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Solidaridad
Valencia/Todo cambió en la Comunidad Valenciana hace ya más de dos semanas. La entrada de una brutal DANA se ha llevado la vida de más de 200 personas. El barranco del Poyo, pueblos como Paiporta o Benetússer, se convirtieron en el epicentro de la catástrofe medioambiental y, día a día, intentan seguir adelante. Para ayudar en esas tareas, en España se despertó una inmensa ola de solidaridad y las ayudas han llegado -y deben seguir llegando- a tierras valencianas. Y Córdoba también ha querido poner su granito de arena en estas tareas con la participación de centenares de voluntarios que no han dudado de utilizar su tiempo libre para ayudar a quienes más lo necesitan en estos momentos.
Bomberos, efectivos de la Guardia Civil, agentes de la Policía Local, grupos de jóvenes... la ola de solidaridad es intensa para ayudar a la recuperación de las localidades valencianas más afectadas por la DANA. Entre ellos, la Cruz Roja y numerosos integrantes cordobeses como Nerea Casas, responsable provincial de Socorros y Emergencias, que ha estado allí la última semana trabajando en la estructura de operaciones de la identidad, desde la que, según explica a El Día, "se identifican las necesidades, se gestionan y se atienden y se dan las órdenes precisas".
Nerea es uno de los treinta cordobeses que han participado en despliegue de Cruz Roja ante esta emergencia, dentro de su Plan de Respuesta para hacer frente a los efectos de la DANA. En su caso, ha estado en Pinedo, cerca de Paiporta, una de las localidades valencianas más afectadas. En su primera toma de contacto con la realidad, asegura que se quedó "impactada" cuando vio la situación. Es más, reconoce que "la mente humana es incapaz de imaginarlo; una imagen, una foto, nunca nos va a dar la visión real de cualquier situación". Y ese es el mensaje que lanza: el de saber diferenciar las imágenes que se muestran desde los medios de comunicación y la auténtica realidad, que no se llega a ver del todo. "Fue desolador", apunta, al tiempo que destaca la voluntariedad de todas las personas que han acudido a ayudar: "La gente no para de aportar músculo y se trabaja de manera incansable".
A su juicio, volver a normalidad en estas zonas de Valencia "se alargará en el tiempo" y reconoce que, hasta el momento, "no hay capacidad existente para toda la demanda que hay". También admite que, a pesar de que han pasado ya más de dos semanas, "hay espacios a los que es muy difícil acceder".
Casas también alude a las consecuencias psicológicas de los propios afectados a los que ayuda porque llevan todo este tiempo haciendo tareas de limpieza y de recuperación de sus propios enseres y es algo que "mentalmente agota". La trabajadora de Cruz Roja no es de piedra y confiesa que es sensible ante la inmensa cantidad de testimonios que ha escuchado durante su estancia en Valencia, algunos de ellos "desgarradores" o incluso de jóvenes con shock postraumáticos como consecuencia de la DANA y que, por ejemplo, solo responden o contestan a sus preguntas con monosílabos.
A pesar de todo ello, y justo antes de regresar a Córdoba, Nerea Casas afirma con rotundidad que "es gratificante poder ser parte en esta gran cadena humana".
La ola de solidaridad desde Córdoba no cesa en las dos últimas semanas. Otro buen ejemplo de ello ha sido el viaje que han hecho Kike, Antonio, Marcelino, Pedro, Alberto y Álvaro, seis jóvenes de Priego de Córdoba y un salmantino de entre 26 y 29 años, a Paiporta para intentar ayudar a la población devastada por la DANA. Allí, han podido comprobar la hospitalidad de un pueblo herido por la tragedia que “te muestra una sonrisa cuando saben que hemos venido para ayudar”, según ha informado la Diócesis de Córdoba.
Tienen varios amigos militares que “sienten las cosas de cerca”. Sus propias descripciones de las consecuencias del terrible temporal movieron sus consciencias y alumbraron una decisión: organizarían un concierto de flamenquito en Priego de Córdoba para recaudar dinero y enseres y lo enviarían a Valencia.
La actuación el pasado 8 de noviembre fue un éxito por la colaboración de los prieguenses y asumieron entonces que ellos serían también los transportistas. Se fueron para Valencia en coche para dejar lo recaudado y trabajar en la retirada de lodo y barro. Al llegar, comprobaron una realidad que supera con creces lo que se percibe a través de los medios de comunicación, al igual que el testimonio ofrecido por Nerea. Por eso al llegar, decidieron quedarse tres días en Paiporta porque “ayudar como sea” se convirtió en un objetivo compartido con otros miles de jóvenes.
La descripción de lo vivido es “una película de guerra, con kilómetros de calles devastadas, coches amontonados, parques con columpios destrozados, árboles en el suelo”, Kike y sus amigos no encuentran más palabras y añaden a esa descripción un paisaje desolador donde hay lodo hasta la rodilla en algunos sitios y personas que no dejan de limpiar. En Paiporta, las primeras plantas de pisos están sin puertas ni ventanas, “una locura”, expresa con una mezcla de impotencia porque “parece que nunca estuvo urbanizado, solo tierra y barro”.
Los jóvenes prieguenses se han visto obligados a regresar para atender sus obligaciones laborales, pero volverán en enero. El día 4 del nuevo año regresarán, esta vez para repartir entre los damnificados lo recaudado en el festival de Navidad que ya preparan. Será un regalo anticipado de Reyes Magos. Como los magos de Oriente, seguirán la estrella del amor al prójimo en forma de brazos jóvenes dispuestos a trabajar.
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