Experimentación animal en la Universidad de Córdoba: un proceso regulado y “proteccionista”

Ciencia

Roedores, gatos, perros o 'minicerdos', entre otros, viven en el Servicio de Animales de Experimentación de la UCO, en un proceso totalmente regulado y "proteccionista" 

Las imágenes del Servicio de Animales de Experimentación de la Universidad de Córdoba,

El Servicio de Animales de Experimentación de la UCO, en imágenes
El Servicio de Animales de Experimentación de la UCO, en imágenes / Juan Ayala

Córdoba/La investigación con animales sustenta la mayor parte de los estudios científicos y el desarrollo de medicamentos y tratamientos contra las enfermedades, tanto humanas como veterinarias. Sin duda, es un tema que genera mucho debate y controversia en buena medida por el desconocimiento que hay de todos los procesos que se siguen, pero que están regulados por ley. Desde finales de la primera década del 2000, la Universidad de Córdoba (UCO) cuenta con el Servicio de Animales de Experimentación, el primero de estas características de Andalucía que se puso en marcha y que ahora dirige el profesor Nahum Ayala.

Para conocer cómo trabaja este servicio y conocer la situación actual de la experimentación con animales, El Día ha visitado las instalaciones, que se encuentran a pocos metros de la Residencia Lucano. Desde este servicio, que pertenece al Vicerrectorado de Política Científica de la UCO, se da servicio tanto a la comunidad investigadora de la institución académica como a otras entidades públicas y privadas, además de a laboratorios.

Sin duda, la misión principal de estas instalaciones es dar apoyo a proyectos de investigación que requieren el uso de animales. Para ello, mantienen y cuidan ejemplares de distintas especies -más de 4.000 en la actualidad- en condiciones totalmente controladas. Además, un complejo sistema informático supervisa en todo momento las condiciones ambientales en las que se encuentran los animales para evitar cualquier tipo de error y que no sufran.

En el Servicio de Animales de Experimentación hay dos zonas totalmente diferenciadas: una zona de cría y suministro de animales, y otra reservada para la investigación. Además, desde hace cinco años, este servicio dispone de un biomódulo de bioseguridad 2 presurizado “para proteger a los animales que tenemos dentro y que, en muchos casos, están inmunodeprimidos”, expone el director.

En concreto, se trata de un espacio -un edificio barrera- al que hay que acceder vestido con un equipo de protección individual (EPI), incluida mascarilla y guantes, con “una serie de contención biológica extra para evitar que todo lo que hay dentro salga fuera, ya que se trabaja con animales infectados experimentales”, detalla.

Perros, gatos y 'minipigs'

Es en la zona de cría donde se encuentran más de 150 animales, entre ellos, perros de la raza beagle, una colonia de gatos y minipigs o minicerdos, que con cerdos domésticos modificados por el hombre para lograr tamaños pequeños. A todos ellos, hay que añadir alrededor de un millar de peces cebra -que se utilizan como organismos modelo para la investigación biomédica-, unos 3.000 roedores -entre ratas y ratones – y 24 conejos, que se encuentran en otro edificio también barrera y al que también es necesario acceder equipado con un EPI. Todos ellos, viven en condiciones óptimas, están estabulados, identificados en salas individualizadas en las que se controlan parámetros como la temperatura o la presión, entre otros.

“Tenemos una gran diversidad de especies y eso hace que haya que adaptar las infraestructuras y los cuidados a los requerimientos de cada una de ellas”, detalla. Y es que, según apunta Ayala, “el enriquecimiento ambiental es muy importante”. Esto significa que hay zonas exteriores “de expansión para que puedan correr y puedan interaccionar”, añade.

El Servicio de Animales de Experimentación de la UCO, en imágenes
El Servicio de Animales de Experimentación de la UCO, en imágenes / Juan Ayala

En este punto, explica que uno de los requisitos que establece la normativa es que “todo animal que se use en investigación tiene que ser criado en un centro autorizado”, tal y como es el de la UCO.

Pero, ¿para qué se utilizan estos animales citados? Pues, en el caso de estos pequeños cerdos, para biomedicina, cirugía, odontología, oftalmología, entre otras disciplinas, mientras que en el caso de los perros y gatos se utilizan para “temas de comportamiento, de nutrición, de dieta y palatabilidad y patologías renales”, detalla. Respecto a este último, informa de que recientemente una empresa que quiere hacer estudios de palatabilidad se ha puesto en contacto con ellos porque quiere probar diferentes aditivos y ver qué resulta más atractivo para los animales.

Entre los servicios que presta este centro se incluye el mantenimiento de animales de laboratorio en zona convencional, barrera SPF y/o bioseguridad Nivel 2, suministro de animales de experimentación, gestión de colonias, cirugías y rederivaciones, análisis laboratoriales, criopreservación, uso de quirófano experimental (para animales grandes y pequeños), pruebas comportamentales y neuromotoras en roedores, además de pruebas de monitorización, calorimetría y composición corporal en roedores, procedimientos experimentales en animales de experimentación y servicio de necropsias.

Las tres R de la investigación con animales

Reducción, reemplazo y refinamiento son los principios rectores de cualquier investigación animal. Fueron el zoólogo William Russell y el microbiólogo Rex Burch los que establecieron estos principios en la década de los 50 del pasado siglo y que aún se mantienen; se conocen como las tres erres de la investigación animal. En el caso de la reducción, se trata de utilizar el mínimo número de animales posible.

El director del Servicio de Animales de Experimentación, Nahum Ayala
El director del Servicio de Animales de Experimentación, Nahum Ayala / Juan Ayala

Por su parte, en el caso del reemplazo, Ayala subraya que se trata de un principio “muy importante, ya que la propia normativa de experimentación animal insta a buscar métodos alternativos a los animales”. En este punto, reconoce que, “muchas veces, parece que son posturas enfrentadas y no es así. Desde el propio ámbito de la investigación trabajamos día a día para encontrar alternativas al uso de animales y, por ejemplo, un reemplazo también es utilizar un pez antes que un ratón”.

La tercera erre es la del refinamiento, desde la que se insta a utilizar métodos que alivian o minimizan el dolor, el sufrimiento o la angustia potenciales y mejoran el bienestar animal de los animales utilizados. En concreto, se trata de usarlos “con las técnicas que les confieran el mínimo dolor, sufrimiento y angustia”, según detalla el director del servicio.

Ante las críticas hacia el trabajo que se desarrolla en este ámbito, Ayala es tajante: “Tenemos una normativa que es muy garantista y muy proteccionista porque pone en el centro de la norma al bienestar animal”. "Para la evaluación de la seguridad de fármacos, aditivos y pesticidas hay que utilizar modelos animales", recuerda.

También aclara que no todos los estudios experimentales acaban con el sacrificio de los animales con los que se trabaja. Es más, continua, “uno de los artículos de la normativa especifica que siempre que se pueda hay que evitar el sacrificio de los animales”. En este punto, además, recuerda que en este ámbito también hay un riguroso control y que solo las personas que están capacitadas pueden realizar el sacrificio de los animales.

Otro de los puntos a los que hace referencia es que este tipo de experimentación también es para los propios animales: “Es investigación veterinaria para avanzar en el estudio de las enfermedades, de las patologías de los propios animales”, apunta.

Comité ético

Pero, ¿cómo se pone en marcha una investigación de estas características en la UCO? Pues, para ello es necesario ponerse en contacto con el propio servicio que, posteriormente, concierta una reunión con las personas interesadas, el investigador o la empresa que lo haya solicitado para ver qué necesidades tienen.

En este punto, el director del servicio hace un inciso y aclara que para llevar a cabo cualquier tipo de estudios es necesaria una autorización de la autoridad competente, que en este caso está derivado a nivel autonómico y depende de la Consejería de Agricultura de la Junta.

A continuación, la solicitud del estudio -en el que tienen que aparecer todos los detalles del mismo, como las especies a utilizar, qué se pretende hacer o por qué no hay un método alternativo al uso de animales - tiene que pasar por el comité ético de experimentación animal que asesora a los investigadores y que evalúa un órgano habilitado de la Universidad de Córdoba. “Tienes que definir perfectamente qué, cómo y para qué lo vas a hacer”, aclara.

Si pasa el filtro del comité ético, entonces se pasa el proyecto a la autoridad competente que tiene que dar el visto bueno definitivo.

Bienestar animal y transparencia

Otro de los aspectos fundamentales a los que hace referencia Ayala es que el bienestar animal es “prioritario” en las instalaciones. Prueba de ello, es que el servicio está acreditado por dos sistemas de calidad, la ISO 90001 y la 14001. Además, se encuentra en trámite de acreditarse por los principios de las Buenas Prácticas de Laboratorio (BPL). Se trata de sistemas de calidad que dotan a los resultados que el servicio realiza de un plus de veracidad, de garantía de cómo está hecho y de que esos resultados se hacen acorde a unas especificaciones.

El director de este servicio también alude a la importancia de la transparencia en el uso de animales de experimentación. No en vano, en la Confederación de Sociedades Científicas Españolas (Cosce) se diseñó un acuerdo de transparencia en experimentación animal para que las instituciones y entidades que quisieran se pudieran acoger a ello. “La idea es dar visibilidad y hablar claramente sobre qué se hacía y qué se hace en la experimentación animal”, aclara y añade que este acuerdo tiene como objetivo principal “establecer vías de comunicación entre el ámbito científico y la sociedad en general y explicar los beneficios derivados de su uso”.

El Servicio de Animales de Experimentación de la UCO, en imágenes
El Servicio de Animales de Experimentación de la UCO, en imágenes / Juan Ayala

Así las cosas, las instituciones que se adhieren a este acuerdo se comprometen a cuatro principios fundamentales relativos a la transparencia de la experimentación animal: hablar con claridad sobre por qué su utilizan animales; proporcionar información adecuada a medios de comunicación y la sociedad en general sobre en qué condiciones y qué requerimientos son necesarios para llevar a cabo estos trabajos; promover iniciativas que generen mayor conocimiento y comprensión a la sociedad, e informar de forma anual de cómo avanza todo lo relacionado con la transparencia.

La UCO se acogió a este acuerdo en 2018 y, según concluye Ayala, “uno de los valores del servicio es promover esta comunicación, divulgación y transparencia en el ámbito de la investigación animal”.

* Nota para el lector: Por cuestiones de confidencialidad, los animales que forman parte de los estudios que se llevan a cabo en estas instalaciones no pueden ser fotografiados.

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