Crónica del gran apagón en Córdoba: "¿Qué ha pasado? ¿Nos han atacado?"

A pie de calle

Durante más de 12 horas, el tráfico funcionó sin semáforos, el Hospital Reina Sofía cortó su actividad a mediodía y el comercio cerró; en la calle, el ambiente fue de relajación

Las imágenes del gran apagón en Córdoba: intento de normalidad entre el caos

Una mujer con un transistor, a las puertas del Teatro Góngora.
Una mujer con un transistor, a las puertas del Teatro Góngora. / Robles

Córdoba/Eran poco más de las 12:30 del lunes 28 de abril cuando la rutina se vino abajo. Primero se fue la luz y, en cuestión de minutos, los teléfonos dejaron de funcionar y wassap lo hizo a trompicones. De repente, la vida regresó al siglo pasado: sin televisión, sin smartphones, sin internet, sin redes sociales, sin conexión más allá del tú a tú. De nada sirvió tener el último modelo de Alexa en casa, porque el altavoz inteligente quedó como un adorno mudo en la estantería.

Así que no hubo más remedio que recurrir al transistor de pilas de toda la vida. A quien lo tuviera de sus abuelos, solo necesitó cambiarle las pilas. Y quien no dispusiera de uno, se lanzó a la calle en busca de uno. El transistor, uno de los objetos incluidos en el kit de supervivencia diseñado por la Unión Europea para ocasiones de emergencia y que tanta burlas provocó semanas atrás, se convirtió en el objeto más buscado ayer en Córdoba. Se agotó en las ferreterías y en los bazares, como el papel higiénico en las primeras horas de la pandemia del Covid-19.

A las puertas del Teatro Góngora, ya por la tarde y tras siete horas de apagón, una trabajadora municipal intentaba sintonizar la radio con uno de estos transistores mientras turistas y cordobeses paseaban a su alrededor: “Solo se coge Canal Sur, y a ratos. Es casi imposible enterarse de nada”, se quejó la mujer mientras alargaba la antena del aparato como una extensión de su brazo. El altavoz escupía a duras penas una voz metálica y entrecortada: “Nada”, se dio por vencida. "¿Qué ha pasado? ¿Nos han atacado?", le preguntó un viandante mientras daba un paseo. El pregón del Mayo Festivo a cargo del cineasta Gerardo Olivares, previsto para las 20:00 de este lunes en el teatro de la calle Jesús y María, tuvo que cancelarse.

Cruces sin semáforos

Aunque, lejos del pánico y el estrés que retratan series y películas de contenido postapocalíptico, la jornada se vivió con relativa normalidad. Los semáforos dejaron de funcionar desde el primer momento, y no por ello la ciudad quedó sumida en el caos. Un batallón de policías locales se lanzó a la calle para regular el tráfico en los cruces más conflictivos de las principales avenidas, como el Vial Norte o Ronda de los Tejares.

Un policía local regula el tráfico en Ronda de los Tejares.
Un policía local regula el tráfico en Ronda de los Tejares. / Robles

Y de vez en cuando sonaron las sirenas de los vehículos de emergencia, en muchas ocasiones procedentes de vehículos de bomberos que se dirigían a edificios con personas atrapadas en los ascensores; el Ayuntamiento no reportó ninguna incidencia de importancia, aunque hubo decenas de casos incidencias con los elevadores.

El Reina Sofía, solo para asistencia urgente

En el Hospital Universitario Reina Sofía, uno de los puntos más sensibles de la provincia, la actividad programada se mantuvo hasta las 15:00 gracias al suministro de los grupos electrógenos. Pero, a partir de esa hora, y con el objetivo de “seguir garantizando una atención segura”, quedó suspendida la actividad programada por la tarde, manteniendo eso sí la asistencia urgente, crítica y oncológica, reportaron fuentes sanitarias.

El Hospital transmitió su “más sincero agradecimiento” a los profesionales, por demostrar “una vez más su compromiso, responsabilidad y dedicación, así como a las instituciones que han colaborado de manera estrecha para garantizar el suministro eléctrico necesario”. El centro, asimismo, apeló a la “comprensión y colaboración” de pacientes y familiares”. “Nuestro esfuerzo está dirigido a ofrecer, en todo momento, la mejor atención posible”, incidió el Hospital.

“Un día muy complicado” para el comercio y la hostelería

En la calle, Córdoba pareció entregarse al apagón como el final de abril se merece: con lentitud, dejando para este martes las preocupaciones y los problemas. Hasta la hora del almuerzo, los grandes supermercados funcionaron con normalidad gracias a los grupos electrógenos, pero la ciudad se vistió de domingo por la tarde. Muchos comercios optaron por cerrar y numerosas oficinas y lugares de trabajo dieron la jornada por terminada.

Sin tele, sin red, sin móvil, pasear -solo, con el perro, en compañía- fue la única opción. En la heladería David Rico de Las Tendillas, tuvieron más clientela de lo habitual, confesó el encargado, Julio Ruiz, aunque el género escaseó por fuerza mayor. “Hemos guardado el helado en cámaras frigoríficas y esperemos que aguante. Solo podemos servir bebidas”, contó. La leche merengada y la granizada volaban por el mostrador, abarrotado de locales y turistas.

Leche merengada en David Rico.
Leche merengada en David Rico. / Robles

Al otro lado de la calle, la cola del Starbucks era cada vez mayor y era difícil encontrar hueco en la plaza, donde los free tours siguieron con una normalidad solo rota por el ruido ensordecedor del generador que alimentó durante toda esta extraña jornada la farmacia de Las Tendillas.

A las 19:00, eran pocos los establecimientos que seguían abiertos. Y los que lo hacían, permanecían a oscuras, como la cafetería Sabor Moreno: “Llevamos horas sin poder servir café, y no nos queda nada salado. Está siendo un día muy complicado”, explicó una encargada tras la barra antes de atender a una familia llegada de Italia: “Solo dulce, no salado”, intentó explicarles mientras una integrante del grupo preguntaba por un trozo de pastel cordobés.

La cafetería Sabor Moreno, a oscuras.
La cafetería Sabor Moreno, a oscuras. / Robles

La noche se ilumina con velas

Aparte de la conservación en frío de los alimentos, el otro gran problema del comercio y la hostelería fue el pago, pues los datáfonos se quedaron sin conexión y solo funcionó el efectivo, otro viaje al siglo XX. “Está siendo una jornada horrible”, confesó Anabel de la Riva, dependienta de la boutique La Cañada, en plena calle Cruz Conde. “En nuestro caso, estamos aprovechando para ordenar el género y sacar ropa de temporada. Han entrado algunas clientas, pero en los probadores no hay luz y no se puede pagar con tarjeta. Es una faena”, asumió la mujer en la oscuridad de un atardecer extraño.

La boutique La Cañada, sin luz.
La boutique La Cañada, sin luz. / Robles

Fuera, la ciudad fluía, como si el apagón fuera una cosa de mañana. “Solo me queda un 5% de batería”, se oyó decir a una joven sentada en los bancos, atestados, de la calle Góngora. La frase sonó relajada y terminó con una carcajada. Por la noche, dentro de las casas, las ventanas y los balcones dejaron entrever las velas encendidas, con la calle sumida en una oscuridad absoluta rota por las luces de las patrullas policiales, los faros de los coches y los móviles utilizados como linternas.

El suministro eléctrico ha regresado de madrugada a la provincia de Córdoba, con internet, el móvil y la rutina.

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