"Con el hambre se puede acabar si se quiere y se ponen los medios adecuados"

GEOGRAFÍA HUMANA

Durante los últimos 30 años, José Esquinas ha trabajado como funcionario internacional dentro de la FAO y, entre otros, vertebra su labor en la defensa de los más pobres y la seguridad alimentaria

José Esquinas, en las instalaciones de El Día durante la entrevista.
José Esquinas, en las instalaciones de El Día durante la entrevista.
Lourdes Chaparro

15 de febrero 2009 - 01:00

CONOCE al detalle las cifras del hambre a nivel mundial y se muestra convencido de que la falta de alimentos que asola a numerosos países se puede vencer, ya que, a su juicio, el problema no reside en el reparto de los alimentos, sino en la falta de investigación de los países y la falta de desarrollo de los cultivos locales. Aunque comienza aportando esos horribles datos con naturalidad, su tono de voz se va elevando a medida que transcurre la entrevista y llega a la conclusión de que gran parte de la falta de alimentos se debe a la "colonización nutritiva", que ha hecho depender a todos los países del pan, y también de la eliminación de los cultivos locales.

-Su trabajo en la FAO durante los últimos 30 años le ha valido, entre otros aspectos, para conocer de primera mano las cifras del hambre. ¿Qué siente cuando se manejan esos datos?

-Las cifras sobre el hambre son escalofriantes y considero que el hambre es el mayor problema, la mayor plaga y la mayor enfermedad que tenemos en el mundo, junto a la pobreza. La situación era antes mejor, pero en 2008 ha crecido por la crisis alimentaria y las personas que mueren son más de 15 millones al año; eso significa que unas 30.000 personas al día mueren como consecuencia del hambre y la malnutrición. Es la plaga más importante actual en comparación con los accidentes de tráfico y la violencia. Además, la inmensa mayoría de esas muertes se producen en los países en vías de desarrollo, que son muy ricos en materia prima. Cuando trabajas con esas cifras te rebelas y casi lloras de rabia. Por otra parte, no se puede hablar de que el problema es el problema de los hambrientos, sino de la Humanidad. Cuando en Occidente nos planteamos problemas tales como la inmigración o la seguridad mundial, no queremos darnos cuenta de que el caldo de cultivo en el que se alimenta es el hambre y la pobreza. Nadie va a emigrar, nadie va a salir de su país, ni abandonar su familia si allí puede vivir en condiciones, al menos, razonables. Muchas veces, quien coge una patera arriesga menos que quedándose en su país.

-¿Tan mala es la situación en la que viven en los países de los que huyen? Porque muchos de ellos, tampoco encuentran en los países de destino una vida fácil.

-A pesar de todas las penurias que pasen, ya que en algunos casos allí viven peor. Por ejemplo, en el caso de la violencia, el valor de la vida es muy bajo donde la gente muere de hambre, por lo que no es de extrañar que haya violencia. Es un elemento importante y nosotros combatimos esas raíces. Por ejemplo, lo que el mundo está utilizando en armamento en un sólo día es el equivalente al presupuesto regular de la FAO equivalente a diez años.

-¿Qué papel cumple la FAO?

-La FAO tiene como objetivo eliminar el hambre en el mundo y es un foro intergubernamental, nada más. Se trata de un foro donde todos los países del mundo se reúnen de manera periódica para discutir problemas de agricultura y alimentación.

-Realmente, ¿cree que se conoce ese trabajo y ese dialogo?

-No, se conoce muy poco. Cuando termina la Primera Guerra Mundial, los países deciden que nunca más iban a utilizar las armas y que tienen que sustituirse por el diálogo. Así se crea la Sociedad de Naciones, que deja de ser eficiente y aparece la Segunda Guerra Mundial. Tras ella, en 1945 se crean las Naciones Unidas y la primera organización que se crea dentro de ella fue la FAO, en la que las decisiones que se toman son de los países. En ella, se busca un consenso y un equilibrio de intereses.

-Con su trabajo en la FAO ha denunciado la excesiva interdependencia alimentaria entre los países. ¿Cree que se puede acabar con ella?

-La interdependencia media de los 20 cultivos más importantes de cada país es del 70%; sólo en España, la dependencia es del 83% y la de Estados Unidos es superior al 95% porque la mayor parte de los cultivos que utilizan proceden de otros países. Por ejemplo, el trigo que se consume en España procede del medio Este, el arroz de Asia y el tomate de América Latina.

-Entonces, ¿qué pasa con los cultivos españoles?

-Tienen sus centros de origen en otros continentes y, por eso, cuando hay un problema hay que ir a ellos. Es como el caso de la hambruna europea del siglo XVIII con la patata. Ésta llegó de América y pasó a ser la base de la alimentación de muchos países del centro de Europa. En 1839 apareció la enfermedad de la patata porque todas ellas venían del mismo sitio, todas eran de las misma variedad y eran susceptibles a esa enfermedad. Así, se empiezan a buscar pesticidas hasta que alguien piensa ir al centro de origen de la diversidad genética y descubren que había muchas variedades y que allí estaba la resistencia. Esto demuestra la importancia de la diversidad para el desarrollo y el peligro que supone su desaparición y la interdependencia de los países.

-A su juicio, ¿cuáles son las causas del hambre?

-Tradicionalmente se había dicho que la causa del hambre era un castigo divino. En 1798, el filósofo inglés Thomas Roberts Malthus dijo que no, que se debía a la falta de alimentos, pero eso no es cierto, porque ahora hay el doble de alimentos de los que se necesitan. En 1881 se dijo que el problema era de las titularidades, es decir, la capacidad que tiene cada población de acceder a los alimentos y, posteriormente, se consideró que el problema es de carácter político y estructural. Para mí, es de naturaleza política y estructural. No se trata de producir más alimentos, sino que los que los necesitan tengan acceso a ellos y, para ello, es necesario que el apoyo sea en el lugar donde se producen los alimentos. Hay que tener en cuenta que más del 70% de los que tienen hambre viven en zonas y áreas rurales. No se trata de que puedan comprar los alimentos, sino que se incremente la producción en la zona y promover las variedades y cultivos locales.

-¿Cree que algún día se acabará con esta lacra?

-Absolutamente sí, pero hay una serie de intereses y no siempre pueden coincidir con la cooperación de los países.

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