Horno de la Cruz: tradición y nuevos sabores desde 1880
Comercios con historia
El comercio pertenece a los hermanos Jiménez Roldán, ya que ha pasado de generación en generación
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Este negocio nació de una familia "muy trabajadora" durante 1880, aunque sus comienzos estuvieron protagonizados por creaciones menos diversas a las que ahora da lugar. Por aquellos entonces magdalenas, pan, y una poca variedad en dulce residía en el horno, aunque a lo largo de las generaciones ha ido cambiando de forma radical, y los nuevos sabores han llegado a la plaza de San Miguel.
Durante sus comienzos, el establecimiento era muy acogedor, realizado en madera, con un mostrador sencillo que no daba cabida a florecer muchos elementos. Las vidrieras, que ahora vemos desde la plaza San Miguel no existían, y las empanadas que olemos desde las inmediaciones de este comercio, tampoco se habían establecido en el catálogo inicial de este horno. Así lo narran Mari Carmen Muñoz y Paqui Ramírez que llevan 14 y 42 años dando todo tras la entrada de este comercio. Con una gran sonrisa y con muchos pasteles y salado que recomendar introducen a la cliente en el universo del horno de la cruz, un ecosistema que lleva coleccionando momentos desde hace más de 140 años.
Actualmente, son los hermanos Jiménez Roldán los que capitanean este negocio, descendientes de aquellos pasteleros que un buen día pensaron en poner los cimientos de este horno. "Este negocio ha seguido de generación en generación, los padres de ellos también estuvieron", comentan. Aunque este negocio lleva sumados muchos años de vida, sí que es cierto que el establecimiento de la plaza San Miguel nunca se ha movido de su ubicación, aunque si existió durante un tiempo un segundo local en la calle Gondomar. "Este establecimiento comenzó siendo una tienda tradicional de madera muy bonita; hace unos años la reformamos y la pusimos más moderna, siempre hemos estado aquí, al paso de todo el mundo", explica Muñoz.
La esencia de este horno para sus empleadas es clara: "se vende un buen producto, con buena calidad, se trata con las personas amabilidad, el trato es cercano con el cliente. La verdad que la esencia no se pierde, aquí se hace todo con cariño y amabilidad". Insisten en que en este establecimiento se atiende a personas de todo tipo y destacan que cuentan con una clientela fiel. "Tenemos como clienta a embarazadas y luego vemos a sus niños crecer. También a gente muy mayor, clientes de 90 y pico años, pero largos muy largos; por ejemplo, una muy longeva que tiene 106 años y la mujer todavía pasa y nos saluda, ya que conoce a Paqui de toda la vida. Es verdad que tenemos clientes de todas las edades", insiste Muñoz.
Como recalca, "la familiaridad en este horno está garantizada", para explicar de forma muy amable cómo los pequeños de la casa se cuelan por los rincones para realizar sus primeras compras. Aquí ellos ven crecer a sus clientes. Por su parte, Paqui es reconocida en todas las inmediaciones
Empanadas de muchos sabores y variedad albergan en la estantería de este horno, empezaron por los sabores clásicos, pero han sabido renovarse e innovar de forma extraordinaria. En este comercio entrelazan el legado tradicional con los nuevos sabores. Siguiendo una especie de cronología de alimentos, durante sus primeros años de vida, se vendían magdalenas, tortas de aceite. Luego, introduciendo, hojaldre, y las empanadas llevan más de 30 años.
Hablando de este manjar, los usuarios pueden deleitarse con empanada de pisto, salchichas, pollo asado y queso, empanada de tortilla de patatas con cuatro quesos Aunque este horno no pierde su faceta de toda la vida y también se pueden encontrar "tortas apestiñadas, magdalenas caseras con aceite de oliva, pastelón cordobés clásico que viene mucha gente a comprarlo y también de fuera". Un comercio que lleva tantos años atendiendo al público, debe tener aún más responsabilidad a la hora de dar la bienvenida a nuevos clientes "yo desde primera hora me siento muy bien, te dan una responsabilidad muy grande. Desde el principio como si fuera mío".
Respecto a la artesanía de estas creaciones que viven en el horno de la cruz, su dependienta explica que "tenemos el obrador en el polígono Pedroches, antiguamente estábamos en la calle Polichinela, donde empezó, la calla Abejar, al cabo de los años, ellos lo pasaron a la actual ubicación. Allí donde hacen las creaciones nuestros compañeros y los van trayendo a lo largo de la mañana, durante varias tandas, que estén las cosas recién hechas para vender en el día". El producto estrella para Carmen, que conoce la carta de productos es "la magdalena, palmera de chocolate y torta de aceite".
Cuando estas dos dependientas empezaron en el negocio los productos se marcaban de esta forma "era por códigos, todos los productos tenían uno y te lo tenías que aprender, coges libreta y boli y todo así. A día de hoy todavía marcamos por código, porque nos lo sabemos de memoria. Luego, nos pusieron un ordenador, y aun así seguimos de la misma forma". Sobre el futuro relevo de este negocio, aún nada se sabe, pero lo que sí que su esencia perdurará siempre entre sus clientes.
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