La evolución de la atención psiquiátrica

Humanidades en la Medicina

El Hospital de los Inocentes, construido en Valencia a principios del siglo XV, revolucionó la atención a las personas con problemas mentales; fue el primer psiquiátrico

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El padre Jofré defendiendo a un loco / Joaquín Sorolla
Rafael Recio - Médico traumatólogo

28 de enero 2024 - 06:35

En El padre Jofré protegiendo a un loco, el pintor valenciano Joaquín Sorolla quiso captar con su inspiración el momento de lo que sería el comienzo de la construcción del primer hospital psiquiátrico del mundo en la ciudad de Valencia, cuando el padre mercedario Juan Gilabert Jofré defendió a un enfermo psiquiátrico del maltrato que se le estaba infringiendo, cambiando la percepción de la locura de aquella época.

Era en febrero de 1409 cuando observó que unos jóvenes golpeaban y se burlaban de una persona perturbada, a la que gritaban “al loco, al loco". El sacerdote se interpuso entre los instigadores y el agredido, protegiéndolo y poniéndolo a salvo lo llevó a la residencia mercedaria, donde le dio cobijo y curó las heridas. Así está referenciado en El Libro Becerro (códice medieval que referían los privilegios de las iglesias y monasterios).

A partir de aquí, comenzó una iniciativa para impulsar la creación de un hospital para enfermos dementes, que el Papa Benedicto XIII autorizó mediante bula el 16 de mayo de 1410; este centro se llamaría Hospital de los Inocentes, que daba cobertura, además, a personas pobres y niños abandonados. La capilla del hospital fue dedicada a Nuestra Señora de los Desamparados, actual patrona de Valencia; así esta Virgen quedó vinculada a este hospital.

Como recoge Alfonso Fernández Vázquez en su artículo Cambio en la noción de la locura. El Hospital de los Inocentes de Valencia (Cultura de los Cuidados), la creación de un hospital dedicado a la asistencia sanitaria de los pacientes psiquiátricos, incluyendo la terapia ocupacional, fue un hito revolucionario en la atención de estos enfermos, ya que la inactividad era considerada como una postura para adquirir malos vicios y dificultaba la curación; esta forma de curación fue adoptada posteriormente por otros hospitales. El reconocimiento a este proceder fue elogiado por Lope de Vega, y puesto de manifiesto en su obra Los locos de Valencia.

Que el Hospital d’Innocentes lo consideremos como el primer hospital psiquiátrico del mundo no está exento de polémica. Otras instituciones quieren preservarse dicho privilegio. Por ejemplo, en Londres, el Hospital de Bethlehem, fundado en 1247 por Enrique II, revindicaba haber sido el primer sanatorio mental. Pero existía una gran diferencia, y es que en el Hospital de los Inocentes se impartía tratamiento especializado, y en el londinense no; si bien acogían enfermos mentales, era en su mayor parte para tenerlos reservados y no en contacto con la sociedad.

El máximo responsable de la institución era el clavario u hospitaler, que tenía la potestad de recluir a cualquier individuo que aparentase conducta desordenada o creyese loco, haciendo la excepción de los que estaban al cuidado de algún familiar. Pero la familia, en la mayoría de los casos, los encerraba en habitaciones y caían en el olvido, tanto en higiene como en alimentación. Una conducta hasta hace muy poco objetivable, como pusimos de manifiesto en el artículo Soy tonto, lo sé… ¿Y tú?, dedicado al artífice de Promi.

Los medios que se empleaban no eran estrictamente curativos, sino que cuando un enfermo desobedecía o mostraba comportamientos violentos era castigado, con las formas carcelarias de la época. Se introdujeron las jaulas o gavias, para encerrar a los internos, no muy diferentes a las jaulas que existieron en Córdoba en el Hospital del Cardenal Salazar en el siglo XIX.

Este Hospital de los Inocentes de Valencia inició un movimiento de expansión que se tradujo en la adquisición y construcción de nuevos edificios para la atención psiquiátrica, como fue el de Zaragoza, que sirvió de ejemplo en la iniciación del movimiento reformista psiquiátrico en Europa a fines del XVIII y principios del XIX. En su fachada presenta la leyenda: Domus Informorum, Urbis et Orbis, que admitía a cualquier persona de origen o condición necesitada.

El Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza influyó positivamente en la obra de Philippe Pinel, considerado padre de la psiquiatría moderna, que instauró el trato humanitario a los enfermos mentales, el llamado tratamiento moral, quitando las cadenas a los pacientes, adhiriéndose a la corriente generalizada de la Europa del siglo XVIII.

Otro ejemplo en la saga lo tenemos en Córdoba, con el Hospital de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo, S. XV, que hoy es el Museo de Bellas Artes, situado en la plaza del Potro. Durante la guerra de la independencia pasaría a ser hospital de sangre, destinado para socorrer a heridos.

Según detalla Luis Fernando Barrios en El internamiento psiquiátrico en España: de Valencia a Zaragoza (1409-1808), la preocupación por asistir a los enfermos mentales se ha pretendido explicar de tres formas:

1º Por la influencia benéfica de la civilización árabe en el tratamiento de la locura. Para los pueblos occidentales, los locos eran "endemoniados" y para los pueblos orientales la locura se veía como una "aparición divina".

2º Los frailes de la Merced, en contacto con los musulmanes y la caridad cristiana, intentaban explicar esta conducta de labor de rescate, en una época en la que la iglesia procedía a exorcismos y el estado más rígido, con la hoguera.

3º Para otros autores la creación del hospital valenciano sería la solución de una problemática social grave, por el elevado número de pobres, vagabundos y locos que deambulaban por aquel entonces por Valencia.

El movimiento jofriano permitió la existencia y expansión de estos hospitales mejorando la calidad de actuación de enfermería y atención al enfermo mental, marcando el paradigma del inicio de su asistencia. Para Stanislaw Lem, “los manicomios son los museos de las almas…” como se describe en su obra El hospital de la transfiguración, recordando que los internos son enfermos, no personajes inútiles y desahuciados.

El 25 de abril de 1986 se aprobó la Ley General de Sanidad, que emprendió el proceso de reforma psiquiátrica con el cierre de la mayoría de los hospitales psiquiátricos, y posteriormente se crearon centros (Faisem) para la prevención de la marginación y la discriminación de la enfermedad mental grave, así como el apoyo a su integración social y laboral.

En el año 2010, se creó un departamento anexado al centro de salud de la avenida del Aeropuerto en nuestra ciudad, que originó protestas vecinales ante el temor del comportamiento que pudiera provocar estos pacientes. Nada más lejos: ante la desinformación existente y en mi experiencia personal, tras hablar con compañeros del equipo de psiquiatría, se disiparon todas mis dudas. Podíamos estar tranquilos, como así ha sido en todos estos años.

Lo edificante y al mismo tiempo innovador era la idea transmitida, que el entonces denominado “loco” podía recuperarse para la sociedad, cambiando la idea de la irreversibilidad que justificaba su aislamiento.

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