La nueva generación de médicos rurales de Córdoba: “Estamos para todo”
Sanidad
María Dolores Spínola y Belén Muñoz cuentan cómo es este "gratificante" trabajo en el que tienen que atender desde un simple resfriado a infartos o accidentes de tráfico
El llamado "médico del pueblo" siempre ha sido una figura respetada a la que los habitantes del medio rural confiaban su salud e incluso otros problemas. Confidentes de familias enteras, preparados para actuar ante cualquier urgencia -por muy grave que sea- y con fuerza para mantener guardias de 24 horas para que siempre haya una atención sanitaria en caso de necesitarlo. Así es la medicina rural, una rama de la profesión más dura, pero "gratificante", en la que, a la fuerza, el que entra tiene que curtirse para actuar con los recursos disponibles, que son mucho menores que en las ciudades.
María Dolores Spínola y Belén Muñoz, con 32 y 35 años respectivamente, forman parte de una nueva generación de médicos rurales que, como sus antecesores, se entregan cada día para atender lo mejor posible a los pacientes desde pequeños municipios de la provincia de Córdoba en los que apenas hay una ambulancia e incluso tienen que pasar consulta a la población infantil cuando no hay pediatra o el que hay está de descanso.
Estas dos facultativas tienen plaza como dispositivo de apoyo, por lo que su trabajo consiste en cubrir a los médicos de familia salientes de guardia, así que trabajan en varios pueblos. María Dolores está en la Campiña Sur, en Fernán Núñez (9.667 habitantes) y Montemayor (3.851 habitantes); mientras que Belén está en el Valle del Guadiato, dando asistencia en Villaviciosa de Córdoba (3.191 vecinos), Obejo (2.025 habitantes) y Villaharta (640 vecinos), en plena Sierra Morena cordobesa y una zona de creciente despoblación.
María Dolores lleva tres años como médica rural y los cuatro años anteriores estuvo en Córdoba capital. Según explica, la diferencia en el trabajo, fundamentalmente, es que en el ámbito rural los facultativos salen a todos los avisos que surjan y no tienen una ambulancia como el 061 o el DCCU (Dispositivo de Cuidados Críticos y Urgencias). Allí, "para cualquier cosa que le ocurra a un paciente, ya sea un infarto, una caída o un ictus, nosotros tenemos que abandonar la consulta y acudir a socorrerlo".
En ese caso, "nos montamos en la ambulancia, salimos corriendo y los pacientes que estén en el consultorio se tienen que esperar a que volvamos". Los médicos rurales están "para todo, tanto para nuestra consulta, con citas cada siete minutos, presenciales y telefónicas y, aparte, para las urgencias", explica. Se pueden "enfrentar absolutamente a todo". De hecho, en septiembre, antes de irse de vacaciones, ella misma tuvo avisos por un paciente ahorcado, un accidente de tráfico y un infarto.
Según la gravedad del paciente, en el caso de María Dolores pueden "activar a los compañeros de Montilla si es necesario hacer un traslado asistido por personal sanitario", pero en caso de que ellos estuvieran ocupados, "nosotros tendríamos que hacer ese traslado".
Las urgencias vitales y las no vitales "te toca atenderlas a ti", agrega Belén. Por ejemplo, "lo mismo te tienes que ir al campo porque se ha volcado un tractor o a una carretera porque ha habido un accidente de tráfico", incluso una vez tuvo que atender a un caballista que se había caído en una romería. La capacidad de reacción y de resolución de estas profesionales debe ser rápida para atender cualquier situación, por muy grave que sea.
Precisamente en una de sus primeras guardias, Belén tuvo que asistir a una mujer que se puso de parto, aunque no estaba totalmente dilatada y pudo llegar al Hospital Reina Sofía. "Muchas veces no sabes lo que vas a tener que atender durante una guardia o durante la mañana de consulta", puntualiza.
Otra de las diferencias con respecto a la ciudad, indica María Dolores, es que en los pueblos "para el paciente eres una persona mucho más importante". En ese sentido, explica que, por ejemplo en la capital, los problemas importantes "van al hospital", pero en los pequeños municipios el médico de familia es "su referente".
En ello coincide Belén, que añade que suelen conocer a las familias enteras y, "cuando hay confianza, se establece una relación muy bonita", aunque "no con todos los pacientes ocurre". A lo largo de los cinco años que lleva en esta zona del Valle del Guadiato ha ido notando cómo las personas confían en ella "a pesar de no tener un cupo asignado y no estar siempre en la misma consulta". Incluso "a veces te buscan porque tienen confianza, les gusta cómo los tratas; y eso se agradece mucho".
Esta facultativa eligió dedicarse a la medicina porque le gusta preocuparse por los demás e intenta "hacerlo lo mejor" que está en sus manos y "que ellos confíen en mi capacidad y en mi buena voluntad es lo que más me motiva para ir a trabajar", confiesa.
La edad de los pacientes en las zonas rurales es mayor que en los núcleos urbanos y eso hace que también se note "mucho más el respeto hacia el médico". Según la experiencia de María Dolores, "cuanto más edad tiene la gente, más respetuosa es".
Por su parte, Belén manifiesta que en estos pequeños municipios pueden trabajar más la promoción de la salud y, en ese sentido, a ella le "gusta más la población rural", que también es "más accesible porque la ves con más frecuencia".
Jornadas de 24 horas de trabajo
La jornada de los médicos rurales comienza a las 08:00, con consultas hasta las 14:00, mientras que de 14:00 a 15:00 atienden las visitas domiciliarias programadas. Aparte, cubren lo que entra de urgencia, "cosas inesperadas que surgen a lo largo de la mañana". La guardia empieza a partir de las 15:00 y dura hasta las 08:00 del día siguiente; es decir, "realmente trabajamos 24 horas seguidas, sin parar", explica María Dolores, porque el centro de salud o consultorio "no se puede quedar solo".
En las urgencias, hay diferentes prioridades que clasifica el 061. Por ejemplo, un infarto o un ictus tienen prioridad 1, es decir: "deja todo lo que estás haciendo y sal corriendo". Las prioridades 1 y 2 "no son demorables" y los médicos acuden siempre con la ambulancia. Para las clasificadas con un 3 que se produzcan durante la guardia, el facultativo también va en ambulancia, pero en este caso puede acabar de atender al paciente que tenga en ese momento. Sin embargo, en caso de que el aviso sea de nivel 3 y por la mañana, el profesional va con su propio coche.
Además, los médicos rurales también tienen que atender a la población infantil. En el caso de Fernán Núñez, hay una pediatra que está de lunes a viernes de 08:00 a 15:00, pero en Montemayor una médica de familia tiene el cupo compartido: hasta las 11:30 ve a adultos y de esa hora hasta las 13:00 ve a los niños. Cuando esta profesional sale de guardia, María Dolores atiende a su cupo, y también cubre las vacaciones de la pediatra de Fernán Núñez. En estos centros de salud o consultorios, los médicos pueden ver cada día a unos 40 pacientes, algunos por vía telefónica.
En Montemayor hay tres médicos (dos de cupo de adultos y una con cupo compartido) y en Fernán Núñez, seis médicos, más María Dolores, que cubre los salientes de guardia.
Por su parte, entre Obejo, Villaharta y Villaviciosa hay cinco médicos con cupo, cinco médicos de dispositivo de apoyo y una pediatra. En concreto, en Obejo y Villaharta la pediatra no pasa consulta a diario y esos días los niños son atendidos por el médico de familia que esté en el consultorio. Eso hace que, en el caso de Belén, los vea "con mucha frecuencia tanto por las mañanas como en las guardias".
En una jornada, y dependiendo de la época del año y bajas de compañeros que haya que cubrir, lo normal es que pasen consulta a entre 35 y 55 pacientes. Esta alta cifra se da en verano porque aumenta la población de los pueblos y los profesionales se van de vacaciones, así que los que se quedan tienen que cubrir sus cupos.
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