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Mikel Lejarza
Toulouse
Historia
Córdoba/Las vivencias de un niño en la Córdoba de mediados de los años 60, en el entorno de la Mezquita-Catedral con la recopilación de casi medio centenar de leyendas o historias alrededor del monumento y sus aledaños, invitan a dar un salto en el tiempo de la mano de los personajes que vivían en la zona en esa época.
Este contenido, según asegura a Efe José Carlos Aranda, autor de Leyendas de la Mezquita-Catedral, es, "como decía Camilo José Cela, un vómito de mi conciencia". "Cada vez que he pisado el barrio -nació en la calle Deanes-, ese niño que llevo dentro me decía: esto tiene que salir, porque somos una generación irrepetible", argumenta.
En una zona donde "late el alma de Córdoba", el autor cree que la idea es pasear al lector con él de la mano. "Desde mi conciencia, de lo que yo veo, de lo que yo recuerdo, de lo que yo entiendo, en cada rincón, en cada esquina, en un paseo muy corto", pero en el que se desarrollan 48 leyendas a lo largo del tiempo.
Aranda, que se emociona desgranando los años que vivió en el entorno de la Mezquita-Catedral donde sus padres tenían una tienda de ultramarinos en la casa donde nació, recuerda también a todos los personajes que cuando era niño le contaban muchas de las historias que ahora él recoge en su libro.
"Hay muchas vivencias", como los cuentos infantiles que les contaba a los niños del barrio Elena La torrera, María Mora, Manolo, el guardacoches. "Todos están ahí, como también están fragmentos de historia viva", afirma.
Entre estos últimos tenemos, por ejemplo, a la poetisa Wallada, o al hermanastro de Felipe el Hermoso, Leopoldo de Austria, quien siendo obispo de Córdoba le puso una casa a su amante junto a la Mezquita-Catedral. Estos son algunos de los personajes que menciona Aranda, que recuerda historias, personajes y hechos curiosos como los acaecidos en el Alcázar de los Reyes Cristianos, testigo de romances como el de la princesa Subh y Almanzor y el de Alfonso XI y doña Leonor de Guzmán.
"Mi idea era acompañar al lector desde mi conciencia en un paseo por Córdoba, que yo creo que es inolvidable, atrapando la esencia de la historia, de las leyendas, de los cuentos infantiles que nos contaban. Esa era mi idea", añade.
José Carlos Aranda hace hincapié en una de las historias que recoge en su libro, en la que monseñor Ojihar, administrador apostólico de Hiroshima, solicitó que fueran enviadas semillas de los naranjos del Patio del mismo nombre de la Mezquita-Catedral para ser plantadas en la ciudad japonesa. Allí, tras la bomba atómica, quedó en pie la iglesia que había bajo la advocación de la Asunción, la misma que la de la Catedral de Córdoba.
El autor se muestra convencido de que "la historia de Córdoba condiciona la historia de la humanidad" y pone como ejemplo a Julio César, que estuvo en Córdoba como pretor de Roma en el año 64 a.n.e o "gracias a la derrota de Pompeyo que se produce en Córdoba y que condiciona al Imperio romano y la historia de Occidente". "Es que es algo que hay que saber, y yo creo que pocos cordobeses lo saben y me da muchísima pena".
Para este escritor que ha dedicado su vida a la docencia, "posiblemente hoy que hay tanto turismo no se aprecie el fondo, el alma de una ciudad que necesita vaciar la mente, sentarse plácidamente y contemplarla desde el encanto de la fe y de la magia".
En su opinión, lo que otorga el libro es el pasear la ciudad desde su conciencia, "que es la conciencia de un niño que se ha criado aquí, la conciencia de un filólogo que ha estudiado aquí, la conciencia de un adulto que pasea por sus calles". Cree que "esa es la magia del libro".
A lo largo del relato, José Carlos Aranda hace múltiples referencias a la oración y a las creencias religiosas. "Estamos en el monumento, basílica, templo que ha mantenido la oración durante 2.000 años", justifica.
Así, hay que retrotraerse "no solo la Basílica de San Vicente, sino que anteriormente no se han encontrado los restos, pero aquí hubo una basílica romana dedicada a Juno. Esto significa 2.100 años de oración permanente en un sitio que es sagrado para los romanos, para los musulmanes, para los cristianos. Eso es maravilloso".
Por eso, al entrar en el interior de la Mezquita-Catedral, "¿cómo no se va a hablar del cautivo encadenado o de la historia de San Cristóbal o de San Acisclo, o de las 11.000 vírgenes?".
En Leyendas de la Mezquita de Córdoba también se ha permitido traer pasajes literarios de autores como Ildefonso Falcones, Sánchez Adalid o Azorín, porque "ellos también recrean imágenes concretas que hay que revivir en la conciencia de todo aquel que sea cordobés y ame Córdoba. "Yo pienso que Córdoba es una ciudad eterna".
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