Un golpe contra Gaspar Zarrías
Nunca fue Córdoba una plaza fácil para el grupo de trabajo de Gaspar Zarrías, hoy secretario de Estado y uno de los hombres fuertes de la dirección federal del partido. En el pasado, el exconsejero de Presidencia nunca llegó a trabar relaciones intensas con las sucesivas direcciones provinciales del partido. La decisión de prescindir de Joaquín Dobladez es una afrenta directa a esos intereses que siempre se encuentran, de forma transversal, en el Partido Socialista.
Este tipo de polémicas suelen leerse en clave local pero tienen otros puntos de vista desde los que mirarse, sobre todo cuando el poder real de cesar y designar no se encuentra en la sede de la avenida del Aeropuerto sino en los despachos de San Telmo y la dirección andaluza del PSOE. En Sevilla, la nueva dirección, desde la llegada de Griñán, ha ido prescindiendo progresivamente de los cargos públicos nombrados o auspiciados por las personas que más poder tuvieron junto a Manuel Chaves. La salida de los cercanos a Zarrías se produjo de una forma más silenciosa. La marcha de Luis Pizarro y sus cercanos, centrados en Cádiz, fue estruendosa y se ha cobrado numerosas piezas en la estructura intermedia de la Junta.
José Miguel Salinas es el nexo común de muchas de las personas que forman parte de esta historia. El exvicepresidente de la Junta, siempre cercano a Zarrías, sigue siendo una persona de referencia en las filas del Partido Socialista. Pese a que no tiene cargo orgánico, Salinas sigue siendo una persona que suele estar en la cara b de la política cordobesa. La decisión es una verdadera afrenta para personas que han contado con su confianza.
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