La inconsistencia del concepto de raza

Humanidades en la Medicina

Hubo un racismo científico que afectó también a la Medicina; esta, cuando está basada en la raza, puede causar un subdiagnóstico cuando no un sobrediagnóstico de algunas enfermedades

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Lámina del 'Relato de la gradación regular en el hombre y en diferentes animales y vegetales; y del primero al segundo', de Charles White, 1799
Lámina del 'Relato de la gradación regular en el hombre y en diferentes animales y vegetales; y del primero al segundo', de Charles White, 1799 / E. D. C.

Desde que finalizó el Proyecto Genoma Humano se sabe que todos los seres humanos son idénticos en un 99% genéticamente, lo que equivale a decir que el término raza es un término obsoleto y en otros tiempos oportunista. Por este motivo, hablar de raza negra, o de cualquier otro tipo que categorice a los seres humanos, es inadecuado. Cuando se acerca el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, podemos decir que el antídoto contra el racismo es la educación y la información de una realidad biológica e histórica.

En un momento dado, en otras épocas, a la sociedad le convino manejar el concepto de raza para hacer inferiores a unos seres o desde un punto de vista supremacista para autoalzarse en la escala filogenética y así obtener réditos de unas subpoblaciones subhumanas, sin derechos y con unos condicionantes tan severos que su dignidad no valía nada.

En el artículo Racismo en Medicina: reflexiones críticas, explicaba cómo la medicina estaba en connivencia con los esclavistas, y oportunamente bien les vino a algunos para alegar las jerarquías sociales, políticas y económicas. La responsabilidad institucional de las instituciones científicas para reconocer errores en el siglo XIX y el XX sentó casos de jurisprudencia que no debemos olvidar.

En la primera mitad del siglo XIX, el aceptar la condición inferior de la raza negra permitió legalizar su explotación sin confrontar con los principios morales predominantes. Esto originó un debate moral entre el determinismo racial revestido de cientifismo, esto es, usando la ciencia como instrumento legitimador en las posiciones de esclavistas y abolicionistas.

Es posible que cuando nos referimos al racismo tengamos en mente a personas de color negro en general, pero también es posible que no dispongamos de una panorámica más amplia y antigua como el antisemitismo u otras formas de xenofobia en unión aparente con el racismo.

Incluso la percepción de raza y género, que estigmatizó y cosificó a las mujeres negras, como por ejemplo en Brasil a finales del siglo XIX, que las asociaron a la hipersexualidad de la “mujer mulata”, que contrastaba con la virtud y moralidad de las mujeres blancas. Este determinismo racial, que manejaba una ideología pseudocientífica, fue utilizado para de alguna manera justificar las desigualdades e instrumentalizarlo para legitimar las estructuras de poder y mantener la exclusión social.

Pensamos que el origen del racismo científico partió en parte del libro An Account of the Regular Gradation in Man, and in Different Animals and Vegetables; and from the Former to the Latter en 1799, del médico Charles White, en el cual situaba a los europeos en la cúspide de la gradación y a los negros e indígenas de otras poblaciones por debajo. Este autor y otros contribuyeron al desarrollo del esencialismo del pensamiento racial. Este esencialismo racial, en la creencia de que los grupos étnicos forman categorías raciales genéticas distintas, puede y de hecho ensombrece el que los programas educativos de las profesiones sanitarias logren producir trabajadores de la salud en los que prevalezca la ética y la equidad en la atención y la investigación médica. La medicina basada en la raza puede causar un subdiagnóstico cuando no un sobrediagnóstico de algunas enfermedades. 

Fredrickson analiza el racismo como una construcción histórica, enfatizando que la oposición al mismo puede realizarse con la educación y la política social individual y colectiva en un marco ético. En su libro, Racismo: una breve historia, deja claro el oportunismo nacido de la expansión colonial, comercio de esclavos y teorías seudocientíficas, coincidiendo con él en lo señalado anteriormente. Admite cómo llegó a institucionalizarse, perpetrando desigualdades raciales presentes en educación, justicia, trabajo, salud y vivienda. Contra este racismo estructural es preciso un estudio crítico de las políticas públicas y prácticas institucionales, sobre la base de rechazar su normalización.

No se nos puede olvidar el término de raza aria, que en sánscrito significa noble, utilizado por el nacionalsocialismo alemán para dar sustento y justificación a la persecución y eliminación de los judíos y otras “razas” consideradas inferiores. El origen del mito político del pueblo ario se le debe a Arthur de Gobineau, que mantenía que la caída de las civilizaciones era consecuencia de mezclarse con razas inferiores. Hitler, amparándose en estos conceptos y a partir de términos lingüísticos y antropológicos, adoptó a su conveniencia esta nomenclatura como epicentro de su ideología nazi. Pero lo más curioso es que ni la raza aria ni el pueblo ario han existido jamás, imponiendo teorías que se contradicen entre sí. El arianismo es un mito y, a su vez, la obsesión de Hitler, que le llevó a enviar una expedición organizada por Heinrich Himmler a la mítica Atlántida, donde situaban a la raza más pura como sus antecedentes, y que sus antepasados podrían encontrarse en el Himalaya, creando la Oficina de la Herencia Ancestral, nada más absurdo. A la muerte de Gobineau, el apoyo fundamental de Hitler fue Chamberlain, conocido por su arianismo y principal influencia en el pensamiento “Pro-Ario”.

El rechazo al diferente podemos verlo como un componente clave del racismo, que observamos en el hombre masa de la obra La rebelión de las masas de Ortega y Gasset, creando un clima hostil sin reflexión crítica, y efectivamente, cuando grupúsculos buscan reconocimiento y dignidad, las masas pueden percibirlo como una amenaza a su estatus, prueba de ello es lo relatado anteriormente.

En conclusión, la palabra “raza” ha sido usada y simplificada de una forma arbitraria en un ejercicio inútil practicado por científicos para expresar la filogenética de un proceso complejo.

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