¿Cómo organizar la salida a la calle con los niños para que cumplan las normas?
Desescalada del confinamiento
Los padres deben transmitirles seguridad a sus hijos y ayudarles a interiorizar unas pautas antes de salir de casa
Más de 110.000 niños cordobeses podrán salir a pasear desde este domingo
Han pasado seis semanas desde que el Gobierno decretara el estado de alarma y con ello el confinamiento de toda la población. Ahora, una vez que parece que la pandemia de coronavirus se empieza a controlar, serán los menores de 14 años -acompañados de un adulto- los primeros que salgan a la calle, aunque solo una hora al día. Después de lo vivido en mes y medio, se abre para ellos una nueva situación que puede ser difícil de gestionar y entender.
Resolver sus dudas, ser sinceros con ellos y contar con su opinión es una buena base para que la salida no sea desastrosa y, sobre todo, para que tanto niños como adolescentes cumplan las normas, entre ellas la de mantener una distancia de seguridad con otras personas.
Ante este cambio en el proceso de desconfinamiento es esencial que los padres o tutores transmitan seguridad. La psicóloga infantil del Hospital Quirónsalud de Córdoba Alba Jurado explica que los adultos son el pilar fundamental de los niños, por lo que deben verlos "seguros de lo que están haciendo, que saben cómo actuar en cada momento y cómo cuidarlos". "Pensar y planear cada paso a seguir antes de comunicárselo a ellos será clave para transmitir que tenemos el control de la situación", apunta.
La experta da varias pautas para preparar esta etapa. La primera es mantener a los menores informados y, para ello, antes de afrontar la salida es recomendable dedicar un tiempo a resolver las dudas y preguntas que les puedan surgir, tratando de no mentirles y adaptando las respuestas a su nivel de desarrollo.
La segunda es valorar en cada caso cómo de necesarias son estas salidas. En este sentido, "contar con la opinión de los niños es clave para que se sientan partícipes del procedimiento de toma de decisiones; no forzarlos a salir o apurar el tiempo estipulado de esas salidas en contra de su voluntad", señala la psicóloga de Quirónsalud.
La tercera pauta es tener en cuenta en este proceso el papel de las emociones. Al respecto, recomienda "mantener una posición de comprensión y acoger cualquier expresión de emoción que pueda surgir, dando el tiempo que necesiten para gestionarlas". Es fundamental que los padres o tutores no impongan sus tiempos, sino priorizar los de los hijos.
Una vez en la calle, se corre el peligro de que los niños se acerquen a otros iguales para jugar o hablar, rompiendo así la distancia de seguridad. Para evitar esas situaciones, Jurado recomienda hacer una planificación en la que se anticipen y prevean los supuestos que pueden darse durante el paseo.
Hay que recordarles siempre las medidas básicas de autocuidado, adaptando la explicación a sus capacidades, y "resulta prioritario establecer un procedimiento con información clara y breve sobre qué hacer antes, durante y después de la salida", es decir, al llegar a casa. En ese contexto se pueden establecer unas "normas del juego" con "consignas que resulten divertidas para ellos y fáciles de recordar con palabras clave que sirvan como recordatorio mientras dura la salida". Por ejemplo, utilizar expresiones como "manos arriba", o "dos pasos atrás" y "ensayar en casa qué significan y qué deben hacer cuando el adulto las diga", añade la psicóloga infantil de Quirónsalud. Una vez que tengan esas pautas interiorizadas y aprendidas será más fácil que las sigan llegado el momento.
Y, como en todo juego, "es necesario reforzar su actuación cuando lleguen a casa, evitando las valoraciones negativas y teniendo en cuenta el esfuerzo y la dificultad que supone para ellos la puesta en marcha de tantos pasos a seguir".
Los efectos del confinamiento en los niños
Esta experta recuerda que distintas organizaciones, entre ellas el Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas, advierten del "fuerte impacto emocional y psicológico que la pandemia puede tener en los niños y niñas". Pese a estas primeras salidas autorizadas por el Gobierno, es muy posible que la situación de confinamiento se alargue y los niños y adolescentes tarden en retomar la normalidad en su día a día, "por lo que los efectos negativos de esta situación pueden agravarse y prolongarse en el tiempo".
Jurado recuerda que este colectivo depende en mayor medida del entorno y de las rutinas para regular sus emociones y conductas, necesita actividad motriz al aire libre, así como una interacción con sus iguales y un mayor grado de estabilidad y certeza.
En esa línea, apunta que durante el confinamiento se da una mayor probabilidad de que se alteren las rutinas saludables, aparezcan conflictos derivados de la conciliación familiar y escolar y aumente el tiempo de uso de las pantallas y videojuegos para suplir la falta de juego y otras actividades al aire libre. Debido a esto, los indicadores de alteraciones psicológicas que habitualmente encuentran los expertos son "aumento de la irritabilidad y labilidad (inestabilidad) emocional, aparición de nuevos miedos, regresión en hábitos y habilidades de autonomía ya conseguidos, aumento de la actividad motora y trastornos del sueño y la alimentación".
Aparición de conductas no habituales
Durante el confinamiento han podido surgir en algunos menores conductas poco habituales -como desobediencia o plantar cara a los padres- que hay que interpretar en el contexto de la atípica situación que vivimos, por lo que "no podemos directamente atribuirlas como retos a la autoridad o llamadas de atención". Según explica Jurado, "se trata de la forma que pueden estar teniendo de expresar sus emociones, por lo que debemos entender que todas las emociones son válidas y necesarias".
El papel "contenedor" de los padres es fundamental ahora: lo ideal es transmitir que pueden sostener estas rabietas o conductas inapropiadas desde una actitud de comprensión y sin juzgarlos, evitando las valoraciones personales y siendo más flexibles a la hora de imponer consecuencias; todo ello mientras mantienen las normas y rutinas de casa.
También es importante que los padres y tutores busquen "momentos de autocuidado" y sean "más flexibles" con ellos mismos frente a los sentimientos de culpabilidad, estrés o inadecuación que puedan surgir en estos casos.
Cuando las tareas son una lucha diaria
En muchos hogares está siendo muy difícil e incluso imposible que los niños hagan las tareas que sus profesores les envían de forma telemática; están muy dispersos, se distraen y hasta se niegan a hacerlas. En este sentido, la psicóloga infantil de Quirónsalud señala que "es importante valorar de qué nivel de autonomía y rutina ante el estudio partíamos antes del confinamiento". Igualmente, hay que analizar "si cuentan con las condiciones óptimas para poder afrontar las tareas, tanto de espacio físico como de ruido ambiental, horarios o aspectos emocionales y comportamentales de padres y hermanos".
Teniendo en cuenta que todas estas variables se encuentren "salvaguardadas", la experta puntualiza que hay que ser concretos "a la hora de decirles qué les pedimos y qué obtendrán a cambio cuando lo hagan, evitando consignas generales como 'portarse bien' o 'estudiar'". Esta ocasión se puede aprovechar para trabajar el hábito de estudio, manteniendo una cierta "flexibilidad". "Dotando a los niños de experiencias de éxito y empezando por objetivos que sabemos que van a ser capaces de superar se fortalece su autoestima y aumenta la probabilidad de que quieran volver a repetir la experiencia", concluye Jurado.
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