"En 2050, África pesará mucho en la dirección que tome el mundo"
Entrevista a Juan José Aguirre | Obispo de Bangassou
A sus 68 años, 23 como obispo de Bangassou, el cordobés repasa la actualidad del continente africano, tacha a Occidente de "hipócrita" y denuncia el "enorme cementerio sin lápidas" que es el mar Mediterráneo
Juan José Aguirre (Córdoba, 1954) es titular de la Diócesis de Bangassou desde el año 2000, una región de la República Centroafricana, "el segundo país más pobre del mundo detrás de Eritrea". A sus 68 años, , el cordobés repasa la actualidad del continente africano, tacha a Occidente de "hipócrita" y denuncia el "enorme cementerio sin lápidas" que es el mar Mediterráneo.
-¿Cómo se encuentra Córdoba cada vez que viene?
-La primera impresión que me da siempre Córdoba es la abundancia, la opulencia. Vosotros aquí no os dais cuenta, incluso pensáis todo lo contrario, cuando os falta el carburante o sube la factura del gas. No os podéis imaginar lo que significa que al abrir el grifo para la izquierda salga agua caliente. Allí en África se vive y se come al día, no hay posibilidad de ahorro: allí donde yo vivo no hay bancos, está la selva. Esa es la sensación que tengo, en Europa se vive en la opulencia mientras gran parte de la humanidad vive con un euro al día.
-La felicidad es una cuestión de expectativas, ¿no?
-La felicidad es ausencia de necesidad y la necesidad aquí te la meten con sacacorchos. Allí no hay ese tipo de lluvia del consumo exacerbado que se vive en Europa, no hay tantos estímulos. La gente normalmente es feliz, encuentra razones para reír. La esperanza de vida es de 48 años, la gente sabe que la vida es corta, entonces la aprovechan al máximo.
-Pero a cualquier ser humano que metas en una sociedad de consumo, ya sea de Europa, de Asia o de África, se va a comportar de la misma manera.
-Seguramente. Hay unos comportamientos sociales que son miméticos y vas imitando lo que vas viendo. Africanos que se han venido a vivir aquí y se han traído sus familias, en cierto momento entran en este ritmo de la sociedad consumista. Ahora está llegando internet a algunas las partes de África a través del teléfono y está descubriendo aspectos del consumismo que ellos quieren también imitar, pero siempre falta dinero; Ahora vuelvo a Bangassou y llevo unas cajetillas de tabaco para mis centinelas de la catedral. Les gusta muchísimo, van a fumar a marchas forzadas y dentro de dos días no tendrán ya tabaco, pero tampoco tendrán dinero para comprárselo, así que esperarán al próximo viaje que yo haga y se lo fumarán en cuestión de horas. Es así.
-Por curiosidad, ¿con un euro allí qué se puede comprar?
-Un euro son 665 francos franceses y puede vivir una familia al día, si no es carne o pescado lo que van comiendo.
-Entonces, cuando la Fundación Bangassou recauda 8.000 euros (última campaña de Lotería de Navidad) se entiende que allí es muchísimo, aunque uno desde aquí pueda pensar que no es suficiente para hacer ciertas cosas.
-Bueno, es muchísimo, aunque depende de lo que quieras. Si es para comprar cosas locales, como por ejemplo madera roja de gran calidad que hay en Centro África, es una fortuna, pero si lo que quieres comprar es cemento para una construcción, que tiene que venir desde Camerún con barcos que vienen de Europa, se encarece muchísimo y queda corto.
-Hablando de la República Centroafricana (RCA), su capital, Bangui, fue una ciudad muy próspera bajo la influencia francesa, conocida como La Coquette (la coqueta). Por recursos naturales es uno de los países más ricos, sin embargo, escuché en una ocasión, durante el conflicto civil que estalló en 2013, que es un país en el que viven mejor los animales que las personas. ¿Cómo se explica ese deterioro tan grande?
-Bangui era una ciudad muy bonita porque los franceses la quisieron así, pero la colonización francesa fue muy dura también. Hubo un momento en que llegó la era de la independencia con los primeros presidentes locales, que tampoco fueron brillantes, llegaron los golpes de estado y los amotinamientos, uno tras otro, y eso hizo que la ciudad se fuera deteriorando. Ahora hay un gran deterioro, hay partes que no están asfaltadas, situaciones caóticas, la capital está sucia, no se ha construido casi nada desde la época colonial, no hay edificios bellos..., en ese sentido ha ido para abajo; La guerra civil también ha hecho que la vida se deteriore, pero no pierdas de vista que la gente sabe vivir, la gente lucha para vivir y la gente no se mata para vivir, entonces vive. Tengan la mentalidad que tengan y la pobreza que haya, la gente sabe encontrar la manera de ser felices con los niños, con la familia; Los animales no viven mejor, eso es una expresión dicha por alguien que no conoce bien el país: aquí los gatos apenas existen porque se los han comido, y los animales salvajes luchan mucho por la vida y la muerte, la vida en la selva es muy dura.
-El país lleva décadas inmerso en una espiral de guerras ¿Cuál es la situación política actual?
-La República Centroafricana se descubre como un país enorme, como España y Portugal juntos, pero muy poco poblado, con apenas cinco millones de habitantes a causa de que fue un caladero de la esclavitud, cuando llevaron a tantos negros a América o a Cuba para los trabajos de la caña. Entonces es un país en el que otros países miran para quitarnos alguna parte. Desde 2013 hemos tenido avalanchas de mercenarios que han ido destruyendo el país, casi las ganas de vivir y la esperanza. Primero vinieron los seleka, armados por los países del Golfo y querían imponer el islam como religión dominante. Qué va, aquello era una cortina de humo, estaban comandados por otros países que querían buscar las minas de oro, de coltán, manganeso, el cobalto, el litio..., esos diferentes mercenarios se fueron constituyendo en señores de la guerra para dividirse el país y tener hegemonía. Contra estos señores nacieron otros grupos de centroafricanos no musulmanes, los anti-balaka, que se armaron como pudieron para luchar contra los seleka para echarlos, pero lo hicieron de una forma tan brutal que fue horrible. Eran católicos protestantes o de sectas, la mayoría, pero gracias a Dios casi todos están en la cárcel.
-Los últimos en llegar han sido los rusos, ¿no?
-Ahora han llegado los mercenarios rusos de la Wagner. Rusia ha llegado a RCA como trampolín para irse a otros países como el Níger, e Chad, Burkina Faso, para luchar contra el ISIS. Son militares fuertes y bien armados que ahora mismo tienen acogido el país. Los franceses dejaron el país porque no podía haber dos gallos en el mismo corral y ahora los rusos controlan el país salvo por dos señores de la guerra que no han podido echar, uno de ellos está en la zona de mi diócesis. Ahora tengo que tratar con los rusos y con el comandante mercenario, que se cree el líder de todo aquello.
-¿Qué supone geoestratégicamente la llegada de Rusia?
-Sabemos que hay dos esferas grandes: la Unión Europea está con la OTAN y los EEUU y Rusia está en la otra parte de la balanza. Están haciendo que los demás países se vayan definiendo a una u otra parte. En Africa, que hay 53 países, más de la mitad son prorrusos, pero desde hace varios años, no ahora. Hablo de países como Angola, Cabo Verde o Camerún, que han podido desarrollar todos sus proyectos de petróleo con maquinaria rusa.
-También hay un gran interés en el coltán y en el litio, ¿no?
-Exacto, el coltán y el litio son minerales del futuro, también las materias raras. Los misiles que cayeron sobre Kiev funcionan con un superconductor que se llama tantalio y que está en el coltán. El que tiene le coltán controla las guerras y hoy lo controla China. El litio son las baterías del mañana y Rusia quiere hacerse con el monopolio mundial.
-¿Por qué ignoramos aquí tantas cosas que pasan en África?
-Porque no leemos, no nos informamos, preferimos entrar en TikTok que en Google. Don Google te lo dice todo, te puede dar noticias de todo. Por ejemplo, el otro día en la ONU se votó un contra-Putin para pegarle un mamporrazo en la nariz y sin embargo en el momento de la votación, la mitad de los países africanos se levantaron y se fueron diciendo que iban al baño -se ríe-. No votaron. Pues eso yo lo vi en internet, entrando en las páginas justas. A veces hay un desinterés en saber lo que está pasando, por ejemplo, en Asia, que es un continente muy vivo, o en África que es el continente del futuro. En 2050, el continente africano pesará mucho en la dirección que tome el mundo porque tiene las materias primas que el mundo necesita.
-O sea, nos llevamos las manos a la cabeza con África, nos vamos allí de voluntarios a hacernos fotos, pero luego realmente nos interesa lo que pasa allí.
-Es pura hipocresía. No queremos saber lo que hace Arabia Saudita con el Yemen. Es una guerra brutal y nosotros a quienes barajan en Arabia Saudita les ponemos una alfombra roja, y son unos auténticos sanguinarios. Están permitiendo una guerra y Estados Unidos también porque le vende una enormidad de material bélico. El Yemen es frágil y tiene su orgullo como Ucrania, pero nadie los ayuda, lo están aplastando. Eso es una guerra actual, de gran intensidad y de la que nadie habla porque vamos a ir a jugar al fútbol a Qatar, que está por allí y no nos gusta molestar a los países del Golfo Pérsico porque nos dan mucho dinero y nos compran equipos de fútbol. A todo aquel que invierte en España, no le toques las narices.
-Ya que lo comenta, ¿qué haría usted con el Mundial de Qatar?
-Haría un boicot de televisiones y de equipo. Aquello fue vergonzoso cómo engrasaron la pata, como dicen los franceses. Funcionó con muchísimo dinero por debajo, quién hubiera aceptado cortar los campeonatos locales de Europa para meter ahí con calzador un Mundial...
-Abriendo otro tema: ¿Cómo ha afectado el coronavirus al país?
-Muy poquito, en el sentido de que el país ya tenía hecha una selección natural de las personas más fuertes. Ha llegado y se ha ido sintomáticamente.
-Sin embargo, el sida y la malaria siguen presentes.
-El sida y la malaria todo el año. También la tuberculosis que se lleva a muchísimas personas o la diarrea que aquí la terminamos con una pastilla y allí deja a un niño prácticamente sin agua y sin potasio, muriéndose.
-Hay un debate que también está encima de la mesa, aunque no se habla mucho de ello, sobre el crecimiento de la población mundial y la insostenibilidad del planeta. Muchas veces desde Europa se mira a Asia y África como dos continentes donde, por razones culturales o religiosas, falta conciencia frente a este problema. ¿Usted que piensa?
-No sé, cualquier cosa que te diga habrá detractores y gente a favor. En África, el continente que yo conozco, queda muchísima tierra que está desocupada y hay espacio para mucha gente. Allí no tenemos problema, en el sentido de que también hay muchísima mortalidad infantil y el honor de una mujer es ser fértil; África es un continente con mucha riqueza de niños, dentro de unos años el 50% de los habitantes tendrá menos de 14 años, con lo cual es la vitalidad, es el futuro. Hay países con más dificultades como pueden ser China o India en donde si que no quedan muchos espacios, donde la población ha desbordado las posibilidades de ser alimentada.
-Hay mucho sitio por ocupar, pero no se quiere ocupar, sea culpa de terceros países movidos por sus intereses o por la situación de algunos regímenes africanos. La historia, como sea, es que llegan oleadas de inmigrantes a la valla de Melilla y los rechazamos.
-Bueno, en concreto cuando saltaron la valla de Melilla como la última vez que mataron a 22 personas fue horrible, eso fue un crimen. Luego muchos de los que llegan en patera los veo trabajando de albañiles o por ejemplo en la pesca vasca hay muchos trabajadores africanos. Digo africanos del África negra, no del Magreb; Pero los que vienen a Europa, los que escapan y huyen, los que arriesgan su vida, y hacen todo ese esfuerzo enorme por llegar a Europa para que luego Europa les diga que no y los devuelva..., todo eso es la punta del iceberg de la inmigración. La mayor parte, los centenares de miles de personas que huyen de un país se van al país vecino, no llegan a Europa, no pasan el Sáhara. El desierto es una valla de Melilla enorme de miles de kilómetros. Aquí se habla mucho del tema, pero de manera inexacta, con la ignorancia de lo que está pasando.
-En todo esto también intervienen las mafias de inmigración, ¿esto es real como la vida misma?
-Existen y son tremendas. Los que han conseguido cruzar el desierto y llegar a Tánger, tienen que pasar 12 barreras hasta llegar a la playa: una para pagar el bote, otra para el carburante, otra para los papeles, otra para..., te pueden incluso violar porque no tienes ya dinero y hay que pagar de alguna forma. Cuando llegas a la playa y te montas en la patera, empieza otro capítulo: el del Mediterráneo. El mediterráneo es un cementerio sin lápidas enorme, donde han muerto miles de personas y no sabemos cuántas porque no tenemos constancia de ello. Sabemos cuantos llegan, pero no cuantos se han ahogado por el camino. Si quieres fastidiar a las mafias para que no se enriquezcan sobre la pobreza, como dice Salvini en Italia, puede ser parte de la solución, pero vas a dejar empantanado a miles de personas que no van a saber qué hacer..., por eso yo creo que las mafias es un mal menor.
-¿Y cuál es el mal mayor?
-Que toda esa gente se quede aislada y no puedan volver ni para atrás ni para adelante y tengan que vivir como sucede en el Monte Gurugú (en la frontera Marruecos con Melilla), personas que llevan allí cuatro o cinco años sin nada, con la ayuda de la Cruz Roja. Es una situación calamitosa, ese es el mal mayor.
-Por acabar esta entrevista con otro sabor, ¿dónde encuentra usted la paz entre tanto caos?
-Mi día a día es muy feliz, ahora estamos construyendo un colegio para gente de una zona catastrófica para que no miren al pasado, que miren al futuro de sus hijos. La gente es tremendamente vivaz desde el punto de vista religioso y todo eso me llena de alegría.
-¿No pasa miedo allí?
-El miedo existe, pero lo que siempre nos salva es la oración, lo que nos da confianza, saber perfectamente que la providencia nos va a proteger, que Dios nos acompaña, que la Virgen pone su manto sobre nosotros. Ese momento de oración diaria es esencial para la vida misionera.
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