¿Tenemos que ser felices en Navidad?

Humanidades en la Medicina

Si partimos de la premisa de que no existe la Navidad ideal, tendremos que gestionar cómo la queremos, construyendo un arquetipo personal y asumiendo que algunas ideas son inalcanzables

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Alumbrado navideño en Puente Genil
Alumbrado navideño en Puente Genil / José Manuel Cabezas
Rafael Recio - Médico traumatólogo

17 de diciembre 2023 - 06:00

Cuando se acercan las fiestas de Navidad nos sumimos en preparaciones, en la elaboración de un plan vacacional con turnos laborales, reuniones familiares, reuniones sociales, regalos, juguetes, paga extra, aguinaldos, etc. Todo esto cargado de tensión y ansiedad ante la incertidumbre de no poder cumplir las expectativas marcadas, lo que nos puede llevar al estrés emocional.

Una de las teorías es que la psicopatología tiende a aumentar en estas fechas, porque el estado de ánimo de las personas puede empeorar y, si añadimos el exceso en comidas y bebidas alcohólicas, estamos haciendo un cóctel nada saludable.

En los últimos años, los científicos han investigado cómo la Navidad nos afecta física y mentalmente. Cantar villancicos puede mitigar el estrés e incluso existe en contraposición con un pico de ataques cardíacos en la víspera de Navidad. Para demostrar la participación del cerebro se analizó con resonancia funcional poniéndose de manifiesto la activación de algunas zonas cerebrales ante estímulos de imágenes navideñas con asociaciones positivas.

Existen estudios en los que las vacaciones de Navidad parecen dar lugar a dos grandes patrones, como el empeoramiento del estado de ánimo y las muertes relacionadas con el alcohol, y en contraste, parece haber una menor utilización de los servicios de urgencias psiquiátricas, así como de la ideación suicida en cuanto al comportamiento de autolesión e intentos y consumación de suicidios. Este fenómeno tiene un repunte en suicidios e intentos de suicidio después de las fiestas, lo que convierte en un posible factor determinante en la salud pública. En estas fiestas lo que es realmente preponderante es la sensación de soledad o soledad real.

Para algunos autores, las navidades se consideran uno de los principales acontecimientos vitales estresantes y uno de ellos puede ser la familia. Según un estudio canadiense, los estresores más frecuentes en época navideña son la soledad (40%) y la ausencia o carencia de la familia (38%). La mayoría de los participantes emplearon la palabra “deprimido”. En mi experiencia como médico hospitalario y con pacientes muy longevos, la mayoría con fractura de cadera, la situación era inquietante a la hora de darles el alta, muchos de ellos preferían quedarse en el hospital ante la soledad de su hogar.

Tengamos en cuenta las altas expectativas que se publicitan en los medios de comunicación para tener una inmensa felicidad en estos días al reunirnos con la familia y, si no se consiguen, pueden conducir a conflictos emocionales que podrían derivar en estados psicopatológicos a través de la frustración.

En algunos casos, presentamos una felicidad programada en base a la comida como una forma de materializar esta sensación de bienestar, y, a veces, con la correspondiente indigestión e indeseable ganancia de peso.

Hay una obligatoriedad en esta época de tener cerca a la familia que, posiblemente, no sea buena en algunos casos. ¿Es la familia tan segura como aparece en los spots publicitarios? o ¿actúa como un desencadenante del estrés? Pensemos que el apoyo social puede ser un tampón del sufrimiento psíquico que pudiéramos tener y, a veces, no siempre proviene de la familia.

Émile Durkheim, sociólogo, utilizó la expresión "efervescencia colectiva" para describir el estado de ánimo positivo que percibimos cuando somos parte de las actividades sociales que engendran alegría colectiva y nos hacen sentir como de una comunidad más grande. Esta entusiasta sintonía de las frecuencias emocionales con ánimo positivo es lo que podríamos llamar como espíritu navideño, cargado de buena voluntad, generosidad y altruismo. De lo que se trata es de levantar el ánimo general, he ahí la colocación de adornos navideños para poner de relieve estímulos que desencadenarán recuerdos gratos en otras épocas almacenados; o la Lotería de Navidad, que nos sumerge en participaciones colectivas para apoyo de ciertas asociaciones humanitarias.

Pero la Navidad puede ser un periodo difícil, como recoge Reacciones negativas a la Navidad de J. Eisenbud, porque podemos estar preocupados por el dinero, por tener personas queridas alejadas, experimentar soledad estemos acompañados o realmente solos, conflictos personales y enfermedad o rememorar el duelo anteriormente experimentado de Silla vacía. Todos estos ítems pueden llevarnos y exponernos al estrés con las consecuencias psicofísicas que supone.

No obstante, según un estudio de la consultora GfK, el 65% de los españoles considera que lo más importante para tener una buena salud física y mental es pasar tiempo con la familia, los amigos y las mascotas. El estar con amigos, regalar a personas para nosotros especiales, dar y recibir abrazos, e incluso jugar para activar el niño que llevamos dentro es bueno para nuestra salud.

Si partimos de la premisa de que no existe la Navidad ideal, tendremos que gestionar cómo la queremos, construyendo un arquetipo personal, asumiendo que algunas ideas son inalcanzables, chocando de pleno con el libre albedrío, si es que existe.

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