Besos robados
Humanidades en la Medicina
Con este artículo que conmemora el Día Internacional del Beso Robado, el autor inicia una serie en la que se acerca a la Medicina desde el punto de vista de las Humanidades
Día Internacional del Beso: Los más icónicos y emblemáticos de la historia del cine
El pasado 6 de julio se celebró el Día Internacional del Beso Robado, que no hay que confundir con el Día Internacional del Beso que es el 13 de abril. El beso es en sí mismo es la máxima expresión del amor, así lo expresó Antoine de Saint Exupery, autor de El principito, cuando definió lo que es el amor: “Amar no es mirarnos, amar es mirar en la misma dirección”.
El beso robado más famoso de la historia, es el representado en la famosa fotografía de Alfred Eisenstaedt y en otra desde otra perspectiva. Esa donde aparece un marine de EEUU besando a una enfermera, en Times Square, el 14 de agosto de 1945. Fecha en que se declaró la victoria de Estados Unidos sobre Japón durante la segunda guerra mundial.
La ciencia de los besos se denomina Filematología y estudia algo más que el hecho de besar como puede ser protocolo de saludo. Busca las razones de por qué besamos, la historia de este gesto y su significado cultural. Del mismo modo, clasifica los tipos de besos y las reacciones físicas y mentales que tienen lugar.
En el The American Journal of Medicine 22-12-2012 se describe su implicación anatómica, neurofisiológica, epidemiológica y clínica relacionada con los besos.
Los besos pueden involucrar una variedad de músculos faciales diferentes, siendo el orbicularis el principal músculo esquelético involucrado. Los besos simples usan tan solo 2 músculos y queman solo de 2 a 3 calorías, mientras que los besos apasionados pueden involucrar de 23 a 34 músculos faciales y 112 músculos posturales.
Pero, ¿por qué besar es un acto tan importante desde el punto de vista emocional y tan poderoso como para activar todo un sistema neuro-inmuno-endocrino? Se sabe que se producen neurotransmisores como endorfinas, serotonina, dopamina, oxitocina, y reduce los niveles de cortisol, éste último aumenta en el stress.
¿Pero si el beso con intercambio de fluidos es tan antihigiénico desde el punto de vista sanitario, por qué es tan romántico y el culmen de la sensación amorosa? Porque a su vez, puede ser fatídico, como el beso en el Acto V de Romeo y Julieta; o el beso de la traición de Judas. Además, existen patologías transmitidas por el beso como la mononucleosis infecciosa (virus de Epstein-Barr).
Observamos diferentes connotaciones y lo más importante es que permite saber cómo nos sentimos, como nos expresamos. En el reino animal observamos comportamientos que se parecen mucho a los besos, como por ejemplo en los bonobos.
El beso en el arte ha representado a los celos, a la traición, a la ira y a la muerte, como emblemas de bajos sentimientos. La representación del amor mediante el beso ha sido una constante del arte occidental desde la Antigüedad. Desde alegorías a representaciones mitológicas, pasando por narraciones de corte histórico, religioso o moralizante, el amor en sus diferentes manifestaciones aparece de forma explícita o implícita en multitud de obras de todos los tiempos como El beso de Gustav Klimt que denota respeto y ternura y que fue calificada de pornográfica y prohibida en multitud de exposiciones.
Pero la utilización del beso en el arte no se limita a las representaciones clásicas del afecto o el amor, sino que se enfrenta a ámbitos como el funerario o el moralizante con el objeto de plasmar las bajas pasiones de los seres humanos y sus consecuencias siniestras.
No podemos olvidar el primer beso mostrado en la historia del cine, porque los besos y el cine siempre han tenido una relación estrecha. Se llevó a cabo en la película The Kiss, en 1896, que fue la primera película comercial en la que se veía un beso. Era una breve adaptación de una escena de una comedia de Broadway titulada The widow Jones, el director era William Heise y se hizo para los estudios de Thomas Edison, el famoso inventor. Ni que decir tiene que en la época hubo reacciones en contra de la escena. Se pidió su censura, los críticos la rechazaron e incluso hubo altercados en algunas ciudades donde se proyectó, abriendo un mundo desde entonces donde los besos y el cine han ido ya de la mano.
En el año 1863 se publicó en la revista liberal La América un artículo de Gustavo Adolfo Bécquer titulado El Beso, historia a raíz del descubrimiento que hizo de dos estatuas: la de Doña Elvira de Castañeda y Don Pedro López de Ayala, basado en la mitología griega y humanizando a las figuras con el efecto Pigmalión donde una estatua era capaz de cobrar vida o una vida era capaz de transformarse en estatua.
A pesar de los riesgos potenciales, esta práctica común continuará siendo aceptada y realizada en el futuro por todos los seres humanos.
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