"Es una incultura y un sinsentido pensar que hacer realismo ya no es moderno"

Francisco Escalera. Pintor

El artista cordobés celebra 25 años de una trayectoria en la que reúne más de una treintena de exposiciones individuales, unas 300 colectivas y más de 70 primeros premios en certámenes

Francisco Escalera posa en su estudio. / Reportaje Gráfico: Jordi Vidal
Ángela Alba

19 de agosto 2018 - 02:37

Pintor reflexivo y vocacional, Francisco Escalera (Córdoba, 1965) celebra este año un cuarto de siglo de trayectoria ininterrumpida en la que suma más de una treintena de exposiciones individuales, unas 300 colectivas y más de 70 primeros premios. Empezó en 1992 exponiendo en la Galería Estudio 52 Juan Bernier y a lo largo de su carrera ha recorrido todas las salas privadas profesionales que ha habido en la ciudad, como Arte21, Carlos Bermúdez o Carmen del Campo; ya cerradas. Empezó en la abstracción, luego pintando del natural hasta que en su búsqueda llegó al paisaje. "Necesitaba plasmar la realidad, el entorno en el que me encontraba", indica. Desde que comenzó, ha buscado que su obra salga de Córdoba; y lo ha conseguido con creces. Su último logro ha sido llegar a la Art Revolution Taipei de Taiwán, una de las ferias más importantes del mercado artístico.

-¿Cómo comenzó en la pintura?

-Cuando acabé el Bachillerato me decanté por trabajar y entré en Renfe como maquinista por oposición. Así conocí España y sentí la necesidad de ahondar en el paisaje. En 1985, por una reconversión, salí de Renfe y estuve siete años en la Escuela de Arte, con profesores como Juan Hidalgo del Moral, Emilio Serrano y Antonio Bujalance. Después de intentar compaginar el arte con un empleo de camarero, mi pareja me animó a dedicarme por completo a la pintura. Estuve un año y medio haciendo cursos de pintura rápida al aire libre y gané siete u ocho premios, pero siempre me he considerado un pintor burgués: me gusta estar tranquilo porque mi pintura es muy reflexiva, no del aquí te pillo aquí te mato. Para mí, la pintura es otra cosa, tiene unas connotaciones muy personales, refleja lo que tú eres. Si la pintura no te sale de las tripas, algo falla. Después me pasé al estudio.

-¿Cuándo empieza a dedicarse de forma profesional?

-Desde 2002 ya solamente pintaba. Hice más exposiciones y tuve la suerte de que empecé a participar en concursos nacionales y jurados de diferente índole creyeron en mi pintura y me dieron primeros premios. Yo siempre he defendido estos certámenes porque te abren puertas a ciudades donde no te conocen. A la vez, diferentes jurados apoyan tu obra, lo que hace que te des cuenta de que en tu cabeza y en tus manos tienes algo que te diferencia. También me influyó la búsqueda que tengo conmigo mismo, por eso siempre me he considerado pintor por vocación. Uno se da cuenta de que así puede aportar algo a la sociedad. Si tenemos dentro unas sensaciones, hay que sacarlas de alguna manera.

-¿Cómo llegó al paisaje?

-Como siempre he viajado mucho, empecé la serie que denominé Paisaje de paso. Iba de copiloto en el coche y conducía mi mujer, y mientras hacía fotos de las autovías, carreteras, paisajes, lugares donde tenía la suerte de que me premiaran... Además, estaban todos los elementos que siempre me han gustado: por una parte, lo orgánico, pero también la geometría desde un punto de vista de modificación de espacios. Aunque todas mis obras tienen esa raíz fotográfica, siempre dejo que sea la pintura la que mande, la que cuente cosas. Por eso siempre me interesa que el espectador se interrogue ante lo que ve, al igual que lo hace ante un cuadro abstracto. El realismo no sólo es un virtuosismo técnico, sino una defensa de la forma. Para mí, la palabra contemporáneo se refiere de la misma forma, como es lógico, tanto a la pintura abstracta y figurativa como al realismo que se hace ahora. No hay que olvidar que Antonio López es el pintor vivo más cotizado. Nunca he entendido esa lucha de los abstractos con los figurativos y realistas.

-Sin embargo, parece que hoy en día las instituciones apuestan más por la abstracción.

-Ésa es la apuesta fácil para un público no entendido. Creo que es una pérdida de tiempo cuando tienes que dar explicaciones de lo que significa en una obra un punto amarillo y la línea roja. Eso quiere decir que de cien personas no le ha llegado ni al 1% y cuando se la explicas, parece que ya lo entienden. En cambio, con el realismo siempre tenemos la falsa costumbre de decir "como veo lo que es, me gusta o no me gusta". Eso no es así, las obras realistas tienen detrás muchas lecturas. En mi caso está Machado, por ejemplo, y mucha música. Siempre pinto con música y dada mi edad he pasado por muchos estilos, aunque nunca escucho radio fórmula.

-¿Por qué se asocia lo contemporáneo a lo abstracto?

-Lo veo como algo publicitario, querer vender una falsa modernidad cuando el mismo Baudelaire en su momento dijo que el modernismo es la mitad del arte, lo huidizo, y la otra mitad es lo eterno y lo inmutable. Es una verdad como un templo.

-¿Cómo se llega a vivir del arte?

-Es una pregunta bien complicada y a la vez bien fácil porque realmente vivir del arte no es nada más que ser honrado contigo mismo, creer en lo que haces y tener la confianza de que estás aportando algo y eres diferente. Eso es muy importante. En mi caso, siempre intento reflejar otras artes que hay detrás como la poesía o la música; elementos que hacen que cuando el espectador ve un cuadro mío sepa que es de Francisco Escalera. En el mundo de la pintura, el que se lo crea va mal; hay que demostrar día a día lo que haces y cómo lo haces. Igual que tienes unos meses fantásticos, en otros no te escucha ni el gato. Y no sólo eso, sino que si no sales en prensa no eres nadie. Los pintores, sobre todo los que vamos de independientes y no estamos becados, tenemos ese hándicap de que no se nos considera contemporáneos. No lo somos porque se piensa que hacer figuración o realismo ya no es moderno. Eso, aparte de ser de una incultura total, es un sinsentido, pero queda muy bien decir "vamos a presentar en un happening una performance". Eso queda súper guay, súper moderno. Y queda muy feo, porque se hacía ya desde los 70, decir "vamos a presentar el cuadro de Antoñito Pérez". Queda como más antiguo porque te lo han vendido así, no porque lo sea.

-¿Esto sólo pasa en Córdoba? Porque los artistas más independientes os movéis más fuera...

-Yo tengo más de 70 premios nacionales e internacionales. De Córdoba no hay ni un 1%. Con esto quiero decir que yo voy donde mi pintura guste.

-¿En qué momento se encuentra su carrera?

-Estoy en un momento extraño porque siempre hay que aclarar, definir y mostrar. No puedes confiarte en que tienes cierto currículo. Creo sólo en el día a día, el trabajo, la constancia y la honradez contigo mismo pintando; en tu vida haz lo que quieras.

-¿Qué recomendaciones daría a los jóvenes que se están iniciando de forma profesional en la pintura?

-No me gusta dar consejos porque no me gusta recibirlos, pero si tuviera que dar una opinión, les diría que deberían pensar más y pintar menos. La máxima sería conocerse más a uno mismo y, dentro de la pintura, sacar lo que tengas.

-¿Cómo está el nivel de los artistas cordobeses?

-Es fantástico, buenísimo. En Córdoba tenemos una nómina de artistas impresionante. ¿Qué ocurre? Que aquí el arte es sectário. Por eso, hemos creado un grupo de gente de estilos muy diferentes a los que nos une una única cosa: somos de Córdoba y no estamos conformes con la política cultural que se vende. Lo hemos creado porque por lo menos tenemos derecho al pataleo. Ya tenemos un proyecto expositivo para el año próximo en Núremberg.

-El nivel y el número de artistas que hay en la ciudad choca con que ahora mismo no haya ninguna galería privada profesional. El panorama es desolador.

-Más que desolador. Este año celebro 25 años como profesional y no tengo una sala donde exponer mi obra en Córdoba. Me hubiese gustado hacer una exposición de media carrera, ¿pero dónde? No hay salas y las que hay están politizadas. Por desgracia, es así. Ahora mismo estoy exponiendo en una feria de arte contemporáneo en Taipei y luego mis obras irán a Shangai, y qué curioso que la galería que me lleva sea de Barcelona. Es triste que aquí desde los ayuntamientos no se apoye cuando surge una sala privada. Es muy complicado mantener una galería, y más como somos en Córdoba; tenemos una cierta apatía. Pero hay veces que las personas, en todos los ámbitos, necesitamos un empuje y no sólo institucional sino de coleccionistas. En Córdoba hay coleccionistas pero compran fuera. Estamos en un momento que me quiero tomar como impás porque realmente es penoso. Nos dan el título de Patrimonio Mundial para Medina Azahara, algo que está muy bien, pero no tenemos ni una galería privada profesional. Vendemos nuestras ruinas, que está muy bien, pero ¿y el hoy? ¿Y los artistas que estamos todos los días trabajando? Si no llega a ser por los premios, yo no podría vivir de la pintura porque ventas hay muy pocas. Y yo soy afortunado. Sólo pedimos poder mostrar nuestro trabajo.

-En esta situación, ¿cómo se puede educar al público?

-La mejor manera es enseñando a los niños para que sepan que ir a una sala de arte es igual que ir al cine. Educarlos en que vean diferentes propuestas. En arte todo vale, esto es subjetivo, pero si educas a tus hijos en ese discernimiento de ver cosas, no sólo cuando vas al Prado o al CaixaForum, llegado el momento podrá existir un coleccionismo joven. En otros lugares ya lo hay; parejas que compran aunque sea obras originales de mil euros a plazos. Es un gran error creer que la pintura es cara. Si no puedes adquirir una obra de 7.000 euros, compra una de 700. Sin embargo, prefieren ir a los chinos y llevarse una lámina que al final con el marco le sale por unos 200 euros.

-El caso es que hay que irse fuera, tanto para enseñar a los niños como para exponer.

-Las cosas son más sencillas, pero a nosotros nos lo venden todo empaquetado para que no pensemos. Las instituciones te venden lo que quieren, no son objetivas, y habiendo artistas que tienen cosas buenas que mostrar, no se les da esa oportunidad. Prefieren poner una cosa mediocre en un determinado espacio que apostar por algo más interesante. Yo trabajo con 14 galerías en toda España y de fuera del país pero hay gente buena que no tiene dónde exponer. Yo me he preocupado en todo momento de no ser un artista local, he intentado que mi pintura salga a otros lugares.

-¿Qué opinión tiene del C3A?

-Como arquitectura y como apariencia de lo real, está bien. A los pintores que estamos a diario luchando en el caballete no nos sirve para nada. He visto la línea que tiene su programación. A mí no me molesta, pero sí que se haga con dinero público y lo vendan como que esa es la verdad. ¿Por qué tienen que vender las cosas así, diciendo que eso es el arte y lo demás no lo es? En Córdoba hay un autoritarismo en el arte, pero se hace de manera soslayada y elegante. El C3A fue algo que se anunció como muy grande y se ha quedado en mediano, como tantas cosas que pasan aquí. Espero que algún día me den la oportunidad de que como cordobés pueda exponer allí haciendo realismo y paisaje.

-En los últimos años Sevilla y Málaga han crecido en equipamientos artísticos como el Museo Ruso, el CaixaForum, el Pompidou... ¿Estamos estancados?

-Si nuestros gestores no hacen bien su trabajo, no defienden Córdoba como tienen que hacerlo, ¿qué esperamos? Aquí todo se reduce a turismo. Cuando el turismo, que es volátil, falle y se vaya a otras zonas, ¿qué haremos? Defendemos que somos muy ricos en patrimonio histórico pero también tenemos un gran capital humano. Málaga nos está dando una lección. Sus instituciones están por la labor de que sea una potencia cultural, no se han quedado sólo en el turismo. Yo pienso en los años 80 y en la actualidad, y Córdoba no está mejor. Al contrario, antes había al menos siete galerías y un ambiente cultural. Ahora hay ambiente de fiesta. También había sitios institucionales donde se podía exponer y ahora no; algunas salas públicas son sólo para tocados por la mano de dios.

-¿Qué proyectos tiene ahora?

-Me han seleccionado en la Bienal de Albacete, en cuyo jurado están, entre otros, Antonio López y Guillermo Solana; The Blue Ant, una nueva galería de Madrid, va a organizar en septiembre una colectiva en la que voy a participar; y el 28 de ese mes en Casa de Vacas, en El Retiro (Madrid), inauguramos una exposición el Grupo de Realismo Español Contemporáneo (Greco). Además, el año próximo Belmonte y yo tenemos una muestra juntos en Valencia.

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