"Pasar de verlo en una incubadora a poder tocarlo te calma": Los niños prematuros que vuelven a la vida en el Reina Sofía
Sanidad
La supervivencia en prematuros en el hospital cordobés oscila entre el 80 y el 85%
Los profesionales sanitarios reivindican la importancia de humanizar la UCI de Neonatología
La espera en la Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatología puede ser muy dura, lenta, desesperante... familias se pasan los días y las noches entre largos pasillos y puertas, el olor y los sonidos del hospital, siempre esperando que llegue la buena noticia, la que les devuelva la vida. "Tras meses mirándolo a través de una cortina, ahora llora y lo coges, eso te da la vida", así expresan Rocío y Will, los padres de un niño que nació de apenas 25 semanas en el Hospital Reina Sofía de Córdoba, el momento en que, por fin, su bebé salió de la UCI.
La Unidad de Neonatología del Hospital Reina Sofía atiende a unos 600 niños al año, pero cada historia es diferente. Se trata de una unidad terciaria, nivel que se otorga en base al volumen de población y a la cartera de servicios. Su responsable, María José Párraga, explica que en los últimos años "ha aumentado la complejidad de los pacientes" que son atendidos. En la unidad se manejan de forma integral las patologías del recién nacido, sobre todo aquellas vinculadas a un peso extremadamente bajo, que derivan distintas complicaciones en los bebés prematuros. Sin embargo, en el hospital cada vez es mayor la posibilidad de que los niños salgan adelante.
Lo que se vive en una UCI neonatal está lejos de ser fácil. "Los padres no están preparados para ello, verlo rodeado de sondas, monitores, y cuando entran se quedan un poco separados del bebé, lo viven como algo ajeno y que no les pertenece", comenta la doctora, que explica también que "cuando apoyamos e integramos a la familia en la situación, finalmente pueden percibirlo como algo propio, como que es su hijo" y eso se alcanza con la humanización del servicio, con prestar atención a cosas que parecen tan simples como el ruido, la luz, el ambiente y "llevar a cabo cuidados centrados en el desarrollo y la familia, porque ahí es cuando la percepción de una realidad tan dolorosa cambia".
Rocío llegó al Reina Sofía con dolores en la semana 25 de gestación, cuando descubrieron que había dilatado. El bebé pesó 758 gramos, nació en octubre cuando debía haber nacido en enero y "cabía en la palma de la mano", cuenta su padre.
Su nacimiento se complicó con una hemorragia pulmonar, "había que operar porque el niño no avanzaba" y, tras ello, sufrió neumonía por una bacteria. En el hospital "actuaron rápido", los profesionales sanitarios "estaban alerta sin que se mostraran síntomas". Rocío recuerda que la supervivencia de su hijo "dependía de su fuerza", pero agradece que los profesionales sanitarios "se lanzaron a la piscina y ganaron".
Sus padres recuerdan fechas exactas con increíble celeridad. "El 21 de diciembre por primera vez le pudimos ver la cara completa" porque finalmente lo desintubaron, fueron tres meses "muy intensos" pero todo lo ocurrido "se olvida; una vez lo tenemos aquí, se olvida, es como si fuera lejano". Hoy Will avanza favorablemente y pronto va a cumplir su primer año.
Pasar de no poder tocar ni sentir a su bebé, "verlo en una incubadora durante tanto tiempo y después sentir que ahora sí puedes darle de comer, es una sensación que calma todo lo que has pasado", señalan aun reconociendo que "hay que tener mucha paciencia", porque "a veces no es rápido y cuando te lo dicen te vienes abajo". Hoy Will avanza favorablemente y pronto va a cumplir su primer año.
Un hito muy importante en el Reina Sofía para alcanzar este nivel de humanización ha sido la apertura 24 horas de las puertas de la unidad, eso sí, con más reserva y limite en el caso de la UCI. "Los recién nacidos son sus hijos, no nuestros hijos, le damos los tratamientos y cuidados que precisan, pero los padres deben implicarse desde el principio, desde que el niño está mínimamente estable". Para ello se permite practicar el método canguro: mantener al recién nacido en contacto directo, piel con piel, con el pecho de la madre o padre, aunque estén intubados. "Ese vínculo se debe hacer", reivindica la especialista, porque beneficia todos los niveles del recién nacido, desde su salud hasta su bienestar o confort y favorece la futura lactancia materna, porque se van familiarizando con el pecho de la madre, explica.
La supervivencia en prematuros en Córdoba oscila entre el 80 y el 85%, con un porcentaje de evolución hacia una parálisis cerebral menor de un 5% y un 20% puede evolucionar a alteraciones del aprendizaje, del lenguaje y conductuales.
La bebé más pequeña que ha pasado por la Unidad de Neonatología del hospital cordobés pesaba solo 450 gramos, y aunque tenía 26 semanas y en teoría debía pesar unos gramos más, se detectó un problema de crecimiento intrauterino que no le permitía subir de peso. En este sentido, los médicos tienen la obligatoriedad de reanimación por encima de las 23 semanas, explica la responsable de la unidad. Sofía, la niña más pequeña del hospital, consiguió salir adelante y hoy tiene tres años y una 2volución muy favorable, según sus últimas revisiones.
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