"Nunca hubiera imaginado que me darían la llave de la plaza de Bilbao"
EN el guadarnés de la plaza de toros de Córdoba, tres hombres preparan una ensalada con lechuga, tomate y pepino. Vienen de Francia pero en la estancia huele a España. El firme olor del Zotal se mezcla con el del cuero y los arreos mientras que el perfume de la verdura con aceite afina la dureza del entorno de las dependencias de la cuadra de caballos de picar de la plaza de toros. Atiende José García -en el centro de la imagen-, monosabio y pintor, un hombre viajado, hijo de españoles que se declara francés con fuertes raíces taurinas -padre de Salamanca y madre de Talavera-. Un día decidió que quería vivir la Fiesta de otra manera y se enroló en el ejército de los asistentes de los picadores. Buscaba, además, un contrapunto a su inspiración.
-¿Desde cuando se dedica usted al mundo de los caballos de picar?
-Llevo ya diez años en esto, pero siempre he vivido cerca de los toros. Mis padres eran españoles y me llevaron desde pequeño a la plaza. Ya vi a Paco Camino de novillero, según me dicen, porque yo no me acuerdo. Luego he visto a todas las grandes figuras desde la época de Ordóñez y de Dominguín.
-¿Cómo llegó al mundo del toro?
-Mire, yo soy pintor y había oído hablar de los petos ligeros de Alain Bonijol y quise encontrarme con él porque yo pintaba capotes de brega y de paseo y me gustaba poner capas de petos encima de estas obras. Por eso empecé a juntarme con él y nos hicimos amigos. Como me gustaba estar con ellos, me hice monosabio y ahora veo los toros de otra manera.
-¿Cuándo debutó?
-En España fue en Bilbao. Ya había actuado algunas veces en otros cosos, pero en España fue en Bilbao y tengo un recuerdo fantástico del paseíllo. Además, me dieron las llaves de la plaza, dormía en el coso y me paseaba por allí a oscuras. Cuando tenía 15 años e iba a los toros no podía imaginar que algún día tendría en el bolsillo las llaves de esa gran plaza. Era impresionante.
-Se habla mucho de los caballos de Bonijol; incluso algunos son estrellas en las plazas francesas y en el norte de España, pero... ¿en qué se diferencia esta cuadra a otras?
-La doma del caballo es constante. Se trabaja con los animales todos los días. Además, son caballos ligeros, apenas llegan a los 600 kilos, y los petos también son distintos, son menos pesados. Actualmente, estamos en todas las plazas de la Casa Chopera.
-¿Qué diferencia existe entre España y Francia a la hora de ver toros?
-En Francia hay más seriedad y la afición es más técnica porque ha llegado a los toros después de ver la Fiesta en los libros y de alcanzar un conocimiento profundo. En España los toros están en la calle, en la familia y se viven de otra manera. Además, en Francia gustan las corridas fuertes, como ocurre en plazas como Vic-Fezensac, Ceret o Arles.
-Y a ustedes, después tanto viajar a España , ¿se le han pegado las costumbres de aquí?
-Yo tengo casa en España, pero sí -mira a sus compañeros-, se nos han pegado algunas costumbres. Por ejemplo, cuando estamos aquí comemos más tarde, a las 15:00. Tenemos un ritmo de vida diferente aquí.
-Si anda todo el día de plaza en plaza, ¿me puede decir cuándo pinta?
-En invierno. La temporada termina para nosotros en Logroño, aunque tenemos luego una Feria en Rion de Landes, que es noviembre.
-Vaya, pues en noviembre una corrida de toros en Francia tiene que ser una alegría...
-(Risas). Bueno, es un pequeño pueblo donde hay mucho ambiente taurino y da gusto ir por allí.
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