Final de temporada

La Orquesta de Córdoba comunicó el pasado mes de abril la inesperada cancelación de la cellista rusa Anastasia Kobekina, anunciada inicialmente, además de cómo artista residente de la presente temporada, también como solista del último concierto de abono de la misma.

Este tuvo lugar los pasados días 20 y 21 con otro violonchelista, Adolfo Gutiérrez Arenas, y con un diferente e interesante programa compuesto por el Concierto para violonchelo de Robert Schumann (1810-1856) y la primera de las sinfonías oficiales de Felix Mendelssohn (1809-1847).

Puede que el ser la segunda una obra de juventud de un Mendelssohn de 15 años y la primera una pieza de madurez de Schumann diera lugar al título Principio y fin, puesto por la Orquesta para este concierto de final de temporada.

El concierto de Robert Schumann es una obra tan extraña (por su orquestación y estructura) como cautivadora (por la inspiración melódica y la intensidad emocional), que Adolfo Gutiérrez enfocó y ejecutó con gran acierto y muchos momentos de brillantez. Al acompañamiento de la Orquesta de Córdoba y a la batuta del gran Víctor Pablo Pérez acaso les pudo faltar algo de vigor y complicidad expresiva con el solista. No fue el caso de la generosa propina de Antonin Dvorak (1841-1904), Bosques silenciosos, en la que todos (solista, orquesta y director) nos inundaron, a una, de un intenso lirismo y de paz.

También estuvieron muy acertados, orquesta y director, en la obra de la segunda parte. Aunque aún lejos de la brillantez expresiva de sus grandes sinfonías, la Sinfonía n. 1 de Mendelssohn se escucha con un interés que la interpretación del viernes supo sin duda incrementar.