La oficina de apoyo a la Base Logística de Córdoba: así funciona la sala de máquinas donde se ‘construye’ el proyecto

Infraestructuras

Un equipo liderado por el general Ruiz Alonso trabaja para trasladar de la manera más real infraestructuras y tecnología puntera sobre La Rinconada

Defensa licita el inicio de las obras de la Base Logística en Córdoba por 27,7 millones

La oficina de apoyo a la Base Logística, vista desde el área de coordinación, durante la visita de la ministra Robles. / El Día

La Base Logística del Ejército de Tierra General Javier Varela se levantará sobre una parcela de 85 hectáreas en el polígono de La Rinconada, a apenas 15 minutos de la capital. Sin embargo, el proyecto estrella del Ministerio de Defensa se construye ya –y desde hace meses– bastante más lejos, concretamente a los 350 kilómetros que separan Córdoba de Madrid. Allí, a un paso de la fuente coronada por la diosa Cibeles, en el cuartel general del Palacio de Buenavista, se encuentra desde 2021 la oficina de apoyo a la BLET, donde bajo el mando del general Ruiz Alonso trabaja un equipo de 25 personas –una decena de militares y 15 civiles, todos ingenieros menos un arquitecto– para dibujar lo más fehacientemente posible un centro referencia marcado por la innovación y la tecnología 4.0.

Apenas un día después de que el Oratorio de San Felipe Neri, sede de la Subdelegación de Defensa en Córdoba, acogiera la firma de los convenios económicos que vinculan las partidas que la Junta y el Ayuntamiento destinan al proyecto del Ejército de Tierra, El Día pudo acompañar a la ministra de Defensa, Margarita Robles, en su visita a la oficina de apoyo a la Base Logística, donde de la mano del general Ruiz Alonso, y en compañía del Jefe de Estado Mayor del Ejército, general Enseñat y Berea, y la secretaria de Estado de Defensa, María Amparo Valcarce, presente en la rúbrica entre las administraciones, pudo comprobar el estado en el que está un proyecto pionero que apostará por la sostenibilidad también, además de conocer a los trabajadores y principales responsables del mismo.

La conocida como sala de máquinas de la BLET es prácticamente un área diáfana, solo rota por un gran pilar central con pantalla y pizarras para exponer las ideas, que distribuye las áreas de coordinación, logística y tecnología facilitando el braim storm –cuando toca– y un entorno colaborativo de trabajo, que va más allá del equipo, y que alcanza al propio Ministerio y otros elementos externos como la Universidad, que ayuda a su buen desarrollo. “Es un sueño para cualquier ingeniero”, resaltó una de las profesionales, cordobesa para más seña, ante la ministra, consciente de que la innovación, que requiere de una “mentalidad abierta, ágil y emprendedora”, es básica en un proyecto que busca dar “un salto disruptor” para dejar de mirar al pasado, con el reto de convertir la Base Logística –y Córdoba, por añadido– en “punta de lanza de la industria 4.0”.

El área de coordinación es la encargada de organizar toda la oficina y la comunicación de lo que realiza la misma, además de disponer acciones con otros actores –Mando de Apoyo Logístico del Ejército (MALE) o unidades externas–; analizar las necesidades de personal y estudiar las Ofertas de Empleo Público (OEP) y actualizar los costes “porque todo va subiendo”, o trazar un calendario de actuación con el objetivo final de que las puertas de la Base Logística puedan abrirse en 2027, tal y como está proyectado. Este equipo juega igualmente un papel fundamental en cómo se realizará la transición entre los 11 centros logísticos actuales a la BLET, todo con una notable integración de personal civil y militar que “es parte del éxito” de la oficina de apoyo.

Apenas unos metros más adelante está el área de logística, dirigida por el general Luque, también cordobés. Con el guion de construir un centro que tendrá seis áreas logísticas, además de otra de mando y otra de vida –y una treintena de edificios–, en un área con 4,5 kilómetros de perímetro y 85 hectáreas de las 190 que componen la parcela señalada en La Rinconada, se detienen de manera concienzuda en ese objetivo de sostenibilidad que apuesta por hacer de la Base Logística “una isla energética” que se autobastezca con recursos renovables para cumplir con la Agenda 2030.

Pero su labor va mucho más allá, amén de definir los procesos para ver cómo funcionarían en su traslado a la Base. Tienen como eje central de operaciones el taller y el almacén, que a su vez pasan por ser las zonas de mayor tamaño del complejo, y que estarán interconectadas, con la idea de que funcionen “como un todo”. En su dibujo han resultado clave las visitas a los centros actuales, para poder “definir unidades mínimas, dimensiones y distribución”, si bien luego las restricciones constructivas han obligado a introducir modificaciones. Y es que, como se encargan de recordar en alguna ocasión durante la visita, hay que tener claro que se trata de “un proyecto vivo”, en plena actualización. En las labores de almacén resulta clave el robotizado, que es “moderno, para que no quede obsoleto”, así como la agilización de transportes, en un proceso innovador que lleva a una exclamación que retumba en la sala y todos hacen suya, interiorizan: “Este proyecto es la leche”.

Se trata de “un proyecto vivo”, en actualización constante, recuerdan sin perder de vista 2027, fecha en la que está previsto que la BLET abra sus puertas

Y ahí juega un papel clave el área tecnológica, que intenta con múltiples trabajos “pegar un tirón a la digitalización”, para lo que busca sin descanso “tecnologías e innovaciones para los procesos que pretende la Base”, con contactos con empresas, clúster, Defensa… con especial énfasis en hallar el diseño de sistemas de seguridad con vistas al futuro. Resultan básicas la conexión con las universidades, la realidad virtual o la gestión inteligente, con planes ya sobre la mesa como la búsqueda de vehículos autónomos de almacén, como barredoras o drones, estos últimos con el reto de que puedan volar en interior para identificar defectos estructurales.

Los proyectos que ahora tienen entre manos se probarán luego en los centros designados para la experimentación, que no son todos los actuales. Entre los elegidos sí están Villaverde, que es el que tiene más personal civil, que “hay que aprovechar” –al igual que las instalaciones–, lo que puede convertirlo en una “base intermedia” de la BLET, sobre todo para almacenamiento; y Colmenar Viejo, que también puede perdurar en el tiempo y en el que ya se prueba la tecnología.

El tercero en discordia es el parque de El Higuerón, que va a recibir desde este mismo año las primeras Ofertas de Empleo Público, pues funciona como “embrión” de la Base Logística. A eso hay que sumar las capacidades del personal civil y un cuarto pilar que pasa por la externalización de servicios a industrias de Defensa, pero sin perder el conocimiento, que seguiría en manos del Ejército de Tierra y de esta oficina de apoyo logístico que desde hace meses da forma al proyecto que en breve comenzará a cimentarse en Córdoba.

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