Eugenesia: buscando la perfección en el lado del mal

Humanidades en la Medicina

La búsqueda de la perfección de la especie es una antigua aspiración que ha llevado a acciones perversas a lo largo de la historia, atacando los derechos humanos

Desinformación y salud

Logo del Segundo Congreso Internacional de Eugenesia / E. D. C.

La búsqueda de la perfección de la especie humana desde el punto de vista psicofísico es un tema que ha sido abordado por historiadores, filósofos, genetistas, médicos y bioeticistas, entre otros, con el fin de la mejora de la raza (construcción social, no realidad biológica), pero que se ha visto envuelto en un panorama controvertido por las acciones llevadas a cabo en pro de esta supuesta superioridad, lo que se conoce como eugenesia.

Esta teórica perfección es una aspiración antigua del ser humano, como se ha demostrado a través de nuestro pasado. Recordemos a Platón que proponía una política de eugenesia, controlando las uniones sexuales, desechando a individuos imperfectos, o en la actualidad, donde la evaluación capacitadora excluye, por ejemplo, de forma injusta a los estudiantes discapacitados, con el pretexto de que obtienen peores resultados educativos.

Desde siempre se ha buscado esa perfección excluidora de personas con alguna tara, que incluso eran destruidas de la forma más infame. Me refiero a los griegos cuando despreciaban a los niños con defectos, considerados como subhumanos, y podían ser abandonados por sus padres. En Esparta, según la obra de Plutarco Vidas paralelas, pudo practicarse el infanticidio eugenésico, como relata en la biografía del legislador espartano Licurgo: “Nacido un hijo, no era dueño el padre de criarle, sino que tomándole en los brazos le llevaba a un sitio llamado Lesca, donde sentados los más ancianos de la tribu (La Gerusia) reconocían al niño, y si era bien formado y robusto disponían que se le criase repartiéndole una de las nueve mil suertes; más si le hallaban degenerado y monstruoso mandaban llevarle a las que se llamaban apotetas o expositorios, lugar profundo junto al Taigeto”.

Al monte Taygetos, en un desfiladero conocido como el Apotethae o expositorio, llevaban según esa historia a los niños con deformidades y los arrojaban desde altura. En esta misma zona, los espartanos tiraban a los adultos criminales y traidores. Es posible que parte de esta narrativa sea leyenda, como demostró el estudio publicado por la revista Hesperia, por lo que no hay evidencia científica de la magnitud del infanticidio, pero sí encontraron restos de individuos adultos que consideraban malhechores y delincuentes. Theodoros Pitsios, antropólogo de la Facultad de Medicina de Atenas, estudió durante 5 años los restos humanos extraídos de la ladera del monte Taigeto sin encontrar pruebas óseas de recién nacidos.

Hoy en días sufre la controversia de si, con el auge de las pruebas genómicas y la edición genética, la biotecnología moderna corre el riesgo de crear una nueva eugenesia en la que las personas discapacitadas sean suprimidas a través de dictámenes reproductivos.

La eugenesia tuvo un amplio desarrollo a partir de las ideas de Francis Galton (1822-1911), quien publicó algunas de las hipótesis de su primo Charles Darwin con la intención del perfeccionamiento de la raza. Aunque Galton figure como el que acuñó la palabra “eugenesia”, hemos de decir que ya estaba en uso, según el Oxford English Dictionary (1833), para definir la producción de descendencia electa. Galton fundó la Eugenics Education Society en 1907 para recolección de datos heredables, que podríamos considerar como antesala del Proyecto Genoma Humano (PGH) actual, pero con las limitaciones tecnológicas propias de la época. En el tiempo presente, recogiendo datos genéticos e identificando la secuencia del ADN y posibles mutaciones de los genes, nos permite decidir sobre la futura descendencia. ¿Podríamos trazar, entonces, la línea divisoria entre el PGH y la eutanasia?

El objetivo de los movimientos eugenésicos era la aplicación de las teorías reproductivas en base a la herencia, pero otras veces tenía como fin lograr una vida más apta. Pero había una forma más perversa y extrema que era acabar con la vida de personas basada el concepto erróneo de la etnia y de la supremacía. Para los nazis, por ejemplo, algunas eran “vidas indignas de ser vividas”, de menos valor para el Estado, cuya criminalización marco una época cruel con la connivencia de todos los estamentos del poder.

No podemos ni debemos de olvidar que las leyes de esterilización eugenésica empezaron a aplicarse en los EE.UU. a partir de 1907, posteriormente en Europa; después de la Segunda Guerra Mundial, no es un tema olvidado ni alejado. Se mantiene resurgiendo como eugenesia positiva para perpetuar rasgos deseables y la negativa prohibiendo la reproducción a parejas no aptas. En definitiva, se trataría de instaurar una reproducción selectiva y natural de las élites con la excusa de mejorar la sociedad. Lo que se llama darwinismo social.

En España no fluyó esta idea como en otros países. Basta recordar a Cánovas del Castillo cuando manifestó: “Darwin no se propone otra cosa que hacer inútil la idea de Dios”.

¿Es errónea la búsqueda incesante de la perfección como se pregunta Michael Sandel en el libro The Case Against Perfection, cuando se sobrepasan la seguridad y la justicia? Para Sandel, “la ciencia avanza más rápido que la comprensión moral”. Podemos tener la idea ingenua de que la ciencia es capaz de todo y que lo que hoy aceptamos como verdad, mañana es posible que lo veamos como una infamia en la creencia cínica y en nombre de la ciencia. La responsabilidad al final recaerá en la sociedad. Con la eugenesia se puso en juego la libertad, la dignidad y los derechos humanos.

“La ciencia nos ha convertido en dioses antes de que mereciéramos ser hombres”, aseguró Jean Rostand, ex-presidente de la Fédération nationale de la Libre Pensée.

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