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Cordobeses en la historia
PEDRO Fernández de Córdoba era un rico hombre de Castilla y el V Señor de la Casa de Aguilar, además de serlo de Montilla, Priego, Cañete, Monturque y Castil-Anzúr, en Puente Genil. Estaba casado con Elvira de Herrera, nieta de los Enríquez, noble estirpe de Almirantes de Castilla. De la unión de ambos nacería en 1447 Alfonso Fernández de Córdoba, Alonso de Aguilar. Se sabe que tuvo una hermana, Leonor de Arellano y Fernández de Córdoba, y que en 1453 nació el que sería conocido, desde Granada a Nápoles, como el Gran Capitán. Quedarían huérfanos de padre a corta edad, Alonso con 8 años, pasando a ser el VI Señor de Priego y Aguilar.
La familia fue propietaria de la manzana que hoy ocupan la Biblioteca Viva de al-Ándalus, el convento de Los Dolores y la antigua casona que fuera de don Rafael Castejón. Quizá en aquel palacete hoy fraccionado transcurriera la infancia de Alonso de Aguilar y sus hermanos. Sí está contrastado que de la instrucción de los niños se ocupó "un prudente ayo, llamado Diego de Cárcamo, hombre docto, juicioso, culto…", según las páginas de Vida de Gonzalo Fernández de Aguilar y Córdoba, llamado el Gran Capitán, escrito por Ignacio López de Ayala en 1793 y custodiado en la Biblioteca Provincial de Córdoba.
La figura de Alonso, aunque ensombrecida por la brillantez de su hermano Gonzalo, tiene un peso específico en múltiples acontecimientos bélicos y políticos de la Córdoba de la segunda mitad del siglo XV, si bien autores como Ramírez de Arellano funden y confunden su nombre con un antepasado, coetáneo de Pedro I El Cruel, convirtiéndolo en protagonista de la represión judía en la Cruz del Rastro o de la batalla que dio nombre al Campo de la Verdad.
Por las fuentes del siglo XVIII sabemos que en 1476 contrae matrimonio, a los 29 años, con Catalina Pacheco, con quien tuvo 5 hijos: Pedro, que llegaría a ser Marqués de Priego; Francisco, Señor de Almunia; Elvira y María, ambas religiosas y Luisa.
El enlace tal vez tuviera lugar tras un fracaso sentimental de Alonso en plena juventud, cuando estuvo comprometido con Francisca Carrillo de Córdoba, una de las hijas del Conde de Cabra, relación que se rompió por la intervención de terceras personas, y con ello la posibilidad de volver a unir las ramas de los Fernández de Córdoba.
Esta larga rivalidad con el Conde de Cabra, que cristalizaría en enconadas luchas de poder entre ambos nobles, llegarían a salpicar a la familia del Señor de Aguilar, hasta el punto de que el egabrense llegó a retener en sus dominios a su hermano Gonzalo, manteniéndolo preso durante algunos años, cuando todavía el montillano no había iniciado su brillante carrera militar.
Los primeros enfrentamientos políticos se producen a principios de 1465, en plena guerra intestina entre el infante don Alfonso -hermano de la futura reina Isabel I- y Enrique IV El Impotente, que había dividido a Córdoba y provincia, ya en los prolegómenos, quedando don Alonso, junto con su hermano Gonzalo, entre los partidarios de don Alfonso, incluyendo en éste bando a la capital, en tanto el Conde de Cabra y otros nobles de la Campiña y la Subbética se decantan por el monarca. Entre los muchos sucesos que acontecen en esos momentos está el asalto al palacio episcopal por parte del Señor de Aguilar.
En el verano del año siguiente seguían las hostilidades. Alonso formaba parte, junto al hijo del Conde de Cabra, de un grupo de caballeros que partieron hacia Sevilla, y a la altura de Palma del Río entablaron una lucha con sus habitantes asaltando las murallas y arrasando los campos. Los palmeños, partidarios del rey Enrique IV, se negaban a rendirse en tanto don Alonso y el Marqués de Villena -su futuro suegro- discutían por quedársela, argumentando el Señor de Aguilar que el heredero se la había ofrecido y lo había nombrado ya Conde de Palma.
Tras la oscura muerte del infante Alfonso en 1468, al parecer envenenado, su hermanastro Enrique IV otorga una amnistía general a la nobleza auspiciando así una etapa de tranquilidad hasta 1470, en que comienza la pugna por el trono entre la princesa Isabel de Castilla y su sobrina Juana La Beltraneja; acontecimientos que avivan nuevamente las rivalidades entre el Conde de Cabra y Alonso, este último, ahora, del lado de Juana. Pero no había acertado en la elección y la suerte se decantó, como cuenta la Historia, del lado de la Católica y junto a ella se puso el caballero, si bien hay textos que apuntan a que, en tanto Boabdil resistía, pudo Alonso haber conspirado a favor de nazarí. Sea como fuere, el VI Señor de Aguilar acudió a Sierra-Bermeja con un grupo de fieles caballeros, en un intento de sofocar una de las revueltas moriscas en contra de la reina Isabel I. Y allí encontró la muerte un 16 de marzo de 1501. Catalina le sobrevivió hasta 1503, año en el que aparece cediéndole bienes y otras prebendas al hospital de la Concepción, cercano a la plazuela de San Nicolás.
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