¿Por qué ya nadie baila el vito en Córdoba?
Cultura
La profesora Eloísa Márquez lleva años estudiando una danza en peligro de extinción cuyo origen todavía genera numerosas dudas
Con el vito vito viene, con el vito vito va... ¿Quién se acuerda de esta célebre melodía? Se trata de un cántico que acompaña a un baile tradicional y del que ya pocos recuerdan sus pasos. Pese a lo pegadizo de su letra, pues se mete en la cabeza y no puedes dejar de tararear las dos mismas frases durante un buen rato, las nuevas generaciones crecen sin el sentimiento de arraigo que antaño había hacia este baile popular en Córdoba.
Eloísa Márquez (Córdoba, 1975) lleva toda una vida ligada al baile. Con seis años comenzó sus clases de conservatorio y ahora es profesora de danza clásica; actualmente, se encuentra inmersa en su tesis doctoral sobre el baile del vito. Y aunque le quedan un par de años para concluir la investigación, todo lo descubierto hasta la fecha le resulta fascinante, pues aunque partía con la idea de que no encontraría mucha información todo parece indicar que se ha topado con la punta del iceberg.
“Se baila en todos sitios y no es de nadie”, afirma Márquez ante la pregunta de si el vito tiene orígenes cordobeses, como mucha gente piensa. Precisamente, su procedencia es una de las particularidades que más llamó la atención de la profesora para comenzar la investigación, puesto que, a lo largo de su trayectoria profesional, su carrera le ha llevado a trabajar en los distintos conservatorios de Andalucía, donde ha podido comprobar las distintas versiones del vito.
Estando en Almería, le mostraron el baile del vito, aunque lejos de encontrase la coreografía tradicional que ella aprendió en el conservatorio de Córdoba siendo una niña, halló un versión particular que poco o nada tenía que ver con los pasos que recordaba. “Fue la primera vez que me dijeron que el vito no era de Córdoba. Yo pensaba: pero si no es el mismo baile que me enseñaron a mí... Incluso había veces que no estaba en programación”, dice aún extrañada.
Durante su investigación, Eloísa Márquez se ha topado con Juan Navarro, especialista en danzas tradicionales andaluzas y profesor de Folclore en el conservatorio de Málaga. Este profesional viaja por pueblos de la provincia malagueña para conocer los bailes tradicionales de cada comarca con el objetivo de crear una enciclopedia virtual y fue precisamente él quien le comentó a Márquez la existencia del vito malagueño. Además, tal y como se popularizó posteriormente, en la letra más conocida del vito se menciona que “una malagueña fue a Sevilla a ver los toros...”.
“No existe un baile propio. El vito tiene muchas variedades; lo único que se mantiene es la letra... bueno, el estribillo”, indica la profesora. En la actualidad, en el Conservatorio Luis del Río de Córdoba se enseña este baile desde dos asignaturas diferentes: Escuela Bolera y Folclore; junto con la Danza Clásica y la Danza Estilizada, son las cuatro materias que componen la especialidad de Danza Española.
A la hora de echar la vista atrás, la investigadora asegura que no existe ningún documento oficial que corresponda al baile del vito, si bien hay un registro de pasos que se ha mantenido a lo largo de los años. Las primeras notas donde se habla y se describe el baile datan del año 1846, fecha en la que se publicó el folletín Eilina o Sevilla por dentro, del autor Cristóval de Pascua. “Es la primera obra escrita en la que se deja constancia de la existencia del vito”, explica.
A principio del siglo XX, el baile se empieza a popularizar en todo el país, también en Córdoba. “Era un baile español y se bailaba en todos los sitios. No era típico de una ciudad en concreto, y los primeros escritos de autores extranjeros hablan del vito sevillano o gaditano”, explica la experta.
Márquez recuerda que El tío Caniyitas está documentado como “la primera vez que aparece el vito en lo alto de un escenario”. Se trata de una zarzuela de Mariano Soriano Fuentes que se representó en 1850 en el teatro San Fernando de Sevilla.
Además de la procedencia, la coreografía inicial tampoco se conoce con exactitud. En los primeros libros se describe un baile donde la mujer (la única bailaora) iniciaba un coqueteo a través de sus pasos, que realizaba subida a una mesa, “nada que ver con lo que hay hoy en día”. También se tiene constancia del vito bailado por un hombre o en pareja, coreografías que se asemejan a otros bailes como la Maja y el Torero.
Una grabación de 1898 donde el maestro Otero realiza varios fragmentos de bailes con una alumna de su cuadro flamenco, tal y como ha podido comprobar Márquez, reflejan los pasos del vito bailado en pareja.
Pero, ¿cómo se llegó a popularizar en Córdoba este baile? La razón tiene varios nombres propios y uno de ellos Maruja Cazalla. Esta bailaora cordobesa fue una destacada alumna de Rita Fragero y, gracias a su experiencia y dominio del baile, fue la encargada de hacer renacer el vito en la ciudad cordobesa desde su propia academia de baile, tal y como señala Manuel Medina en su libro Coplas al aire.
Los pasos de la época en la que Cazalla divulgaba esta coreografía se asemejan a los practicados en la actualidad en la asignatura de Folclore. De otro modo, el vito también tiene otras versiones actuales, como las enseñadas desde la materia de Escuela Bolera, cuyos pasos se parecen a los del maestro Pericet.
Según los estudios comprobados a día de hoy por la investigadora, el baile del vito no es de Córdoba; no obstante, en 1983 “aparece redactada la coreografía del vito como baile típico cordobés en el libro Danzas de Córdoba”. A pesar de no contar con un origen claro, los cordobeses han sentido el baile como suyo. Prueba de ello es que algunos grupos folclóricos como el de San Rafael-Alcaria llevan el vito en su repertorio artístico.
Jotilla aceitunera de Villanueva, fandangos de Lucena o el zángano de Puente Genil sí son bailes originales de la provincia de Córdoba. Muchos de ellos aún se mantienen en la memoria de los mayores y se practican en ferias y festividades señaladas.
En la capital, tal y como reconoce la profesora Márquez, “no nos valoramos lo suficiente, ni se fomenta ni se le da visibilidad”, afirma al referirse al vito. “Aunque no haya nacido aquí, podemos darle oportunidad para que la gente lo conozca y que no se quede solo en un conservatorio. Es un baile que hemos acogido, debemos valorar lo que tenemos y potenciarlo, porque de lo contrario esas tradiciones al final se perderán”, avisa la profesora.
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