Soy tonto, lo sé… ¿Y tú? De la distopía a la utopía

Humanidades en la Medicina

El doctor Juan Pérez Marín, quien fuera presidente de Promi durante once años, fue pionero en la normalización e integración de las personas con discapacidad física y psíquica

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Juan Pérez Marín.
Juan Pérez Marín. / José Martínez
Rafael Recio - Traumatólogo

01 de octubre 2023 - 06:30

Hacer un panegírico a un hombre descubriendo y agradeciendo su labor es imprescindible en la persona del Dr. D. Juan Pérez Marín, de profesión médico, un revolucionario, sin cuya fortaleza Promi (53 años ya de existencia) no hubiese existido ni resistido.

En el año 1976 nace jurídicamente Promi (Promoción del Minusválido), pero se empezó a gestar seis años antes, tras observar la situación en que muchos de los minusválidos se encontraban. Su lema era: ¿En qué nos podemos ayudar mutuamente?

Supo ver como adelantado, en las dos acepciones de la palabra, de ir primero en su tiempo y como individuo distinguido y apreciado por sus cualidades humanas hacia la liberación de las personas con discapacidad psicofísica a través del trabajo. Nos dejó a primeros de este año, pero será recordado siempre por su labor en pro de los minusválidos, y parafraseando a Odysséas Elýtis, premio Nobel de Literatura de 1979, “Escribo para que la muerte no tenga la última palabra". Su trabajo lo plasmó en un libro titulado: Soy tonto, lo sé… ¿Y tú?

Eran los años 1970 cuando se planteó la promoción de la discapacidad. Con pesimismo por todas partes y sin ver un futuro graciable para mejorar la vida de los más desfavorecidos, inició una misión que fue luchar para cumplir estas metas:

  1. La discapacidad era una limitación, pero susceptible de ser promocionada.
  2. Borrar el estigma de "subnormal".
  3. Dar visibilidad a estas personas, algunas encerradas, atadas y excluidas durante tiempo incontable. Sacarlas a la calle.
  4. Acabar con el paternalismo y lástima como instrumento de integración.
  5. La rehabilitación del “subnormal” con el trabajo.
  6. La marginación y la debilidad humana había que combatirla desde su propio esfuerzo.

Su mensaje fue innovador, porque lo que suponía promover a la persona con discapacidad por el trabajo. Era una auténtica utopía el normalizar la discapacidad psicofísica en un plano de igualdad, con independencia económica, estandarización afectiva, de relación, de vida en pareja, de uso de servicios públicos en sanidad y educación.

Homenaje a Juan Pérez Marín en 2014.
Homenaje a Juan Pérez Marín en 2014. / José Martínez

Para él, los condicionantes que invalidaban a la persona con discapacidad eran las barreras psicológicas, actitudes proteccionistas, olvido y marginación. Estas actitudes entristecen y humillan a los seres más limitados. Para D. Juan, la convivencia era el pilar básico fruto de la solidaridad y comprensión humana.

A nuestra sociedad se le llenaba la boca hablando de solidaridad, ignorando sus vidas, pisoteando sus derechos y degradando su dignidad con las soluciones que preconiza. La solución que promueve en su libro es valorar al hombre en su integridad, luchando contra la miseria, la incultura y la segregación. Vació los psiquiátricos de Andalucía, acogiendo a sus enfermos, fue un pionero en una época que no existían las ONG.

Con el aumento de las perspectivas de vida, a estas personas no se les podía entretener con talleres que no fuesen fructíferos con el fin de llenar un tiempo que a la larga estaba vacío de contenido y era inútil. Defendía que trabajo tiene un valor terapéutico, deben realizar una labor digna que puedan desarrollar y que lo resumía: “El deficiente mental debía ser el protagonista de su propia liberación”.

Fue la ciudad de Cabra la que arropó y se volcó en el proyecto Promi. En aquella época se preguntaba sobre la incorporación de estos niños en el colegio mezclándolos con niños "normales". ¿Serían un lastre? ¿Daría permiso la delegación de educación de Córdoba?

“Hacer, equivocarse y corregir” era la máxima que este hombre tenía. La integración de los niños sordomudos fue un reto importante. Para este proyecto tuvo un interés especial el Colegio de Educación Especial de la Fundación Termens. Estos colectivos educativos a través de años de esfuerzo consiguieron que la discapacidad mental pasara desapercibida en esta ciudad de la Subbética y que esta experiencia fuese pionera en España.

En el año 1976 explicó en el Parlamento de la ciudad de Bremen, en el noroeste de Alemania, el resultado de sus gestiones educativas y como primer centro especial de empleo. Todo lo conseguido motivó una gran demanda de movimientos asociativos en España y abrió la puerta de la Federación Española Pro-deficientes mentales, entidad que Promi llegó a presidir durante 11 años (1980-1991).

Paulo Freire, en su ensayo Pedagogía del oprimido, define qué cuando una sociedad es injusta, los opresores se valen de argucias manteniendo la injusticia y así aparecer como engañosamente generosos. Había un exceso de institucionalización, pero para mantenerlos apartados; ese era el sentimiento que había con los discapacitados.

La educación es la base del progreso como sociedad y como personas. Para Nelson Mandela, “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. D. Juan Pérez Marín insistió siempre en EDUCAR para lograr la normalización, tendiendo un puente amplio a la vida, al esfuerzo, a la convivencia con todos y al amor compartido, partiendo de que la persona necesita conquistar su equilibrio e independencia personal. Siguiendo a Herbert Spencer: “Educar es formar personas aptas para gobernarse a sí mismas, y no para ser gobernadas por otros”.

D. Juan tuvo siempre un compromiso personal ante cualquier circunstancia de debilidad humana, ante cualquier injusticia. En aquellos años tuvo que luchar para recobrar la dignidad como ser humano del discapacitado:

  • No podían estar ocultos
  • No eran una vergüenza para nadie
  • No eran consecuencia del pecado
  • Eran nuestra responsabilidad
  • Debían y podían educarse
  • Debían y podían promocionarse
  • No podíamos avergonzarnos de ellos.

Hasta que falleció llevó una vida entregada a los más desfavorecidos que merece un recuerdo por su actuación ejemplar y trabajo. Fue para mí un honor haberlo conocido como persona y como paciente, enseñándome siempre con su comportamiento.

Es justo honrar la memoria de los grandes hombres, que en su tiempo aportaron ideas inclusivas y trabajaron para la integración y entendimiento de los “Diferentes” aunque aquellas ideas partiesen de una Distopía para llegar a una Utopía. “Para él, la verdad era darse a los demás sin recibir nada a cambio. Ahí estaba la felicidad”.

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