Uno de cada tres niños atendidos en Dermatología del Hospital Reina Sofía de Córdoba tiene dermatitis atópica
Sanidad
El porcentaje de casos totales es mayor ya que el seguimiento se reparte entre los pediatras de Atención Primaria y los especialistas del hospital
El sol es un aliado para mejorar las lesiones, pero hay que tener cuidado con la arena, la sal y el cloro
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La dermatitis atópica cada vez afecta más en la infancia hasta el punto de que un tercio de los niños que acuden a Dermatología pediátrica del Hospital Reina Sofía de Córdoba tienen esta patología de la piel. Se trata de la enfermedad cutánea crónica más frecuente en esta etapa de la vida y tiene una prevalencia de entre un 30% y un 40%.
De hecho, es un porcentaje que va aumentando progresivamente, según explica la dermatóloga del hospital cordobés Gloria Garnacho. No todas las dermatitis atópicas son iguales y, en función de la severidad, se clasifican en leve, moderada y severa.
La mayoría de ellas son leves y moderadas que se controlan con cuidados adecuados de la piel o tratamientos tópicos. "Solo aquellas más severas necesitan tratamientos sistémicos o las nuevas terapias biológicas que están apareciendo", indica la doctora.
En Dermatología pediátrica del Reina Sofía, las consultas por esta afección suponen un porcentaje elevado, uno de cada tres niños, y en muchas ocasiones son pacientes que derivan desde Atención Primaria (Pediatría) para "corroborar algunas decisiones terapéuticas" y que los especialistas den "ese visto bueno", incide Garnacho. Luego, son los pediatras los que se encargan del control de esta enfermedad. Otros niños son "pacientes refractarios a tratamientos habituales o que van a necesitar una terapia más importante" y a estos sí se les hace un seguimiento desde Dermatología.
Por lo tanto, "el porcentaje de casos de dermatitis atópica es mayor que el que se atiende en el hospital ya que es una patología repartida entre el seguimiento en Pediatría de Atención Primaria y de los especialistas del hospital en los casos más complejos", especifica la doctora.
Manejo y beneficios del sol
La dermatitis atópica, en general, "mejora con el sol, como todas las patologías inflamatorias ya que el sol es un gran antiinflamatorio, sin embargo, en el contexto de la piscina o de la playa no siempre es así", resalta Gloria Garnacho. En ese sentido, explica que si se trata de un paciente con una dermatitis atópica no controlada, con la piel alterada y con lesiones, el sol, la arena, el viento o la sal del mar de la playa y el cloro en exceso de la piscina puede producir un empeoramiento.
Por eso, "es importante que estas personas tengan bien controlada su enfermedad antes de ir a la playa o a la piscina". Respecto a las piscinas de cloración salina, "van mejor, pero áun así resecan mucho". Los afectados por esta patología "se pueden bañar, pero que se enjuaguen enseguida y se apliquen sus cremas y fotoprotector adecuado".
En el manejo de la dermatitis atópica influye mucho que los pacientes y sus familias - en caso de ser niños- se entrenen bien en el cuidado de esta patología. Por eso, el Hospital Reina Sofía inauguró en 2018 la Escuela de la Atopía de Córdoba Califatopic, pero se frenó con el coronavirus. Durante estos años se ha hecho online, "pero no tiene la misma repercusión ni la misma utilidad y este 2023 va a volver de nuevo la forma presencial, con una primera convocatoria el 6 de noviembre", destaca Garnacho.
Esta iniciativa tiene el objetivo de que los pacientes conozcan mejor su enfermedad, la entiendan, identifiquen los brotes y los aspectos con los que pueden mejorar o empeorar. "Así no tienen que depender al 100% del especialista", apunta la doctora.
Aparición y evolución
La dermatitis atópica es mucho más frecuente en edades precoces de la vida, en torno a los dos o cuatro años, que es cuando suele surgir, explica la especialista, pero algunos bebés pueden empezar a sufrirla incluso a partir de los seis meses. Al respecto, Garnacho señala que en estos lactantes menores de un año es importante que se trate de forma adecuada porque "se ha visto que, si se trata bien, no dejará de ser un eczema simplemente y no pondrá en marcha una serie de mecanismos inmunológicos inflamatorios que podrán desencadener lo que se conoce como la marcha atópica".
Esta -según explica la doctora- es una respuesta inflamatoria del sistema inmunológico que "comienza con un eczema sin más, pero si no se corrige puede continuar con el desarrollo de rinitis alérgica, alergias de contacto, asma bronquial e incluso patología intestinal tipo alteración de la flora intestinal".
La dermatitis atópica va evolucionando y "se suele corregir en torno a los seis, ocho o diez años, en función de cada paciente", pero hay otros que continúan con esa patología en la adolescencia e incluso en la edad adulta. Sin embargo, cuando son niños tiene unas peculiaridades diferentes en cada etapa, por eso hay que ajustar los cuidados y tratamientos.
Pero, ¿por qué parece que está aumentando la patología? Hay muchas teorías, indica la especialista del Reina Sofía, pero, en general, para el desarrollo de la dermatitis atópica influyen cuatro factores fundamentales: por un lado, hay una alteración de la barrera cutánea; por otro, hay factores genéticos, con familias enteras en las que existe esa transmisión; además, hay una serie de factores ambientales desencadenantes como pueden ser infecciones de repetición, la exposición a tóxicos, al polvo o alimentos no adecuados; y, por último, está el mecanismo inmunológico conocido como marcha atópica
La psoriasis
La psoriasis, que también es una enfermedad cutánea crónica, es mucho menos prevalente que la dermatitis atópica. En la infancia constituye aproximadamente entre un 3% y un 4% de todos los casos que se diagnostican ya que es mucho más frecuente en adultos que en niños.
De todas formas, Garnacho aclara que puede surgir en esta primera etapa de la vida. Incluso puede estar presente desde el momento del nacimiento; de hecho, hay psoriasis que se denominan "del área del pañal" porque afecta sobre todo a esta zona. Para el desarrollo de esta patología influye mucho el roce continuado, el llamado efecto Koebner.
En niños, suele aparecer en la cara, el cuero cabelludo, el ombligo... E incluso "hay una forma inversa en la que aparece en los pliegues". Se diferencia de los adultos porque son formas "mucho menos costrosas y más parecidas al eczema", por lo tanto, "normalmente con tratamiento tópico y exposición solar se suelen controlar".
A la psoriasis "le viene genial el sol en verano" e incluso los especialistas a veces aprovechan para que los pacientes descansen de los tratamientos durante estos meses. De hecho, "es raro que una psoriasis debute en el verano, pero sí puede surgir en cualquier momento de la vida". Los afectados no tienen el problema de la arena o el cloro, como sí ocurre con los que tienen dermatitis atópica.
Problemas de la piel en verano
Otros problemas muy típicos de la piel de los niños en verano son, por ejemplo, las picaduras de insectos o de medusas, por lo que "hay que tener cuidado con ellas y utilizar repelentes adecuados". En el caso de que ya se haya producido la picadura, Garnacho resalta que habría que utilizar cortocoides tópicos, antihistamínicos orales y cremas reparadoras.
Con respecto a las picaduras de medusas, es importante acudir a un centro ya que incluso se utilizarán corticoides tanto tópicos como orales porque "estas picaduras no solo dan problemas en el momento, sino también posteriormente".
En verano, también hay que tener cuidado con las reacciones fototóxicas de plantas como las higueras o las adelfas, que se producen tras tocar alguno de estos ejemplares y exponer esa zona al sol, lo que da lugar a una "erupción súbita" que incluso puede llegar a producir ampollas.
En niños más mayores, es habitual el pie de atleta, una infección por hongos producida en zonas concurridas como piscinas o duchas públicas, por lo que es importante utilizar escarpines y chanclas.
Quemaduras solares
El verano es una época en la que los niños juegan mucho al aire libre, sobre en zonas de piscinas y en la costa, por lo que hay que usar fotoprotectores para evitar las quemaduras solares.
La dermatóloga del Reina Sofía expone que el 80% de la exposición solar de una persona se recibe en la infancia y este es el principal factor evitable para el desarrollo de lunares y de melanomas, por lo que "tenemos que ser muy responsables con nuestros niños, usar filtros solares adecuados, reaplicarlos y, si no les gusta, utilizar ropa solar con SPF 50".
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