Los masones se enfadan con el obispo de Córdoba

Córdoba

La Gran Logia de España acusa al prelado de vetar un convenio firmado con los Franciscanos de la Cruz Blanca

Un momento de la firma del convenio entre los masones y los Franciscanos de la Cruz Blanca.
Un momento de la firma del convenio entre los masones y los Franciscanos de la Cruz Blanca. / El Oriente Masonería

A mediados del pasado octubre, se firmó un acuerdo de colaboración entre la Logia Maimónides de Córdoba número 173 –perteneciente a La Gran Logia de España– y los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca que, según se anunció entonces, se orientaría a “atender las necesidades más urgentes entre las personas a las que acoge” la Casa Familiar San Francisco de Asís.

Se trata de un complejo residencial que aúna tres tipos de servicios: una residencia de gravemente afectados (con 20 plazas); una residencia de adultos con centro ocupacional (con 34 plazas); y un centro ocupacional (con 50 plazas) –34 de estas plazas pertenecen a la residencia de adultos, diez son concertadas en la modalidad de estancia diurna y seis plazas privadas en modalidad de estancia diurna–. Según lo acordado, la Logia Maimónides aportaría, “de forma altruista, sus medios humanos y materiales a programas de pobreza, salud o dependencia”.

Pocas fechas después, los Franciscanos de la Cruz Blanca dieron por finiquitado el acuerdo con un escueto comunicado: “Los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca de Córdoba agradecen sinceramente a las personas particulares y a las entidades públicas y privadas su colaboración para el mantenimiento de sus obras sociales y comunican que dan por finalizado el convenio de colaboración firmado con el Círculo de Estudios Maimónides, perteneciente a la Gran Logia de España”.

Los masones ven detrás de esa renuncia la presión sobre los franciscanos del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández. Desde la Gran Logia de España defienden que cuentan con 189 Respetables Logias “cada una de las cuales decide libremente en qué proyectos centra sus acciones de solidaridad. Un número significativo de ellas colabora con diversas instituciones católicas, persuadidas de la eficacia de su obra social”.

El enfado masón por lo que consideran presión del prelado ha llegado hasta tal punto que el gran maestro M. R. H. Óscar de Alfonso –de la Gran Logia de España– le ha escrito una carta a Fernández en la que le insiste en que “he sido conocedor de que su determinante actuación episcopal ha forzado a los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca de Córdoba a rechazar la generosa ayuda ofrecida por los Hermanos de la Respetable Logia Maimónides número 173 de la Gran Logia de España. Solo desde el integrismo religioso puedo entender una actuación que privará a unos monjes volcados en el amor al prójimo de recursos destinados a los más necesitados”.

El gran maestro masón le recuerda al obispo que “los maestros que fundaron la Respetable” Logia Maimónides 173 de la Gran Logia de España, “que usted repudia por su impureza”, quisieron honrar el nombre del gran médico y filósofo que nació en Córdoba...que era judío “y sufrió en vida por dos veces la persecución del integrismo religioso”. “Maimónides, que fue víctima del integrismo musulmán y del integrismo judío en vida, es hoy, gracias a su reverendísima persona, víctima un milenio después del integrismo cristiano”.

De Alfonso también le insiste a Fernández en que la masonería nació como un espacio de tolerancia religiosa, “hace 300 años no existían las ideologías, en una Europa desangrada por el integrismo de católicos y protestantes”, recordándole al obispo, además, con distintos hechos, “la persecución” que los masones han sufrido a lo largo de la historia “por los puros como su reverendísima persona, que detentan una visión integrista de la religión”, y recordándole también que la Iglesia Católica ya “superó su integrismo doctrinal en un Concilio”.

Tras defender que la masonería es “un faro desde hace 300 años” de los valores de un mundo heterogéneo “en el que las banderas, los libros sagrados o las razas convivan sin pretender destruirse”, De Alfonso insiste en que “cada obispo es un príncipe absoluto en su Diócesis. Algunos como usted, don Demetrio, son integristas capaces de privar a los más necesitados del amor que la masonería profesa a cada ser humano”.

Desde el Obispado no se han querido pronunciar al respecto.

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