"El ser humano sólo es feliz cuando da, y qué mejor milagro que iluminar otra vida"

GEOGRAFÍA HUMANA

Para Ángel Salvatierra, Jefe de Cirugía Torácica del Hospital Reina Sofía e Hijo Predilecto del Puerto de Santa María y Premio Averroes, los ingredientes de una buena Medicina son hacer la vida fácil a los que le rodean y cultivar la curiosidad científica

El doctor Ángel Salvatierra en un quirófano del Reina Sofía.
Rocío Lopera

25 de enero 2009 - 01:00

Quizá el doctor Ángel Salvatierra, nacido en el Puerto de Santa María (Cádiz) en 1954, sea uno de los mejores exponentes del buen resultado del binomio humanidad y técnica. Su trabajo requiere por igual mimar y aliviar a quien sufre y manejar la última tecnología con la precisión de un reloj suizo y la concentración de quien le va la vida en ello. De trato cercano, el doctor concede esta entrevista en su despacho del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, donde es jefe de Cirugía Torácica, y se muestra afable, sin distancias ni escalafones. Su humildad contrasta con las cientos de hazañas que ha conquistado como responsable de trasplantes de pulmón del hospital cordobés, con las miles de vidas que ha vuelto a iluminar con sus manos y su afán de superación. Sus comienzos como cirujano estuvieron alentados por una de esas historias que te marcan para siempre y que le sucedió en Estados Unidos. Desde entonces, se afana en transformar en vida cualquier posibilidad que caiga en sus manos, por muy imposible que parezca. Cuando entramos en materia, apaga la música clásica que susurra de fondo para, una vez más, comenzar su propia sinfonía.

-Tengo entendido que la historia de una niña estadounidense, Mary, marcó sus comienzos como cirujano...

-Mary fue un hecho verdaderamente traumático, aunque allí es muy frecuente. Se trata de pacientes que necesitan un trasplante pero que no pueden pagárselo. Era una niña con fibrosis quística que requería un injerto para seguir viviendo, pero cuando hablamos con la trabajadora social nos dijo que su seguro no cubría esta operación. Fue muy duro cuando un compañero y yo fuimos a la habitación para comunicárselo a ella y a su padre. Recuerdo una imagen aterradora, el padre mirándome, yo mirando a su hija, la chica observando a todos… vivimos una situación de pavor. El padre nos preguntaba qué hacía, con esa sensación de culpabilidad y esos ojos de incertidumbre e incomprensión. Le abrimos la posibilidad de que iniciara una campaña pública para recaudar fondos, pero sabíamos que eso no sería suficiente.

-Estas historias son impensables aquí.

-Resulta curioso que con una muy baja asignación de recursos, sólo un 7% del Producto Interior Bruto (PIB), seamos capaces de dar todo tipo de prestaciones, y otros países europeos y EEUU, que alcanzan tasas de hasta el 14%, no lo hagan. Es uno de los puntos fuertes de nuestro sistema sanitario público.

-¿Qué les diría a esas familias que todavía se oponen a la donación?

-En nuestro medio es muy baja, sólo de un 12%. Todos somos potenciales pacientes que vamos a necesitar un órgano. Además, el ser humano sólo es feliz cuando da, y qué mejor gesto que una parte de su organismo que se va a pudrir pase a ser parte de otro cuya vida depende de él. Es como un milagro que ilumina otra vida. De alguna manera, sólo se pierde parte de su ser querido, puesto que ese órgano va a seguir viviendo, y esto es un consuelo.

-Este año se cumple el 30 aniversario del primer trasplante del Reina Sofía. ¿Qué balance hace de este largo tiempo?

-Muy positivo en Andalucía en general y en Córdoba en particular. Yo creo que se ha prestado una enorme ayuda a pacientes necesitados y con mucha angustia por verse amenazados de muerte. En cuanto a las donaciones, el crecimiento ha sido muy importante en los últimos años y Córdoba es el lugar del mundo con más donaciones por millón de habitantes. Me parece un hecho muy destacable. En cuanto a los programas de trasplantes en sí, tanto en número como en calidad, el balance también es muy positivo.

-Me imagino que en operaciones tan complicadas también existirán algunas sombras.

-Sin duda. Todavía las donaciones son insuficientes para el número de pacientes que hay en lista de espera. También la calidad del trasplante tiene que mejorar. En algunos órganos la técnica es suficientemente buena, aunque siempre mejorable, pero en otros, como por ejemplo el pulmón, tenemos déficits muy importantes, como el rechazo crónico, que es nuestro punto flaco, pues conduce a una baja calidad de vida y una muerte prematura. Actualmente, el 50% de las personas que han sido trasplantadas de pulmón sufren rechazo crónico.

-Imagino que saber que el futuro de una persona puede depender de usted será algo único.

-Aunque desde el punto de vista profesional se tenga que tratar a todo el mundo igual de bien y hacer siempre lo máximo, uno no puede dejar a un lado lo humano. Existen facciones emocionales que te implican, especialmente con los más débiles, como son los niños. Algunas historias han salido bien y nos llenan de satisfacción y otras, desgraciadamente, salen mal. Son casos que afectan continuamente y ves sus rostros hasta en sueños. Es la debilidad humana.

-¿Cómo recuerda sus inicios en el Reina Sofía? ¿Y la puesta en marcha del programa de trasplantes de pulmón?

-Fue una etapa difícil, pues el trasplante pulmonar estaba considerado como algo experimental, nos costó mucho trabajo iniciarlo, incluso fue al Parlamento andaluz para que se convirtiera en clínico. Por aquel entonces, había un grupo de trabajo con la mejor supervivencia del mundo, pues en los 15 primeros trasplantes no hubo rechazo. Tuvimos unos buenos comienzos y esto supuso el espaldarazo definitivo para seguir hacia adelante.

-Técnicamente, el trasplante de pulmón es de los más complejos. ¿Por dónde pasa su futuro?

-Es un órgano muy delicado que tiene una alta morbimortalidad dentro del quirófano. El futuro pasa por encontrar una mejor forma de preservar el órgano, de mantener su integridad biológica, para reducir de esta manera el fallo primario del injerto. Ello ocasiona mayores complicaciones, más infecciones, un mayor índice de rechazo agudo y, a la larga, crónico. Y esto pasa por investigación, básicamente.

-¿Qué ingredientes hacen falta para hacer una buena Medicina?

-Aunque suene cursi, interés por el prójimo, por hacer, en el círculo que uno pueda, felices a los demás o, al menos, quitarles infelicidad. Luego, tener curiosidad científica; es decir, que uno se asombre del funcionamiento de la biología, de los seres vivos. La experiencia también es muy importante.

-¿Hay grandes diferencias entre la Medicina que se realiza en EEUU y la de aquí?

-Bajo ningún concepto. Ninguna. Aquí se hace una Medicina de tan altos vuelos como en EEUU. Globalmente, la Medicina que se hace en España es muy superior a la que se hace en EEUU. Sin duda.

-Andalucía en general y Córdoba en particular gozan de un destacado prestigio en este ámbito. ¿Qué justificación encuentra?

-El hospital es muy bueno. Por circunstancias variadas se dio la reunión de un grupo de grandes profesionales con interés y curiosidad por el trasplante. Ese crisol permitió seguir hacia adelante.

-Lo que posteriormente se denominó espíritu del Reina Sofía, ¿sigue vivo?

-Ese espíritu sigue vivo pero, como todo lo humano, pasa por fases. Sin lugar a dudas, tenemos que remozarlo y activarlo para que resurja.

-Tengo entendido que acaba de rechazar una oferta muy atractiva de otro centro. ¿Qué tiene el Reina Sofía que engancha tanto?

-En primer lugar, un nido de profesionales que hacen muy fácil la convivencia, la investigación y la asistencia, y este nicho difícilmente se da en otras partes. Aquí no tenemos demasiados límites impuestos y, por tanto, cuando el dinero y el ego no es el foco fundamental de las personas, cuando uno está cómodo y no hay límites para su proyección, para qué cambiar.

-Hijo predilecto del Puerto de Santa María, Premio Averroes y académico de su localidad natal. ¿Saca tiempo para divertirse con los amigos?

-Tiempo hay poco, como cualquier trabajador. Yo estoy abrumado por la cantidad de consideraciones que la sociedad tiene conmigo. Me parecen excesivas, pero las acepto orgullosísimo. También intento sacar tiempo para la música y el arte, que me encantan.

-Siempre se ha tenido la imagen del cirujano como alguien frío, distante. ¿Cree que es injusto?

-Hoy sí es un tópico. Antiguamente, el cirujano era un ser especial, quizá se creía superior, pero hoy es una parte más del engranaje de la Medicina. El hecho de tener que tomar decisiones trascendentales pueden marcar su personalidad. Pero ahora no es frío.

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