La hechicera de Montilla que inmortalizó Miguel de Cervantes

Leonor Rodríguez 'La Camacha' conocía hasta 35 conjuros y 'adquirió' el poder de volver estériles y frígidas a las mujeres e impotentes a los hombres con sólo rezar una oración

La hechicera de Montilla que inmortalizó Miguel de Cervantes
La hechicera de Montilla que inmortalizó Miguel de Cervantes

Entre los años 1450 y 1750 tuvo lugar en Europa una caza de brujas que condujo a miles de personas, en su mayoría mujeres, a la hoguera, inculpadas de tener trato directo con el diablo y ser las causantes de toda desgracia ocurrida a su alrededor. Y Córdoba no escapó a este negro capítulo. En Montilla hubo unas famosas hechiceras, conocidas con el sobrenombre de Las Camachas, que fueron procesadas por el Tribunal de la Inquisición de Córdoba por el delito de brujería y hechicería. Entre ellas destacó Leonor Rodríguez, inmortalizada por Cervantes en El Coloquio de los perros.

Leonor, la más famosa de las cinco, nació en Montilla en 1532, y vivió en la casa que está situada en el número 4 de la antigua calle de Tarasquilla, actualmente llamada calle Padre Miguel Molina. Conocida comúnmente como La Camacha. El apodo le viene derivado de su abuelo, el mesonero Antón García Camacho, oriundo de Espejo, y ya llamaban así a la abuela, madre y tía. Se casó con Antón Gómez de Bonilla El Furioso (era epiléptico), labrador y curtidor vecino de Montilla, y tuvo dos hijos varones.

Se inició en Granada en el arte de la herboristería, ungüentos y hechicería. Conocía hasta 35 conjuros, algunos de ellos con palabras y otros con cercos. Incluso adquirió el poder de volver estériles y frígidas a las mujeres e impotentes a los hombres, con sólo rezar la "oración de Santa Marta", una de las más populares entre hechiceras y mujeres de toda condición, según se creía a mediados del siglo XVI. Entre los poderes que se le atribuían y que recoge Cervantes en su obra se contaban los de oscurecer el sol, transportar hombres de un lugar a otro del mundo, madurar trigo en enero, tener rosas en invierno y convertir hombres en animales. Entre las aspirantes a hechiceras gozaba de un gran prestigio, por lo que sus lecciones eran estimadísimas y muy caras, y siempre estaba presta a ampliar sus conocimientos.

Al Mesón de la Camacha acudió don Alonso de Aguilar, un hacendado de la familia del marqués de Priego, para solicitar de las brujas sus celestinescos oficios con el fin de seducir a una dama de Montilla llamada doña Mayor de Solier, y que dieron como resultado el nacimiento de Pedro Ximénez, más tarde reconocido y legitimado como Gonzalo Fernández de Córdoba, emparentado con el Gran Capitán.

El embarazo fue disfrazado de brujería. Aunque también pudo haber sido la propia madre de doña Mayor quien solicitara la ayuda de las brujas para cautivar al joven y convertirlo en marido de su hija. Por delación de los Jesuitas de Montilla, que comunicaron al Santo Oficio de Córdoba que en dicha villa existía "más de cincuenta personas que tenían familiar que habían acudido a la bruja", fue procesada por cuestiones relacionadas con la hechicería con invocación de demonios, no por brujería. Hasta 22 testigos se ratificaron en sus acusaciones.

Encarcelada y sometida a tortura de potro y cordeles entre los dedos que se retorcían, evidentemente confesó. Su fortuna y hacienda eran considerables; por eso, los inquisidores, además de secuestrarle los bienes, le impusieron de multa la importantísima cantidad de 56.250 maravedís, equivalente a 150 ducados.

El lunes 8 de diciembre de 1572, festividad de la Inmaculada Concepción, salió en Auto público de fe, con su coroza e insignias de hechicera invocadora de demonios, en el cual se le leyó su sentencia y "adjuró de levi", siendo penitenciada más grave que las demás, a destierro por diez años de Montilla, de los cuales los dos primeros había de servirlos en un hospital de Córdoba y tras cabalgar sobre un asno por las principales calles cordobesas, 100n azotes y con el mismo ceremonial, otros tantos en su villa natal.

Se estableció en Córdoba y abrió un nuevo y próspero negocio de venta de paños. Años más tarde le devolverían sus bienes y obtendría un permiso especial para trasladarse a Montilla, al objeto de ordenar sus negocios. Tras una vida intensa de 53 años dedicada a las artes mágicas y a sus innumerables negocios, entregó su alma a Dios, o al Diablo, en el 1585. En los autos y causas de fe del tribunal de Córdoba entre 1483-1800 hubo 45 hechiceras encausadas, de las cuales 15 aparecieron a lo largo de todo el siglo XVI. La particularidad de este distrito residió en la importancia de un verdadero nido de hechiceras en Montilla. Junto a Leonor Rodríguez, maestra de brujas, también se juzgó y condenó bajo pena de herejía a Catalina Rodríguez, hermana de la anterior; María Sánchez, llamada la Coja; Mayor Díaz e Isabel Martín Sánchez, Isabel Hernández, la Lozana. Todas ellas serían conocidas como Las Camachas. Este saber femenino y marginal siguió transfiriéndose en la villa hasta encontrar en el siglo XVII un nuevo grupo de similares características. Corrieron mejor suerte que si hubieran sido trasladadas a la Casa­Cárcel de la Inquisición, en Triana.

stats