El optimismo regresa a las fincas de girasol por el aumento de la cosecha
oleaginosas
Las lluvias de la primavera y las temperaturas suaves han aumentado el rendimiento

Las intensas y prolongadas lluvias caídas durante los meses de primavera, junto con el liviano verano vivido en la provincia de Córdoba a excepción de estos primeros días de agosto, está dando lugar a que las previsiones de cosecha de girasol, mayoritariamente en secano, sean mejores que en las últimas campañas, según las previsiones de la Asociación Jóvenes Agricultores (Asaja). Así, estas condiciones climatológicas provocaron el retraso de la fecha de siembra debido al exceso de humedad en el suelo y a la dificultad para llevar a cabo las operaciones necesarias y, por ende, se está retrasando también la época de cosecha.
Lo cierto es que estas lluvias, junto a las suaves temperaturas del mes de junio, han despertado el "optimismo" de los agricultores, que esperan obtener mayores rendimientos. Hasta el punto de que hay previsión de aumentar de media en algunos casos incluso en 500 kilogramos por hectárea con respecto a la campaña anterior en la provincia.
Asaja aclaró, no obstante, que en una campaña normal, a fechas actuales, ya deberían existir datos de los rendimientos de girasol. En la actualidad, debido al retraso en la siembra, hasta dentro de unas dos semanas aproximadamente no se dispondrán de estos datos.
En cuanto a los precios, a pesar de que en esta campaña se esperan grandes producciones, el sector del girasol está atravesando unos años difíciles debido a la constante tendencia a la baja tanto del precio como de la superficie sembrada. Los últimos datos de la lonja de girasol en Córdoba, a fecha de 7 de junio de 2018, arrojaban un valor 325 euros por tonelada, a la espera de cómo será la fluctuación del precio para este año ante las producciones de esta campaña.
Asaja advirtió de que la incertidumbre generada con este cultivo en los últimos años acrecienta la "baja apetencia" de los agricultores debido a su baja rentabilidad, manifestándose en una reducción de la superficie sembrada, a pesar de la existencia de ayudas asociadas de la Política Agrícola Común (PAC) para los cultivos oleaginosos. Este hecho provoca en los agricultores la opción de diversificar los cultivos incluyendo otros tales como la colza, garbanzo o la veza. Otros, en cambio, han decidido apostar por plantaciones de cultivos leñosos como el olivo, el almendro y el pistacho.
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