Esas melodías de la publicidad

Loco por la música

La publicidad visual hoy en día es casi como una película más; los expertos en esta materia realizan creaciones que a veces no difieren mucho de una gran superproducción

Filmación de un spot publicitario.
Filmación de un spot publicitario. / El Día
Harold Hernández

29 de marzo 2020 - 05:00

BUENA música es aquella que penetra en tu oído fácilmente y deja tu memoria difícilmente”. (Thomas Beecham. Director de Orquesta inglés). La publicidad en general ha adoptado la música como uno de los medios más atractivos para dar a conocer los productos de consumo. Puede ser simplemente una obra corta instrumental o una canción reconocida cuya letra sea de fácil asociación con lo que se desea exponer y que sirva de apoyo visual.

Qué duda cabe de que mucha de la música que conocemos y reconocemos la asociamos a un acto visual en la publicidad o al cine. Claramente, tiene diferencias con otras artes reconocidas porque no es “táctil” ni “observable”, sólo se percibe con un sentido –el oído– y eso deja muchas dudas y muchas sensaciones al receptor.

Es interesante hacer saber que, en general, existen dos grandes tipos de música publicitaria: la preexistente y la original. La conocida como música preexistente son piezas originales y/o adaptaciones que ya están creadas para otro fin o propósito. La música original, obviamente, es aquella ideada y compuesta especialmente para una campaña concreta.

La publicidad visual hoy en día es casi como una película más. Los expertos en esta materia realizan creaciones que a veces no difieren mucho de una gran superproducción fílmica, sólo que su tiempo es limitado y por ello usan en muchas ocasiones temas musicales de renombre para acompañar a la imagen o el texto. Esto provoca que el respetable, a veces por desconocimiento, reconozca tal melodía por lo que ve y no por su calidad real e histórica.

No es justo obviar que algunos creadores encargan música original para sus proyectos visuales, pero son pocos los que por falta de economía lo hacen. La publicidad radiofónica en cambio, al carecer de imagen, sustenta mucho más su mensaje de impacto en la música que utiliza y en las voces adecuadas a según qué necesidad para crear en el oyente una imagen visual que perdure y consiga el objetivo publicitado. Todos conocemos o hemos oído hablar de los single como una pieza o canción corta, que usualmente se usa para promocionar un trabajo discográfico.

Siguiendo por esta vía, la publicidad ha dado lugar a un tipo de música específica: el jingle, que no son más que composiciones creadas especialmente para el mundo publicitario y normalmente suelen ser melodías cortas y pegadizas que luego quedarán indefectiblemente asociadas con la marca y/o producto.

No es baladí la elección de un tema ya escrito para ser utilizado en campañas promocionales. El uso de piezas populares o de la llamada música clásica lleva detrás una ingente investigación y un estudio sociológico pensando en influir en determinado publico potencialmente interesado en el producto que se vende.

Algunos podrían pensar que nos manipulan con estas técnicas. Francamente, no difieren mucho de las que usan las redes sociales mediante logaritmos y estudios para saber qué nos gusta comprar, cuáles son nuestras rutas o cualquier otra información que manejan a diario en busca de nuestra satisfacción.

Hay una cuestión cuando menos curiosa. Y es que la conocida como música clásica es frecuentemente asociada a productos de alta calidad o gama, alimentos ecológicos, joyas, coches, etcétera. Por otro lado, la mal llamada música popular es utilizada para llegar a un público joven con la idea de crear una tendencia que ya se conoce como publipop.

Esta es quizás la más curiosa, pues se nutre del relanzamiento de temas antiguos, de décadas lo suficientemente lejanas para el público joven actual o el lanzamiento de temas noveles con la pretensión de colocarlos en las listas del Hit Parade.

Para el que escribe estas líneas, es divertido ver a las nuevas generaciones disfrutando de temas que ya fueron todo un éxito hace 40 ó 50 años creyendo que son de actualidad y encima lo asocian al cantante o grupo que lo interpreta, que seguramente lo habrá versionado con la consabida recolección de derechos de autor por haber cambiado un poco el ritmo, modificado tres notas o cambiada la instrumentación original. También este tipo de publicidad ha servido no sólo para recuperar viejos éxitos, sino para lanzar a la fama temas nuevos que el tiempo dirá si permanecen en la memoria colectiva o simplemente pasarán y serán olvidados.

En nuestra vida, recibimos a diario infinidad de impactos visuales y auditivos. En este contexto, a veces la percepción del silencio es muy de agradecer e inclusive es hasta llamativo en el medio publicitario, pues te impacta ver un anuncio que no tiene música. Y es que según los entendidos, el silencio también es música.

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