Plástico y Salud
Humanidades en la Medicina
Los microplásticos viajan por nuestro organismo sin poder objetivar con exactitud cuál será el alcance fisiopatológico que nos espera, convirtiéndose en un problema de salud pública
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Fue un biólogo marino de la Universidad de Plymouth, Richard Thompson, el primero que usó el término microplásticos (MPs) en 2004. Lo hizo al descubrir fragmentos microscópicos de plástico en los océanos. Pero lo que comenzó como contaminación del agua del mar, después se vio que llegaba a todos los rincones de la tierra.
Lo más relevante de todo esto es que los microplásticos están con nosotros y que viajan por nuestro organismo sin poder objetivar con exactitud cuál será el alcance fisiopatológico que nos espera. Se han convertido en un problema de salud pública que afecta a todos los continentes y reservas de agua. De hecho, un estudio afirma que, sin importar el lugar y la fecha de muestreo, si se toma una muestra, siempre se encontrará con MPs e, incluso, con pellets de plásticos.
Hasta hace poco tiempo, prestábamos atención a los envases que veíamos en los vertederos, y a la larga flotando en el agua, ya sea de los mares, océanos o ríos. Pero ahora se abre el debate sobre los microplásticos, clasificándolos según su procedencia en dos grupos: primarios y secundarios. Los primarios son fabricados para aplicaciones particulares (por ejemplo, los pellets) y para implementarse en productos de limpieza, cosméticos, pinturas, etc.; en medicina, se usan como revestimiento entérico de una cápsula que le confiere una resistencia a la digestión gástrica o la degradación del fármaco antes de llegar al intestino.
Por su parte, los secundarios se generan por la degradación/transformación de los macroplásticos, que puede darse por fotodegradación (fotolisis), es decir cuando la luz solar oxida la estructura química de los polímeros, o por fenómenos biológicos, por la acción de bacterias y hongos; existe también el proceso de degradación mecánica, como sería por el desgaste de los neumáticos. Recientemente, han aparecido los plásticos submicrónicos (SMPs < 1 μm), principalmente como resultado de procesos de meteorización como la degradación térmica, la oxidación y la abrasión.
El día 8 de diciembre 2023, el mercante Toconao perdió seis contenedores frente a la costa portuguesa. Uno de ellos contenía pequeñas bolas o pellets de plástico que llegaron y contaminaron las costas del norte y del sur de nuestro país. Estos pellets contienen como aditivo ftalatos, sustancias sintéticas para darles ciertas características de forma y textura a los plásticos, pero con el inconveniente de ser disruptores fisiológicos, afectando al equilibrio hormonal. Con la nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados (7/2022, de 8 de abril) se prometió, por orden de la Unión Europea, incluir la prohibición del bisfenol A y los ftalatos en los envases de alimentos a partir de 2023, pero solo están restringidos, y no totalmente prohibidos como deberían.
Cada año se vierte un 3% de la producción mundial de plástico, con el agravante de que llega a todos los lugares, incluso a sedimentos anteriores a la época de los plásticos, algo que contribuye a dar más solidez al concepto de Antropoceno o la era humana, como época marcada por el impacto global que la actividad humana ha incidido sobre los ecosistemas.
En la actualidad no hay un consenso para determinar el tiempo del inicio del Antropoceno, que a su vez marcaría el fin del Holoceno. Los periodos más pronunciados podríamos marcarlos en la Revolución agrícola, la Revolución industrial (1780) y la era Atómica, en la década de los años 50 del siglo XX. La opción de esta última, aunque sin consenso actual, se estableció cuando se obtuvieron muestras de sedimentos en el lago Crawford de Canadá, como representativas del inicio de la misma, al encontrar plutonio procedente de las pruebas atómicas, así como de partículas de carbón y nitratos, derivados del uso de combustibles fósiles y fertilizantes químicos. Los científicos reconocieron dicho lugar como la zona cero o la Sección Estratotipo y Punto de Límite Global.
Es probable que el pequeño tamaño de los plásticos microplásticos les permita atravesar las barreras fisiológicas y entrar en los organismos. A pesar de la creciente evidencia sobre la toxicidad potencial de las SMPs para las plantas e invertebrados y vertebrados, nuestra comprensión de la transferencia de plástico en las redes alimentarias es limitada.
Los microplásticos que están en el aire, en el agua, en los envases de comida y bebida y en los alimentos pueden entrar en los organismos marinos, pero también a través de las plantas a los animales que las comen, y así transferirlas a la cadena alimentaria. Esto nos da idea de que la presencia de partículas de plástico en el terreno podría estar vinculada con un riesgo potencial para la salud de los herbívoros y los seres humanos.
En el cerebro, las partículas de plástico podrían aumentar el riesgo de inflamación, trastornos neurológicos o incluso enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer o el párkinson. En los estudios con ratones se han encontrado cambios neurocognitivos o déficits de aprendizaje y memoria, aunque esto no es necesariamente aplicable a humanos.
En las exploraciones realizadas se han puesto de relieve que los MPs son tóxicos para el desarrollo neuronal. La inhibición de la actividad de la acetilcolinesterasa es uno de los efectos neurotóxicos más reportados después de la exposición a microplásticos. Se ha observado una correlación entre la presencia de MPs en las arterias y un mayor riesgo de infarto o de ictus. Recientemente se han descubierto depósitos de estas partículas en la médula ósea, placenta y en las membranas corioamnióticas.
Aunque no sabemos hasta qué punto afectan los MPs al organismo humano, si consideramos el fenómeno de la endocitosis biológica de los microplásticos, este proceso puede ayudarnos a eliminar materiales del medio ambiente.
La definición del daño que pueda acontecer con la exposición a nanoplásticos (MNP) sigue siendo un tema de salud pública. Para mitigar el daño potencial de los MNP en la salud humana y el medio ambiente, es necesario acotar la exposición y disminuir su uso, sobre todo sabiendo que pueden atravesar la barrera de la mucosa intestinal y la barrera hematoencefálica.
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