La masonería de Córdoba, por dentro: "Somos una organización discreta, no secreta"
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Con 40 miembros activos, la Logia Simbólica Maimónides se define como una de las más potentes de Andalucía y de España
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Hay un lugar en Córdoba por el que habrá podido pasar sin saber que detrás de la puerta hay un templo masónico. Su aspecto ciertamente austero, hasta el punto de parecer “un decorado de televisión montado ad hoc para este reportaje” -pensaría un conspirador- no emborrona que, en el fondo, cumpla estrictamente todos los parámetros estéticos y ritualísticos de un templo masónico. Está flanqueado por columnas y cubierto por un suelo ajedrezado que representan la “rectitud de unos valores” y la “dualidad de la vida” (el negro y el blanco). Desde la escuadra y el compás, o el triángulo (símbolos de referencia en la masonería), hasta la espada, las granadas, la disposición de las sillas, las balaustradas o la orientación del templo hacia el Oriente (por donde sale el sol): "Todo, hasta el más mínimo detalle cobra un significado aquí dentro".
"No se puede revelar su ubicación por razones de seguridad", es la única consigna para acceder y escribir este reportaje. Y es que "aún hay gente que le echa la culpa de la sequía o la pandemia al contubernio judeo-masónico", justifica Rafael Jesús Mateo, exvenerable maestro y gran oficial de la Logia Simbólica Maimónides.
Hay que recorrer un pasillo largo y estrecho, como un túnel de vestuarios, antes de llamar al martillo y descubrir la cortina para entrar al templo. A esta última travesía entre lo terrenal (lo de fuera) y lo espiritual (el templo) se le llama "pasos perdidos": el purgatorio por el que debe pasar el profano que va iniciarse en la masonería. En las paredes cuelgan los carteles de las jornadas que la Logia Simbólica Maimónides número 173 lleva una década organizando en Córdoba como ejercicio de apertura hacia la sociedad: "Queríamos contar por nosotros mismos quiénes somos y qué hacemos", responde Mateo.
Trece años han pasado desde que los masones volvieran a retomar su actividad en Córdoba, el 9 de julio de 2011. Hasta aquel "levantamiento de columnas" (acto de inauguración), transcurrieron 75 años de por medio sin celebrarse ninguna "tenida" (reunión masónica) en la ciudad. La última, según las actas, tuvo lugar el 16 de julio de 1936, dos días antes del Alzamiento Nacional. Fue en la calle Dueñas, sede de la logia Turdetania, el último vestigio de la masonería cordobesa en aquella época, que, como todas, acabó siendo destruida por imperativo legal durante el Franquismo. "Entraron a saco, le prendieron fuego", cuentan.
Una vez dentro, las preguntas más elementales empiezan a caer desde arriba como fichas del tetris, mientras dos miembros de la logia (Rafael Mateo y uno de los nueve fundadores que pide mantenerse en el anonimato) las van haciendo encajar en el puzzle. "Una logia masónica es una asociación de personas que nos reunimos con un objetivo común: nuestro perfeccionamiento interior, moral y ético. Eso se consigue progresivamente, a través de la iniciación en esta sociedad y del ritual, que es el método de trabajo". "Los rituales no son el objetivo, son una herramienta", subrayan: "hay ceremonias que se mantienen prácticamente intactas desde hace 300 años y que están pensadas para generar un sentimiento de fraternidad, de elevación espiritual y propiciar un ambiente de reflexión filosófica".
En ese sentido, la masonería se define como "un método más entre tantos otros", para alcanzar ese perfeccionamiento personal, "con unas reglas que creemos que han funcionado en estos tres siglos y que, por tanto, son válidas", aclaran.
En una "tenida masónica" está absolutamente prohibido hablar de religión y de política. Hay un deber de guardar secreto de lo que se habla y de lo que ocurre dentro. No se revela cómo son los rituales. Tampoco la identidad de los hermanos: cualquiera tiene la libertad de decir que es masón, pero nadie puede delatar la condición masónica de otro miembro. La mayoría prefiere reservarlo en privado, con uno mismo o su círculo más cercano, por cuestiones de "discreción" o "seguridad".
-No es que lo oculte, pero no lo divulgo. No lo exhibo por la calle, ni tampoco en mi casa; es algo íntimo, pero no recóndito. Si alguien me pregunta, no lo voy a negar, dice uno de los miembros que pide mantenerse en el anonimato.
-Tampoco es habitual que se le pregunte eso a alguien.
-Pero sí puede haber algún indicio.
Aparecen rápidamente respuestas aclaratorias para despejar el tetris de confusiones, estigmas y marcar las diferencias con otras organizaciones que sí se pueden considerar "místicas" o "esotéricas". "Somos una organización discreta, no secreta", resuelve Rafael Mateo. "Quien se quiere poner en contacto con nosotros no tiene problema. Hay muchas posibilidades de acceder a Maimónides, a través de la página web, el correo, las redes sociales", defiende. Este reportaje es una muestra.
Tampoco se esconde un lobby o colectivo con intereses económicos o políticos ocultos detrás de la lona, vuelven a aclarar. "Nuestro interés es personal, no institucional. De hecho, no nos posicionamos como organización, no decimos lo que está bien y lo que está mal, ni lo que es moral o no. No queremos influir como organización, sino como personas individuales: nuestro objetivo es ser útiles como ciudadanos a la sociedad y ayudar en lo que se pueda mejorar".
Entonces, vuelve a surgir la pregunta. ¿Para qué sirve una logia masónica hoy en día y por qué no un club de discusión filosófica o una peña cultural?
Ser masón
La masonería no se entiende sin su componente espiritual. "Buscamos el razonamiento, creemos en la ciencia y defendemos el progreso, pero eso no es incompatible con la fe". "Necesitamos que las personas crean en la transcendencia, si no, no tendría sentido algunas propuestas que se hacen".
Para ser masón, por tanto, la persona tiene que ser creyente "en un principio rector", aunque no necesariamente el mismo, lo que garantiza la tolerancia en el ámbito de trabajo. "Dentro de una logia masónica puede coexistir perfectamente musulmanes, judíos y católicos; personas del PP, del PSOE, de Sumar o de Bildu", asegura Mateo. "Sigue habiendo muchos políticos masones hoy en día, y de distinta índole, aunque no se suelen corresponder con políticos tendenciosos ni partidistas. Si ves un político muy ideologizado puedes decir casi con total seguridad que no es masón".
Para iniciarse, el requisito indispensable es ser "libre", y en el caso de las logias regulares que siguen el rito antiguo y tradicional (la mayoría), también es necesario ser hombre -también hay logias femeninas y mixtas-. "Ser una persona libre en el sentido de que no dependa de nadie a la hora de tomar sus decisiones, que tenga una independencia ética y económica, que nadie pueda condicionar su voluntad", explica Rafael Mateo.
Se exige, por tanto, ser mayor de edad. Una persona con 18 o 19 años difícilmente tiene una "vida proyectada", que sea apta para entrar en una logia, "aunque hay excepciones". La media de iniciados se sitúa entre los 30 y los 40 años, pero también se inician jubilados y gente de 22 años. Además, se comprueba, antes de iniciar a alguien como miembro, "que sea de buenas costumbres", es decir, que no tenga antecedentes penales o causas pendientes con la justicia. "Va en contra de los principios morales que nosotros trabajamos e intentamos inculcarnos a nosotros mismos, como la legalidad o la honradez", explica el miembro fundador.
"Ser masón te condiciona en tu actitud. No puedes ser una persona deshonesta si eres masón. Si usurpas, estafas o te dejas llevar por la violencia, deshonra a la persona y al resto de los hermanos", añaden para dibujar a medida su hombre de Vitrubio.
Uno de los principales estigmas que tiene la masonería tiene que ver con el elitismo. "Somos elitistas en cuanto a la condición humana de la persona, a sus valores, no en cuanto a su condición social. Hay personas que han entrado con un salario humilde, con trabajos manuales y sin carreras académicas", defiende el exvenerable maestro.
La masonería especulativa (moderna), surge de la entrada y aceptación en las logias operativas, (gremiales) de personas que no pertenecían a esos gremios. Gente ilustrada e indisociablemente pudiente (burgueses y nobles) que se interesaron por la masonería.
Ahora la masonería está formada por gente de todo tipo. "Muchos son autónomos, abogados, arquitectos, y también hay un gran sector funcionarial de todo tipo, desde escala básica a superiores: el perfil no es profesional", resuelve Mateo. Recientemente se han iniciado un abogado, un militar y un pintor. "El perfil es intelectual, de gente que encuentra en la masonería un campo para expandir sus inquietudes".
Con 40 miembros activos, la Logia Maimónides 173 se define en la actualidad, "con total seguridad", como "una de las más potentes de España y la más potente de Andalucía". "Es una barbaridad: lo normal es que haya como mucho 16 personas activas", asegura Mateo. Su "calidad humana y su trabajo" ha labrado una fama dentro de la masonería española y un crecimiento exponencial desde su nacimiento “teniendo en cuenta que no hacemos proselitismo”. Y podrían ser más. En las distintas fases del proceso de entrevistas que tienen que pasar los aspirantes a formar parte de la logia, han sido rechazadas hasta 37 personas en estos trece años. "Hay gente que cree que ésto es lo que no es”.
¿Cómo funciona?
La ayuda mutua es parte del pacto entre los hermanos de una logia. "Es una obligación moral", asegura el gran oficial de la logia. Se le apoya económicamente si lo necesita, se le busca trabajo o se prestan servicios profesionales entre sí. Los hermanos que son abogados, por ejemplo, defienden o asesoran gratuitamente a un hermano. "Es nuestro deber".
¿Puede surgir un conflicto de intereses? "Por eso pedimos que la persona que entre sea libre, para que su interés en la masonería sea honesto y no haya un interés de beneficiarse de nosotros", responden. En estos casos, antes de tener que acudir a la justicia civil, la logia tiene su propia justicia interior en la que intentan resolver los problemas a través de la mediación.
En una "sociedad tan competitiva, que busca primero la supervivencia y el posicionamiento individual", analiza, "funcionamos como gremios", concluye el gran oficial de la logia. Cada miembro aporta una "cuota mensual asequible". Así financian los gastos de actividad de la logia y una parte se destina a la beneficencia: obras de solidaridad entre hermanos o a colectivos con los que colaboran, aunque no públicamente. "Hacer ostentación de nuestra obra benéfica se puede entender mal, aunque esto mismo con la masonería en otros países no pasa".
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