¿Qué son las familias colaboradoras?
Solidaridad
Estas familias ofrecen un entorno normalizado y de apoyo a los menores tutelados que habitan en centros, sin necesidad de recurrir a la acogida o la adopción
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La figura de las familias colaboradoras es desconocida por gran parte de la población, incluso confundida con otros perfiles y recursos como el de familia de acogida o de adopción. La diferencia más clara radica en la periodicidad, en la colaboración, pues estos núcleos familiares acompañan al menor en periodos puntuales, como fines de semana y vacaciones.
La Asociación Paz y Bien trabaja desde 2018 en el programa Familias Colaboradoras con el objetivo de dotar de nuevas alternativas a los menores atendidos en los centros de protección de Andalucía. En concreto, se posibilita una opción familiar más allá de los centros residenciales donde conviven diariamente con otros menores.
La educadora social de dicha asociación, Eva Carrasco, indica que estos menores vienen de un entorno familiar desestructurado y, por tanto, a veces pueden llegar a repetir patrones. “Muchos de ellos tienen principalmente necesidades afectivas, presentan problemas de absentismo escolar, abandono por parte de los progenitores o problemas de conducta por falta de límites”, manifiesta esta profesional.
El papel de la familia colaboradora es clave para que estos chicos convivan en un entorno normalizado. Para llegar a realizar esta colaboración se realiza un proceso paulatino en el que se da formación a la familia, además de mantener el contacto una vez que se formalice la colaboración, una etapa en la que “la asociación está siempre pendiente”.
El coordinador de infancia y juventud de Paz y Bien, Benito Romero, asegura que este proceso no compromete a nada, simplemente acompaña al menor. Esta figura que últimamente está teniendo mayor auge, como confirma Romero, no precisa de carácter legal; es decir, no se realiza una fórmula legal como ocurre con la acogida o adopción.
Los usuarios mayoritarios son adolescentes, ya que “tienen más difícil el tema de la acogida”, apunta el coordinador, que considera que “esto es una experiencia vital, porque por muy bueno que sea un centro, es un centro”. Además, destaca que habría que invertir mucho más para divulgar este tipo de iniciativas.
Con esta acción, las familias pueden compartir su tiempo con niños, niñas y jóvenes de manera que puedan establecer vínculos afectivos con otras personas y aprender a relacionarse y convivir en un ambiente familiar de manera puntual.
Las familias se convierten así en un apoyo para los menores, fuera de los centros en los que habitan, ayudando en el tránsito a la vida adulta e influyendo positivamente en el desarrollo personal, emocional y social de estos.
Paz y Bien está en constante búsqueda de personas mayores de edad que, de manera altruista, estén dispuestas a ofrecer cariño, estabilidad y atención a los niños y niñas tutelados por la administración andaluza.
Una característica importante del programa es la posibilidad de acoger que tienen todas las modalidades de familia, pudiendo ser también monoparentales, con el único requisito de ofrecer la seguridad y tiempo de calidad que los menores requieren.
En la mayoría de ocasiones, lo que estos niños y jóvenes necesitan es disfrutar y valorar lo cotidiano del día a día, como dar un paseo en bicicleta, echar una tarde de cine, disfrutar de una buena conversación u otras cuestiones más relevantes en la vida de cualquier joven como el apoyo a la hora de tomar decisiones. El desarrollo de estas acciones, tanto para los menores como para las propias familias, repercute favorablemente en el bienestar de ambos y en la mejora de su calidad de vida.
Desde la Asociación Paz y Bien advierten de la carencia de la figura de estas familias. En la actualidad sigue existiendo una falta de núcleos que atiendan la demanda de los menores, siendo el número de chicos que están en el sistema de protección en acogimiento residencial mayor que el de familias colaboradoras.
Por ello, desde Paz y Bien buscan visibilizar el papel y la importancia de estas familias colaboradoras a través de las técnicas profesionales del programa, quienes asesoran e informan a través de sesiones periódicas de las necesidades y cuestiones que pudieran surgir entre el menor y las propias familias, de manera que permita reforzar el vínculo afectivo entre ambos y las relaciones durante el tiempo puntual que compartan.
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