía tiene futuro con este gobierno?
–No lo sé. Habrá que esperar los resultados. Y no digo cien días, sino algo más para comprobarlo. Creo que hay problemas muy importantes, como el paro, que se ha convertido en algo estructural. Hacer frente a una situación de desempleo, que suele estar siempre diez puntos por encima de España, es complicada. Y le decía que el paro es un problema estructural porque a mi me llama la atención de que llega la hora de la recogida de la fresa o de la aceituna y resulta que no hay mano de obra suficiente. ¿Qué estructura se ha creado? Seguramente los políticos en activo no podrán decir esto, pero hay que preguntarse si se ha llegado a subvencionar el paro de tal manera que hay gente que prefiere la subvención al trabajo. Esto me parece muy grave. Hay niños en las escuelas que aspiran a ser parados y eso me preocupa. Por lo tanto, pedirle al nuevo gobierno que revierta esto en poco tiempo es complicado.
–¿Le preocupa que el actual gobierno andaluz tenga que entenderse con Vox, que precisamente no es muy defensor del desarrollo autonómico?
–Lo de Vox puede entenderse como una amenaza al sistema democrático, es cierto. A mi me preocupan muchas de las cosas que dice, pero su posición política en contra de determinadas estructuras institucionales no es muy diferente a la que tiene Podemos, que abomina casi de la Constitución y hablan, por ejemplo, del Régimen del 78, cuando yo pienso que hemos tenido los 40 años más importantes de desarrollo de España. Eso lo dice Podemos y, sin embargo, eso no alarma a nadie. Vox, que dice cosas que me parecen especialmente graves, produce una alarma muchísimo mayor. La pregunta debe ser por qué en un caso sí y otro no.
–Puede ser por las posiciones de este partido en cuestiones como el de la mujer.
–Efectivamente, yo creo que determinadas afirmaciones sobre temas a los que la sociedad hoy es particularmente sensible es lo que está llevando a esa postura sobre Vox. Pero salvo ese matiz, no hay tanta diferencia entre unos y otros, aunque también es verdad que lo que decía Podemos hace cuatro o cinco año no tiene nada que ver absolutamente con lo que dicen y hacen ahora.
–¿El bipartidismo ha muerto?
–No. Lo que pasa es que en momentos de crisis las posturas se radicalizan. Si a mi la Historia me ha enseñado alguna cosilla es que en situaciones críticas la gente suele exacerbarse, porque sus condiciones de vida cambian. ¿Cuándo surge Podemos? En momentos en los que la gente lo está pasando muy mal y hay desahucios, por ejemplo, y otros problemas. Por cierto, que desahucios sigue habiendo y parece que ya no se habla de ellos. ¿Cuándo surge Vox? Pues cuando se ha dado una situación en la que en Cataluña se ha tomado una decisión y se actúa antes quienes quieren romper España
–¿Y Ciudadanos?
–Ciudadanos es un partido que no es extremista, pero su raíz está en Cataluña, que es donde hay un problema. Lo que pasa es que luego ha encontrado acomodo en el resto de España porque el PP no está respondiendo como sus votantes esperaban a la cuestión de Cataluña. Hoy se está dando una circunstancia que no habíamos vivido antes, como es la fragmentación de la derecha. Estábamos habituados a ver ese proceso en la izquierda, pero nunca en la derecha.
–Sin embargo, ahora que la derecha está más fragmentada, es cuando ha podido gobernar, precisamente, en Andalucía.
–Curiosamente. Pero probablemente porque ha habido también muchos casos de corrupción en el PSOE que hasta ahora no le habían pasado factura. El fracaso escolar, que al igual que el paro está en Andalucía diez puntos por encima de la media española, tampoco le ha pasado factura. Yo creo que todo eso, junto a la cuestión catalana, le ha pasado factura al PSOE. La postura de Pedro Sánchez y su condescendencia hacia los catalanes ha ido haciendo mella, hasta el punto de que algunos barones se le han rebelado. Y Sánchez lo ha hecho por su deseo de seguir en la Moncloa más tiempo, cuando ya en la moción de censura dijo que convocaría elecciones rápidamente, cosa que no hizo. A mi me llama la atención que dijera que espera que la mentira quede atrás a partir del 28 de abril, cuando él ha dicho una cosa y su contraria en los últimos ocho meses.
–Entonces, ¿usted cree que el Gobierno nos ha mentido?
–Yo no me atrevería a decir el Gobierno, particularizaría en el presidente, que dijo que convocaría elecciones o que Torra era un sedicioso y ahora lo considera un hombre de gobierno.
–Usted ha pertenecido a un partido nacionalista en sus principios. No obstante, ¿cree que los distintos gobiernos han sido demasiado condescendientes con catalanes y vascos?
–Permítame una precisión. Yo dejo la política porque el secretario general de mi partido pensaba que el PA tenía que tomar una vía parecida a vascos y catalanes, parecerse a ellos. Mi criterio es que no. Yo he sido andalucista, pero considerándome español. Pero respecto a la pregunta que me hace, se ha mirado demasiado hacia otro lado cuando se ha necesitado el apoyo del PNV o de CiU. Recuerde la frase vergonzosa de Aznar de que hablaba catalán en privado para tratar de atraer la simpatía de los nacionalistas catalanes. Se ha permitido que se hagan cosas que van en contra del propio funcionamiento del Estado.
–¿Córdoba tiene arreglo?
–Creo que sí, que absolutamente todo tiene arreglo, pero primero hay que hacer un diagnóstico y no dejar que pase el tiempo obviando los problemas estructurales. Eso no puede ser. Una de las fuentes de riqueza más importantes de Córdoba es el turismo y no estoy descubriendo nada, pero no puede ser lo que ha ocurrido en los últimos años con el Palacio de Congresos. No puede ser que la licencia de obras para edificar un hotel se dilate durante años. No puede ser que los atractivos turísticos permanezcan cerrados en los momentos más álgidos y se le de al visitante con la puerta en las narices, como museos o edificios que dependen del Ayuntamiento. No puede ser que haya un plan turístico de grandes ciudades que lleve ya tres o cuatro prórrogas. Algo se esta haciendo mal en Córdoba.
–Y no sólo el turismo. Son problemas de dejadez histórica.
–Cierto. Es una pena que Córdoba tenga hoy día barrios que estén entre los más pobres de España. Córdoba no puede seguir poniendo paños calientes a problemas que son gran trascendencia.
–¿Córdoba ha estado marginada por la Junta?
–Supongo que se refiere a los últimos 40 años. El PSOE aplicó una máxima de que aquellos ayuntamientos que no eran suyos, y yo lo he vivido como alcalde de Cabra, no se les facilitara excesivamente las cosas, por decirlo de manera suave. Córdoba no ha sido socialista en este tiempo y eso era una espina que el PSOE tenía clavada. Ha habido grandes proyectos que no han terminado de cuajar por la falta de colaboración de la Junta. Acuérdese de aquel Palacio del Sur, por ejemplo. Hoy cualquier ciudad importante tiene un palacio de congresos y fíjese lo que ha ocurrido en Córdoba. Esa colaboración institucional ha adolecido. No se la ha dado el cariño que la tercera ciudad andaluza merece.
–Pero no sólo habrá influido la política.
–Yo pienso que cuando se habla del senequismo cordobés, que a mi me parece una actitud ante la vida interesante, supone aguantar los envites. Pero si el estoicismo acaba en pasotismo, eso no ayuda.
–Cumplimos 40 años de autonomía y muchos jóvenes no saben lo que pasó entonces. Se lo digo porque usted es una persona muy ligada a la educación.
–Y no sólo eso, hay chavales a los que hay que explicarles quiénes son Suárez o Carrillo, o Felipe González en menor medida. Lo niveles educativos han bajado de manera espectacular. Yo digo medio en broma que hace años los estudiantes tenían que saber los afluentes de los ríos y hoy nos conformamos con que sepan qué es un afluente. Ha habido un retroceso importante.
–Le saco el tema porque como historiador supongo que le preocupa que se olviden determinados acontecimientos.
–La memoria es muy frágil y a cualquier persona que se le pregunte cómo se llamaba el padre de su abuelo, seguramente no lo sepa. Estamos hablando de nuestras propias familias, así que cómo vamos a tener en la mente la memoria colectiva. Me preocupa que un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla e incidir en errores del pasado.
–¿Cómo ve el nivel de la política?
–Lo veo con cierta distancia, pero no tenemos hombre de Estado, personas con capacidad de afrontar los problemas que tenemos en el horizonte. Hay más identificación partidaria que identificación por encima de las ideologías, da igual que sea de derechas o de izquierdas. También es verdad que con el paso del tiempo hay políticos a los que vemos de diferente manera, como Felipe González o el propio Guerra, y supongo que alguno de los actuales también podría tener ese perfil en el futuro.
–Pero hay una diferencia, se ha pasado de la vocación política a la profesionalización.
–En política entramos mucha gente que teníamos la vida resuelta fuera de la política y nos dedicamos a ello porque creíamos en un proyecto. Y eso te da también libertad. Yo salí corriendo cuando lo creía oportuno y volví a mis clases. Pero es cierto que ha habido una profesionalización de la política que resulta grave. La política está muy degradada de cara a la opinión publica y voy a decir una cosa que será políticamente incorrecta, pero mucha gente de un nivel importante que puede sentirse atraída se lo piensa antes de entrar en este mundo para someterse a una gran presión y encima recibir un salario muy por debajo del de la empresa privada. Vamos a poner las cosas en su sitio.
–Pero lo propios partidos han sido los que han jugado con esas cosas.
–Sin duda alguna y entramos además en esos debates con la complacencia de los medios de comunicación. Una parte no pequeña de ese rechazo a la política y sobre todo a los políticos que hay hoy día corresponde a los medios de comunicación, que han jugado un papel que no es el adecuado. En la defensa de las libertades y de denunciar a los corruptos es fundamental el papel de los medios, pero luego también se ha jugado a otras cosas. Y esto también poco adecuado decirlo en un medio de comunicación, pero es lo que pienso.
–La última y obligatoria. ¿le vamos a ver de nuevo alguna vez en política?
–No. Sin más, no. [Pausa] Bueno, no hemos hablado de literatura y yo ahora estoy…
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