"El escritor tiene que crear desde la ingenuidad"
Javier Fernández. Escritor y editor
El cordobés regresa al panorama poético con 'Canal', un libro sobre la muerte de su hermano con el que obtuvo el premio Ricardo Molina y que acaba de publicar Hiperión.
JAVIER Fernández publica Canal (Hiperión), el libro con el que ganó la última edición del premio Ricardo Molina, sobre la muerte de su hermano a comienzos de los años 70 y las repercusiones en el ámbito familiar. Editor, traductor y crítico además de escritor, Fernández es responsable junto a su mujer, Ana Belén Ramos, de la colección Letras Populares de la editorial Cátedra, y este año son asesores literarios de la Feria del Libro de Córdoba.
-Da la sensación de que es un libro que lleva escribiendo toda la vida, y que de alguna manera seguirá escribiéndolo o reescribiéndolo...
-No he pensado mucho en ello, pero ahora que lo dices sí pienso que con Canal culminan dos cosas. Por un lado, es verdad que la cuestión temática es un proceso abierto en mi literatura desde hace más de 20 años, y llevo todo este tiempo tratando de comprender lo que sucedió y cómo nos ha ido afectando esa ausencia. Por otra parte, culmina un proceso formal que va desde Casa abierta hasta ahora. Paco Lira, el editor de Casa abierta, decía de los poemas posteriores que le iba pasando que eran "una rotura", no decía "ruptura" sino "rotura", y Canal culmina ese proceso de la literatura como rotura: está la fragmentación, la elipsis, hay una separación de dos partes que podrían ser el hueso y el músculo… Y respecto a que vaya a seguir escribiéndolo, pienso que en parte sí. Hay cuestiones de la intimidad de mi familia que me gustaría seguir explorando.
-Un libro en el que no solo se trata de leer los poemas sino de verlos. El componente visual es importante: el libro nos mete en un canal...
-Para mí la poesía siempre ha tenido un componente visual muy fuerte. Aquí las cuestiones estéticas, formales del libro son más sutiles que en Casa abierta o en algunos inéditos que tengo, pero está ahí: el libro está montado como si fuera un largo canal, con márgenes anchos y texto estrecho, buscando que el texto recoja la tensión de una forma visual.
-¿Cómo es el proceso mediante el cual un suceso de esta naturaleza se convierte en motivo de creación literaria?
-Todo es muy relativo. Hay determinados sucesos que afectan al alma del poeta de una forma especial. Evidentemente, este es uno de ellos. Pero el tema no es tanto el hecho en sí, la muerte del hermano, sino cómo esa muerte se prolonga a lo largo del tiempo a través de la ausencia: la huella se hace muy permanente. Y esa ausencia te va forjando el carácter, influye en las relaciones dentro de la familia, se convierte en una obsesión. Y cualquier obsesión es susceptible de formar un motivo de la literatura.
-Aquí hay un sentido muy acusado de la contención, una falta total de retórica. Esto estimula la imaginación del lector.
-La desnudez y la falta de retórica son recursos muy interesante del arte contemporáneo; permiten al espectador sumarse a la obra, cubrir huecos, no verla como algo terminado y ajeno. Yo he trabajado mucho esta historia desde muchos puntos de vista. Empecé escribiéndola como un relato en prosa con un estilo muy desenfadado. Después intenté contarla en un poema con cierta retórica, mezclando elementos amorosos. Pero he tenido que descubrir que para ir a la verdad necesito un lenguaje directo y seco. Es el mismo proceso de secar el canal para descubrir el cadáver. Para conocer la evidencia necesitas secar el canal. A mí me sirve esta metáfora para explicar el proceso de secar el lenguaje, convertirlo en algo directo y comunicar esto que he llevado conmigo tanto tiempo. También es el tono que merece el tema: es una cuestión de respeto.
-Aquí están muy presentes su hermano, su familia… y usted. Hay una fuerte presencia del yo. ¿Cómo ha convivido con este canal?
-La tragedia forma parte de la vida de muchísimas personas y es algo que todos conocemos más cercana o lejanamente. Tenemos que convivir con ello a diario. En la infancia mis padres se preocuparon mucho de que a mi hermana y a mí no nos faltara nada, tuvimos una infancia muy normal, pero cuando llegan la adolescencia, la juventud, el escritor busca las grietas y encuentra ciertas fallas en su interior y las explora. Ahí es cuando empiezo a darme cuenta de que lo que yo consideraba normal en mi familia se había configurado a partir de una tragedia. Y desde entonces, digamos que desde que me convierto en escritor, he convivido con esto de una forma más consciente, tratando no de darle sentido, porque la tragedia nunca lo tiene, sino de averiguar en qué medida mi vida y la de mi familia estaban influidas por este hecho.
-Quien le conozca apreciará el hecho de que, siendo un enamorado tan declarado de los mundos fantásticos, la ciencia ficción…, ofrezca un poema tan intimista y personal.
-Pablo García Casado habla de hiperrealismo. El libro tiene una estructura que a lo mejor en una primera lectura puede pasar desapercibida porque el discurso sobre la tragedia es muy potente. Pero los textos están ordenados siguiendo una estructura bastante marcada y en la parte final el libro se abre a los sueños y las pesadillas, pasa de la realidad a la imaginación. En ese momento me niego a seguir ahondando. En mi literatura es verdad que tiendo a dejarlo todo a la imaginación. Aquí, por respeto a la figura de mi hermano, quise parar en ese punto. Al final es un juego literario, un juego necesario en la poesía contemporánea: hace falta crear un nuevo vehículo para la poesía. También de ahí el título.
-Un título que ofrece otra clave de lectura interesante. De la palabra canal se utiliza especialmente su acepción televisiva, y un canal de televisión es un espacio en el que pasan cosas reales que parecen ficciones y ficciones con apariencia de realidad...
-Así es. Ese juego sobre los límites de la realidad y la ficción está presente en Canal. A mí me parece muy interesante. Al final la literatura es su propia realidad. Aquí se explora la memoria desde un punto de vista fragmentario y llega un momento en el que el lector comprende que lo que se imagina, se recuerda, lo que pasó o no pasó forman parte de un mismo nivel.
-Parece pertinente la publicación de este libro en un momento en el que estamos tan acostumbrados a ver exhibiciones de intimidad en la Red de una manera tan frívola y banal…
-Tan burda. Sí, estamos en un momento de exhibicionismo. En mi caso, este proceso empezó hace más de 20 años, tenía necesidad de expresar esto y es verdad que coincide en un momento en el que el exhibicionismo puede ser considerado hasta un género literario.
-¿Cómo está siendo la experiencia de la Feria del Libro?
-Aplico se puso en contacto con nosotros y nos dijo que quería darle otro perfil a la feria. Ana se ha ocupado de la parte infantil y yo del programa general. La feria cumple 43 años, es probablemente el acontecimiento cultural más longevo de la ciudad y hay mucha experiencia alrededor de ella. La Feria del Libro no es solo una feria de venta de libros, es un acontecimiento cultural y nosotros nos hemos centrado en eso, en que no sea una sucesión de presentaciones de libros sin más sino que haya una interacción con el público, que haya mesas redondas, talleres…, ampliar la labor cultural en este aspecto. Lo hacemos entre todos, los libreros, el Ayuntamiento y otras instituciones. Nosotros hemos intentado asesorar y llevar la feria a donde nos interesa como artistas y lectores.
-Letras Populares ha tenido un impacto muy positivo en el mundo literario...
-Es magnífica la oportunidad de sacar libros en Cátedra, a nuestro gusto, y que sean estos libros de literatura popular que hasta hace poco estaban considerados subcultura. El balance es muy positivo, tanto los lectores como los críticos y la editorial están contentos con el producto. Y nosotros también. Son ediciones muy cuidadas y estamos sacando los títulos que nos gustan. Queremos seguir disfrutando de esta fiesta de la literatura popular, rescatando clásicos, hacer apuestas… Aunque vivimos un momento en el que las apuestas son complicadas: las tiradas han disminuido, las novedades han aumentado hasta un nivel increíble... Hay que seleccionar muy bien los títulos. Es difícil que con todo este ruido los libros más arriesgados encuentren su lugar.
-¿Hacia dónde va el mundo editorial? ¿Inevitablemente hacia el dominio absoluto de los grandes grupos?
-Hay un paradigma antiguo que subsiste, el del papel y los canales de distribución habituales, que están en manos de grandes grupos que siguen intentando apoderarse de todo. Pero frente a esto han surgido muchos francotiradores, editoriales pequeñas que en algunos casos van creciendo y teniendo éxito, y se sostienen. Esta resistencia va a ir en aumento. Hay una sensibilidad en libreros y lectores que demanda otras cosas frente al pensamiento dominante. E Internet es un soporte increíble para la distribución y la difusión de mensajes. No hay que tener preocupación: yo veo el futuro luminoso.
-Muchos lectores se acuerdan de Plurabelle, de Berenice en su primera etapa… ¿Se plantea recuperar alguno de estos proyectos o empezar otro de similar naturaleza?
-Yo también echo de menos algunas cosas de Plurabelle y Berenice, pero estoy muy centrado en la creación. Yo soy básicamente escritor, me gustaría acabar una novela y publicarla pronto, tengo un ensayo sobre superhéroes atrancado desde hace tiempo… El tiempo que dedicas a editar se lo restas a la creación. Y además la postura mental del editor es opuesta a la del escritor. El escritor tiene que crear desde la ingenuidad, desde la inocencia, desde la libertad absoluta, y el editor pone límites: el mercado, la realidad que te rodea… Quizá en el futuro nos apetezca hacer algo, pero de momento con Letras Populares esa parte está más que cubierta.
-Desde esos años de Plurabelle, a comienzos de la pasada década, ¿han cambiado en algo las dinámicas culturales de esta ciudad?
-Hace 15 años había una ilusión en Córdoba que ahora mismo quizá no haya, aunque estoy notando ciertos brotes de gente que viene empujando con ganas de hacer cosas. Hace 15 años nos encontrábamos como en un momento histórico en Córdoba, se había dado una confluencia especial, pero decayó. Yo ahora, después de haberme ido a México y de volver, encuentro una Córdoba un poco silenciosa, más callada que aquella otra y más descreída. Pero si ampliamos el enfoque a lo mejor nos damos cuenta de que esta ciudad ha sido siempre así. Las oportunidades siguen estando ahí y hay gente con ganas de hacer cosas, y han quedado huellas de ese momento.
-¿Ha visto ya Batman v. Superman?
-Aún no, pero la veré.
-¿Qué espera?
-Lo peor.
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