Una escuela para conocer la dermatitis atópica infantil

El Hospital Reina Sofía organiza un encuentro entre padres, niños y profesionales para ahondar en el tratamiento, técnicas para controlar el picor y solventar dudas sobre esta enfermedad cutánea

Asistentes a la última sesión de la escuela de dermatitis atópica.

La dermatitis atópica es la enfermedad más prevalente en la infancia, tanto que entre un 30% y un 40% de la población infantil tiene esta patología. A pesar de que es tan frecuente todavía hay mucha confusión y dudas con los tratamientos.

Con la intención de que tanto los afectados como sus familiares tengan un punto de información, el Hospital Reina Sofía ha creado una escuela guiada por profesionales de la salud. Principalmente pertenecen a Dermatología, pero también hay pediatras, oncólogos, psiquiatras y psicólogos.

En esta escuela denominada Califatopic, cuya segunda sesión del año se celebró la pasada semana (la primera fue en marzo), se habla sobre cuidados de la piel en el día a día de los niños, en sus actividades complementarias, en el colegio o en casa.

Casi el 30% de las consultas que recibe Dermatología Pediátrica son sobre esta enfermedad

Y también aspectos sobre el tratamiento, por ejemplo desmitificar a los corticoides, a los que “no hay que tenerles miedo”, señala la responsable de Dermatología Pediátrica del Reina Sofía, Gloria Garnacho, y asevera que esta enfermedad “no se puede curar con crema hidratante”.

En este encuentro los especialistas hablan sobre los fármacos, cómo se tiene que hacer el lavado, la hidratación, técnicas y herramientas para controlar el picor. Además, esta vez ha habido una sección dedicada a la fotoprotección, profundizando en cómo tiene que ser una exposición solar saludable y qué características debe tener un filtro solar. Por último, hay un tiempo para que los padres aclaren las dudas que tienen y que a veces no se pueden resolver en las consultas de Atención Primaria.

Para los niños ha habido un taller de experimentación de filtros solares y cuentos enfocados a la dermatitis atópica, mientras que a los de más edad los profesionales les han indicado cómo ponerse la crema solar, la hidratante o cómo se tienen que lavar “con la idea de que sean más independientes y no estén sus padres detrás de ellos”.

Uno de los objetivos de los talleres es que “al hospital solo lleguen aquellos casos seleccionados de dermatitis atópica, más moderada o más severa, que requieren más tratamiento sistémico”. Ahora mismo casi el 30% de las consultas de Dermatología Pediátrica están centradas en esta enfermedad.

La doctora Gloria Garnacho (centro), junto a otros profesionales de la escuela.

La dermatitis atópica surge normalmente entre los dos y los cuatro años, pero hay un 40% de los casos que puede aparecer en el primer año de vida, indica Garnacho. Suele coincidir con que el bebé empieza en la guardería y con ello “comienza con infecciones respiratorias de repetición y, de repente, los padres ven que la piel también se pone mal”. El 80% de los niños se cura cuando llega a la adolescencia (12 o 13 años).

Esta afección se manifiesta con eczemas, es decir, lesiones rojas que pican, con costra adherida y que se localizan en sitios típicos como detrás de las rodillas, delante de los codos, en las mejillas o incluso por todo el cuerpo.

Esta dermatitis va acompañada de un “picor insoportable que merma la calidad de vida”. En este sentido, la especialista indica que los niños afectados “no pueden descansar por la noche, por la mañana no atienden en el colegio y se van durmiendo por los rincones e incluso les afecta al carácter”.

La aparición de esta patología cutánea suele darse entre los dos y los cuatro años

De hecho, “cada vez se dice más que los niños atópicos son hiperactivos y no es que lo sean, sino que tienen un picor y un malestar tan grande que los hace ser irritables”, sin embargo “en el momento en que se les pone tratamiento y se controlan, esos niños son como otro cualquiera”.

La doctora insiste en que la dermatitis atópica afecta a la calidad de vida incluso más que otras patologías crónicas como la diabetes o la epilepsia “por el tema del malestar” y porque “lo que aparece en la piel se ve y los amigos y padres hacen comentarios”. Esto afecta a su vez a sus relaciones con los demás niños.

Ese aspecto estético también se refleja en que a veces no quieren ir a la piscina o la playa porque los eczemas se ven, ni jugar o hacer deporte porque el sudor da picor y más brotes.

Garnacho aclara que es necesario hacer todos los cuidados de reparación de la barrera, poner un tratamiento adecuado y controlar a los niños para que no se inicien una serie de mecanismos inmunológicos que pueden desencadenar en otras enfermedades, lo que se denomina marcha atópica.

Un eczema, si no se controla, puede derivar en asma, pólipos nasales, rinitis, conjuntivitis, alergias asociadas… “Si se trata bien en la infancia llegarán a ser adultos sanos y las posibilidades de mejora serán mayores”, apunta.

Algunos consejos

Como consejos para los niños atópicos, la dermatóloga manifiesta que es importante que se protejan del sol porque “es verdad que mejora la enfermedad, pero en exceso puede empeorar los brotes”.

Deben usar una fotoprotección adecuada con filtros solares que sean minerales y específicos para este tipo de pieles, deben renovarse de forma continua (cada dos o tres horas, después del baño o de sudar) y poner la cantidad adecuada.

Los pequeños afectados “pueden hacer vida normal e ir a la playa y la piscina, pero usando cremas barrera sobre los eczemas cuya misión es impermeabilizar la piel”. Se untan sobre el filtro solar y justo antes de que se metan en el agua.

Después de cada baño deben ducharse y, si no van a meterse más en el agua, deben utilizar una crema hidratante emoliente. Por la noche tienen que hacer su limpieza habitual con gel de ph ácido e hidratación.

Respecto a la ropa, lo más recomendable es que sea de algodón, fresca y no muy apretada “porque el sudor les suele empeorar mucho”, a lo que hay que añadir gorra, ropa solar y gafas polares en caso de exposición solar prolongada.

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