Un jazzmen en Córdoba
Loco por la música
Reconocimiento. Rafael Martínez es un referente con su instrumento, ya que tiene la capacidad y la posibilidad de ser solista de una agrupación sinfónica profesional como es nuestra Orquesta
"En un país que parece un inmenso corral donde alborotan miles de pollos sin cabeza una persona bicéfala es importante y llama la atención. Rafael Martínez Guillén es bicéfalo porque une a su condición de exquisito intérprete de música clásica, que ejercita como trombón solista en la Orquesta de Córdoba, la de trombonista de jazz, condición que ejerce donde y cuando le da la gana con generosidad y notabilísimo acierto”. Lo afirma Rafael Mir Jordano, presidente de la Asociación Amigos de la Orquesta de Córdoba.
Estas palabras reflejan con sutil claridad la intensidad musical del artista a quien va dedicado este artículo.
Rafael Martínez, Rafa para los amigos músicos, es sin dudas un referente con su instrumento, ya que como se apuntaba en las notas iniciales, tiene la capacidad y la posibilidad pocas veces vista, al menos en nuestro país, de ser solista de una agrupación sinfónica profesional, como es nuestra Orquesta de Córdoba, y a la vez un reconocido solista de este género musical tan apasionante como es el jazz.
Este valenciano de nacimiento y cordobés de adopción concluyó sus estudios de Trombón en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, ampliando sus estudios clásicos con referentes de su instrumento como Keith Brown, Enrique Crespo, Branimir Slokar, Michael Becquet, Jaques Mauger, Joseph Alessi, Jörgen Van Rijen, John Kenny, Cristian Lindberg o Daniel Lasalle.
Su carrera profesional en el apartado clásico abarca colaboraciones asiduas o haber sido miembro de agrupaciones como la Banda Municipal de Bilbao, Orquesta Filarmónica de Málaga, Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, Orquesta de la RTVE, Orquesta Sinfónica de Madrid, Orquesta de la Comunidad Valenciana Les Arts, o la Orquesta Sinfónica Estatal de Moscú, Brassanova, Euskalbrass o Totem Brass, entre muchas otras.
Músico polifacético e inquieto, alterna prácticamente desde sus inicios en Valencia los estudios y prácticas en formaciones de carácter clásico con otras pertenecientes a la música popular como el jazz y la música latina.
Su formación jazzística se inicia de forma autodidacta y posteriormente en L’Aula de Música Moderna i Jazz del Conservatori del Liceu de Barcelona y en cursos con destacados jazzistas como Terrell Stafford, Rodney Jones, Wycliffe, Steve Turre, Norman Hogue, Joshua Edelman o Ramón Cardo, entre otros.
Su experiencia como jazzista es extensa, integrando agrupaciones y realizando colaboraciones con artistas de primer nivel dentro del mundo del jazz como Egberto Gismonti, Larry Coryell, Randy Brecker, Dave Weckel, Antonio Hart, Cyrus Chestnut, John Sass, Otis Grand, Jorge Pardo, Pedro Iturralde, Joshua Edelman, Bob Sands, entre otros.
Toda esta experiencia le ayudó a emprender el reto en 2016 de grabar su primer disco como líder y aglutinar a músicos de diversas partes del mundo de la talla de Ángel Andrés Muñoz, arreglista, pianista y teclados, Julio Fuster al contrabajo y bajo eléctrico, Nacho Megina a la batería y Ramón González El León a las percusiones, a su alrededor bajo el nombre de The Jazz Walkers.
Ese primer trabajo se tituló Excited Sound (Sonidos Ilusionados). Un proyecto de Jazz-Fusión con una grandísima y exitosa aceptación por parte de público y crítica especializada y que ha tenido su continuidad, de alguna forma, en el nuevo trabajo que recientemente estrenó titulado Shining Forever (Brillando por Siempre), presentado con notable éxito, pese a las restricciones lógicas de aforo por la pandemia, en el Teatro Góngora de nuestra ciudad dentro del marco del recientemente finalizado Festival Qurtuba Jazz 2020; cuestión esta ultima digna de hacer ver por el buen trabajo del Área de Cultura del Ayuntamiento en ayudar a promover un género musical con público, pero hasta ahora muy diluido entre otros eventos artísticos de diversa índole.
Este reciente proyecto discográfico tiene la particularidad de contar además con la inestimable colaboración de grandes amigos como los saxofonistas Ramón Cardo, Perico Sambeat, Pedro Cortejosa , Leandro Perpiñán, Agustín Sánchez y Cristóbal Agramonte (saxo alto y güiro). También colaboraron Francisco Blanco Latino (flauta), David Pastor (trompeta), Luis Casado (guitarra eléctrica), Miguel Santiago (cajón flamenco y palmas), Vicente Ibáñez (timbal) y Richard Gutiérrez (palmas) y especialmente la intervención de dos pequeños talentos como son los hermanos César y Celia García Martínez en los violines en el tema que da nombre al disco.
Creo es justo hacer mención, en general, al trabajo no solo musical, sino a los costes económicos que supone llevar a cabo estos proyectos discográficos, que en su mayoría corren por cuenta de los intérpretes, donde se ofrece una mirada híbrida y selecta del jazz y se mezclan sonidos, lenguajes y armonías propias de esta música con cadencias y estructuras de la música latina, la brasileña, el funk o el flamenco; lo cual, en nuestra humilde opinión, le da más valor si cabe de cara al reconocimiento social y musical que se merecen estas producciones autogestionadas, muy alejadas de los esquemas musicales y sociales de turno y de las grandes discográficas.
En este caso, la colaboración y profesionalidad de los estudios Hanare en Córdoba y del sello discográfico especializado en jazz Sedajazz Records es digna de reconocer por su buen hacer en los trabajos para llevar a buen puerto este excelente CD, el cual les invito a escuchar.
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