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Chicago, el musical | Crítica
**** Chicago, el Musical. Producción: SOMProduce. Autor: Fred Ebb, John Kander y Bob Fosse. Traducción: Víctor Conde y Alicia Serrat. Fecha: Jueves, 24 de octubre. Lugar: Gran Teatro. Lleno.
Día perfecto para celebrar nuestra festividad local, con meteorología esplendida para el perol obligado en la fecha. Si encima, para bajar parrillada y el arroz, cerramos la noche acudiendo al Gran Teatro y vemos un musical en mayúsculas convertiremos esta jornada de San Rafael en algo inolvidable. Así lo creyó, con o sin perol, el público que agotó localidades en la primera función de Chicago de las siete que representarán durante este fin de semana.
Maurine Dallas Watkins, autora original de la obra de teatro estrenada a finales de 1926 y que la exitosa sociedad formada por Ebb, Kander y Fosse adaptaron a formato musical en 1975, se inspiró en los asesinatos cometidos por Belva Gaertner y Beulah May Annan en marzo y abril de hace justo cien años. Estas flapers, atractivas criaturas del jazz, aprovecharon las grietas del sistema judicial para irse de rositas alegando estados de embriaguez, abuso y enajenación transitoria por el estilo de vida que esta música provocaba y que, en opinión de la sociedad americana más conservadora, estaba creada por el mismísimo Satanás. Así nacieron los personajes de Velma Kelly y Roxi Hart, el cándido Amos, el abogado sin escrúpulos Billy Flinn y la matrona conseguidora Mama Morton. Protagonistas de una historia que ha llegado a nuestro siglo al ritmo de este sonido maldito e irresistible.
SOMProduce se hace cargo de realizar la propuesta en nuestro país, la misma que desde 1996 continúa representándose en los teatros de Broadway, adaptando el libreto de Bob Fosse y Fed Ebb junto a la música de John Kander para brindarnos una experiencia inmersiva y brillante por su minimalismo: escenografía fija con una fabulosa big band tocando en directo, vestuario neutro y elementos mínimos para no distraer lo fundamental: música, voz y movimiento. En la elegante austeridad un equipo compuesto por una treintena de artistas nos deleitan durante las dos horas y media que pasan inadvertidas en este espectáculo vibrante, sensual y entretenido que levanta al público para ovacionar su trabajo al finalizar la representación.
Fiesta, placer, lujo, fama. Vivir como si no hubiera mañana. Ideas que anidan en nuestras cabezas, alimentadas por la tierna e inconsciente juventud y cuando maduramos no tienen más remedio que migrar a otras seseras con huecos posibles para albergarlas. Todo eso era jazz. Después fue rock, pop, disco, punk, heavy, techno, hip-hop, hasta el reguetón. A ver cuánto dura el último…
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