Pablo García- López: "Me gustaría tener más relación con los conservatorios de música de Córdoba y ayudar a los jóvenes"
Entrevista
El tenor cordobés acaba de estrenar la obra Orphée de Philip Glass en Madrid, donde ha cosechado gran éxito
Es una de los artistas líricos de Córdoba con la carrera más ascendente de los últimos años, cuenta con el beneplácito de la crítica y ha sido galardonado con la Bandera de las Artes de Andalucía, además de otros reconocimientos. Así es el tenor Pablo García-López, un artista cuyo trabajo le ha llevado a subirse a los escenarios más importantes de España y Europa, pero sin olvidar nunca sus raíces. García-López está de enhorabuena, ya que acaba de estrenar Orphée de Philip Glass, en los teatro del Canal de Madrid con las localidades agotadas.
-¿Cómo ha sido el estreno de la obra Orphée de Philip Glass?
-Fue maravilloso. Después de tantas semanas de trabajo y ensayos, el público lo recibió con mucho cariño. Además tuve una gran ovación y estoy muy emocionado y feliz por los grandes elogios que he recibido por parte de la crítica. Es increíble el poder compartirlo con mis compañeros, que hemos trabajados mucho juntos y hemos creado una gran armonía.
-¿Cómo se ha preparado para adentrarse en el papel de Cegéste?
-Esta obra es muy especial, un papel muy complejo en el que tengo que cantar, recitar e incluso tengo un par de monólogos largos en francés, por lo que he trabajado mucho mi voz y la dicción. También he estado haciendo un entrenamiento físico serio porque el personaje así lo requiere, ya que voy sin camiseta toda la función. En general intento preparar mis papeles de la forma más completa posible. Me he dado cuenta de que el canto se ha convertido para mi en una manera de desarrollarme también en la vida. A lo mejor yo no iría nunca al gimnasio, pero desde que estoy cantando he comprendido que el cuerpo forma parte de mi voz, de mi instrumento.
-Cada personaje es diferente. ¿Qué le ha enseñado este?
-Es un personaje complejo, un joven poeta que ha encontrado una fama rápida, que es un poco lo que ocurre en estos días, y se piensa que eso va ser eterno. Pero no, la muerte le llega repentinamente, como llegan las cosas en la vida, y eso le hace entrar en una especie de limbo, crea una relación muy especial con Orfeo porque busca todo lo contrario, la trascendencia y no la fama. Esto es una de las cosas que yo he aprendido con este papel, a buscar la trascendencia en lo efímero y cómo la rapidez de lo que buscamos se esfuma. Eso forma parte de mi carácter, de mi carrera y de mi forma de hacer las cosas.
-Ha cantado óperas en italiano, alemán, catalán, ruso, francés.... ¿Hay que ser un virtuoso de los idiomas para dedicarse a esto?
-Cuando estudiaba en el colegio nunca me consideré muy bueno en los idiomas. El inglés se me dio regular y me costó ponerme con él, pero luego, al empezar a estudiar canto, me di cuenta que el oído se iba haciendo. El primer idioma que aprendí fue el italiano. Luego me fui a vivir a Salzburgo y Berlín y consideré que el alemán era muy importante en mi repertorio. Si tu no comprendes del todo el idioma en el que cantas, es muy complejo transmitir los sentimientos, ya que una palabra, aunque se traduzca de forma literal, puede tener otras connotaciones, porque las palabras están llenas de significados. Mi favorito creo que sería el italiano, pero el catalán tiene algo especial, algo onírico.
-¿Cómo se presenta esta temporada?
-Viene fuerte. Tengo Il Tabarro de Puccini en el Teatre del Liceu, también La Tarara/123, en el Teatro Villamarta de Jerez, y Il turco in Italia de Rossini en el Teatro Real de Madrid. En verano iré a un festival en la República Checa, y de momento, no puedo confirmar nada más.
-¿No le veremos por Córdoba?
-Este año echo de menos tener fechas en Córdoba, ni a corto ni a largo plazo, y es la primera vez que en una temporada no tengo fechas aquí. También soy consciente de que en Córdoba se hacen menos producciones y es más pequeña. Incluso tengo un par de proyectos con la Orquesta de Córdoba, pero fuera de la ciudad. Hasta el 2025 tengo la agenda más o menos llena, aunque me ha sorprendido no pasar por mi ciudad.
-¿Le gustaría tener más representación en la ciudad?
-Siempre he intentado que la lírica esté presente en Córdoba, lo que pasa que en este momento quizás estoy más centrado en mi carrera fuera. Creo que tenemos que hacer funciones para que venga el público joven. Me gustaría tener más relación con los conservatorios, me llama la atención que no tenga ninguna relación ni con el Medio ni con el Superior de Córdoba, donde yo estudié. Yo me brindo para ayudar a los jóvenes que están comenzando, porque un chico de Córdoba o de Andalucía ve muy difícil empezar su carrera desde cero, ¿Cómo hacerlo?, ¿Dónde ir? A mi me gustaría ayudar a la gente que empieza, pero nadie cuenta conmigo para eso en Córdoba. Sin embargo, en otras ciudades sí que lo han hecho. Siento que tengo la obligación moral de devolverle a mi ciudad lo que me ha dado.
-¿Cree que Córdoba es consciente de su valía artística?
-Tenemos que valorar lo que tenemos. Por ejemplo, este año toca aniversario de Ramón Medina y no veo ningún acto para conmemorarlo. El autor se merecería algo grande para ensalzar su figura, porque es que es nuestra identidad y no podemos perderla. Yo intento que el patrimonio de Córdoba salga adelante y con el disco Rutas recuperé textos de Ramón Medina. Una de las cosas que estoy más orgullosos de mi vida artística es que, por ejemplo, Las Adelfas, que es una obra de Medina, la he llevado por muchos auditorios de Europa y España, de manera que a ese patrimonio se le está dando el valor que tiene.
-¿Cómo ve el género lírico, goza de buena salud?
-Las funciones de Orphée están agotadas. Eso dice mucho de que la gente tiene ganas de hacer cosas y creo que el público ha vuelto con muchas ganas a los espacios de arte, a los teatros. También tenemos que apostar por hacer algo educacional, porque la música tiene que estar en las escuelas desde muy pequeños. Cuando yo decía en el colegio que quería ser cantante, los profesores no se lo tomaban en serio; luego, el tiempo ha demostrado que es una carrera muy seria de la que llevo viviendo 15 años de mi vida.
-¿Y qué balance hace de este aniversario sobre los escenarios, se sigue poniendo nervioso?
-Claro que me sigo poniendo nervioso, eso no se pierde, eso es el motor también y una señal de respeto para estar frente al público. Hago un balance maravilloso, he ido a lugares que nunca soñé con directores maravillosos, me he encontrado a personas que me han cambiado la vida, pero también he tenido momentos difíciles de los que también aprendes mucho. Me he dado cuenta que el canto me ha salvado la vida en muchos aspectos.
-¿Ha tenido algún pensamiento de dejar esta profesión?
-Sí, he tenido crisis. Creo que la persona que no tiene crisis no crece en su vida. Yo he tenido muchas porque hay momentos en los que te desengañas o las cosas no salen como tú quieres. Yo soy muy perfeccionista y he tenido que lidiar con esa perfección que en realidad no existe, y me frustraba. También he tenido problemas de salud en los que me planteaba si seguir catando, pero al final la música que es lo que llena. Era la pasión que me movía, sabía que me faltaba algo y cuando lo encontré pensé: esto es lo que he venido a hacer aquí.
-Las criticas sobre su voz coinciden. También hablan de un estilo mozartiano, ¿Qué hay de cierto en esto?
-Es curioso, críticos de diferentes partes del mundo repiten que mi voz es fresca y cristalina. Yo creo que hago un repertorio muy distinto, hago música de cámara, contemporáneo, barroco... y eso es lo bueno, porque yo al final me veo como un músico que pone mi voz al servicio de lo que me ofrecen y de lo que creo que puedo hacer bien, y en eso me muevo. El timbre ayuda siempre a acercarte más a unos compositores que a otros, pero Mozart siempre está ahí. La inspiración me vino con él, yo empecé con un disco que me regaló mi padre con Mozart y cuando lo escuche dije: ¡Esto es una maravilla y yo quiero hacer esto!. Me enamoré.
-¿Siempre fue consciente de este don y tenía claro que se dedicaría a la música?
-Me gustaba lo artístico, en mi familia no hay nadie músico ni que se acerque a la música, pero entré en un coro de niños y cuando fui al teatro y vi el despliegue que había allí pensé que aquello era mi casa [ríe]. Luego me informé de que el canto era una profesión y me tiré de lleno sin paracaídas. Más que un don, es una piedra preciosa con un cincel, porque la voz si no la trabajas diariamente, si no sacrificas tu vida hasta en lo personal, es muy difícil que siga adelante. Mantener un carrera a nivel europeo con grandes directores, grandes orquestas, si no tienes un nivel fuerte no puedes hacerlo. Yo tengo días que solo se basan en estar preparado para cantar, hago sesiones de silencio larguísimas sin hablar, incluso dieta para que no me afecte a la voz, dormir unas horas determinadas, es una vida que gira entorno a la música y al canto.
-Debutó sobre los escenarios con 18 años, ¿La juventud ha sido un hándicap en algunas ocasiones?
-Al principio sí. Además, yo siempre he tenido y tengo un aspecto bastante aniñado, también eso me hizo formar mi carácter porque soy una persona muy seria trabajando. Aprendí seriedad, disciplina, a valorarme yo primero, ir muy preparado a los sitios porque era la manera en la que me respetaban los directores. Con 20 años estuve trabajando con el director de orquesta López Cobos, yo era un niño. Lo que no he perdido nunca aunque me lo quisieran cambiar era la naturalidad especial que tengo con la gente. Soy igual de natural con un director de orquesta importantísimo que con un pastor de mi pueblo, creo que eso abre todos los lugares, ser de verdad.
-¿Tiene algún personaje soñado?
-Tenía a Nemorino y ya lo he hecho, pero no sabría decirle. Aspiro a seguir con mi carrera, vivir de la música con nuevos retos, nuevas formas de hacerlo, aprendiendo de gente distinta y seguir creciendo como persona junto a la música.
-¿A qué artista escucha frecuentemente?
-Ahora mismo escucho mucha radio y a Guitarrica de la Fuente, que me maravilla. Hace cosas nuevas y su voz tiene algo especial.
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