Pobreza enquistada: ¿Qué hacer con el Sector Sur y el Barrio del Guadalquivir?

Los dos barrios aparecen año a año a la cabeza de los más pobres de España; los vecinos esperan medidas “reales” que traigan consigo su desarrollo y los planes municipales para ello no han funcionado

Las viviendas más antiguas de Córdoba están en el Distrito Sur

Detalle de varios bloques de viviendas de una de las calles del Sector Sur. / Juan Ayala

Córdoba/La estadística Indicadores Urbanos del INE sitúa año tras año al Sector Sur y al Barrio del Guadalquivir –ambos pertenecientes al Distrito Sur– a la cabeza de los barrios más pobres de España. Y hace unos días que se conoció la última actualización de la declaración de datos del IRPF y que sitúa a ambos barrios como los dos más pobres de Córdoba capital. La renta media en la ciudad se sitúa en los 28.500 euros y en ambos barrios está por debajo de los 20.000. Concretamente, se queda en los 18.885 euros.

Esta realidad es aún más preocupante si se tiene en cuenta que desde el Ayuntamiento se han diseñado planes para el desarrollo de estos y otros barrios desfavorecidos de la ciudad –como Las Moreras y Las Palmeras– que o han acabado guardados en un cajón o no se han ejecutado como se habían diseñado. El último de ellos lo presentaron el Consistorio y la Universidad Loyola Andalucía en mayo en 2019.

¿Pero cuál es la fórmula para sacar a esos barrios del Distrito Sur de ese pozo en el que se encuentran siendo dos de las zonas más pobres de España?

La visión de los vecinos

“Nosotros pensamos que hay que analizar e interpretar con prudencia los datos actuales sobre el índice de pobreza del distrito. Se trata de una zona con un alto índice de envejecimiento, lo que lleva a una renta per cápita baja, hay una alta tasa de paro, pero no porque las personas no tengan formación, sino porque la búsqueda de empleo está muy complicada y la pérdida de habitantes jóvenes también es evidente, se marchan a zonas nuevas con equipamientos y prestaciones de otros servicios que no se encuentran en sur”, sentencia la presidenta del Consejo de Distrito Sur, Mariló Damián

Ella se muestra convencida de que esto es así porque en el distrito no intervienen adecuadamente las administraciones y porque “está totalmente abandonado por el estigma que lleva sufriendo desde hace muchos años”. Damián sentencia que no se trata de un distrito inseguro “como quieren hacer llegar al resto ciudadanía, ni un distrito donde todas las familias viven en desestructuración o solo se vive de las adicciones”. Para añadir que es cierto que, “al ser un distrito con una gran cantidad de población”, unos 37.000 vecinos, se le acusa más todo lo mencionado; cuando lo que tienen que hacer es intervenir para integrarlo en la ciudad y dignificarlo”, defiende.

Damián asegura que las fórmulas que se han adoptado por parte de las administraciones para impulsar el desarrollo en estos barrios son fórmulas fallidas, como subvenciones o ayudas puntuales sin continuidad “que no llegan al fondo del problema; y no se trabajan acciones preventivas dirigidas a la consecución de una mejora del entorno, mejorar calidad de vida y bienestar en general”. 

La presidenta del Distrito Sur defiende asimismo que a estos barrios no se les dota de equipamientos y no se le prestan los servicios adecuados, “solo asistencialistas”. Para acabar recordando que por el Distrito Sur “han pasado muchos planes y estrategias dotadas de todo tipo de fondos europeos... y al final no se ve ninguna transformación social en estos barrios, ninguna”, lamenta.

En 2018, el Consejo de Distrito redactó un plan de actuación y en 2019 convocó al alcalde, José María Bellido, “para explicarle dicho plan, ponerlo en marcha y llegar a acuerdos. A fecha de hoy continuamos esperando que se constituyan mesas de trabajo y poder dar respuesta a cada una de las necesidades objetivas que sufre la población del Sur. La falta de coordinación entre las administraciones locales e incluso entre las delegaciones municipales es algo latente y demostrable”, lamenta. “La discontinuidad y la falta de metodología desmotiva y hace que falte confianza hacia estas entidades”, sentencia.

Centro de Salud del Sector Sur. / Juan Ayala

El Plan vecinal

En ese plan, el Consejo de Distrito Sur diagnostica los problemas de esos barrios del Sur de la ciudad, entre los que destaca una tasa de desempleo del 34,5% y que además hay mucho trabajo precarios y sumergido; que existen situaciones de pobreza extrema; falta de recursos humanos y económicos en los servicios públicos, así como la escasez y mala calidad de las viviendas. También destaca que existen deterioros importantes en pavimentos y acerados de calles y plazas, déficit de zonas verdes y arbolado, aparcamientos e instalaciones deportivas, y la decadencia del comercio de proximidad. 

“Otro de los problemas es que desgraciadamente, una buena parte de la vecindad solo se preocupa de lo suyo, es escasa su implicación en los problemas de todos, e incluso, en una minoría se aprecian comportamientos incívicos”, lamenta. 

En el plan se incide en que, frente a todos los problemas, desde el Consejo de Distrito “estamos trabajando” en la coordinación y potenciación de las asociaciones y colectivos de la zona. Y se destaca el papel que juega el Centro Social Rey Heredia, “en el que se está llevando a cabo una importante acción cultural, educativa y social, con proyectos como la emisora de radio, biblioteca, clases de apoyo escolar, comedor social, escuela de verano, aula de informática y todo tipo de actividades culturales y lúdicas”.

Finalmente, el plan propone siete ejes de actuación en el Distrito Sur: un plan de rescate social; programas de empleo; planes para mitigar la brecha salarial entre mujeres y hombres; un plan de rehabilitación de viviendas; distintas obras de regeneración urbana; el fomento de actividades deportivas y la dotación de infraestructuras deportivas, y potenciar políticas de dinamización sociocultural.

La visión de la Universidad

Para luchar contra esa problemática que se vive en los barrios del Distrito Sur, “creo que una cosa que sería bastante importante es escuchar a la gente y hablar con la gente; saber qué quiere la gente, saber cuáles son sus prioridades. Mi experiencia es que en este tipo de situaciones no se hacen las cosas de forma totalmente descendente; se imponen”, sentencia María del Mar Delgado-Serrano, profesora titular del Departamento de Economía, Sociología y Política Agraria de la Universidad de Córdoba (UCO). 

Esa fue la metodología que ella y sus compañeros de equipo de investigación llevaron a cabo para diseñar un proyecto en el que se proponía una serie de acciones para el desarrollo de otro de los barrios cordobeses que, como los del Distrito Sur, está a la cabeza entre los más pobres de España: Las Palmeras. “Hemos dedicado mucho tiempo a conocer la realidad del barrio de Las Palmeras, lo que su gente opina, lo que su gente quiere, lo que su gente necesita. Suelo ocurrir que cuando la Administración diseña un plan incluye acciones impuestas y eso no es lo que nosotros hemos hecho y las medidas diseñadas de la mano de su gente, están funcionando”, añade.

Delgado-Serrano insiste asimismo en que “también es muy importante empezar a normalizar a la gente; o sea, dejar ya de excluirla y de presentarle proyectos que ellos en ningún momento han pedido o han pensado que necesitaban”. “Las personas que viven en barrios desfavorecidos tienen derecho, por ejemplo, a que se les limpien sus calles igual que al resto; creo que hay que empezar a cambiar las políticas al respecto y a empezar a trabajar con la gente en sus necesidades, que haya corresponsabilidad”, añade.

La profesora defiende que no considera que la fórmula para impulsar el desarrollo de esos barrios consista en “diseñar planes, en confeccionar documentos de esos muy bonitos, que los presentan un día en rueda de prensa y luego se les mete en el cajón”. Ella está convencida de que “hay que ir paso a paso y ver cómo acaban funcionando las medidas que se van implementando para luego implementar otras".

Solar del antiguo Polideportivo de la Juventud. / Juan Ayala

Un problema de ciudad

Mientras, David Moscoso, catedrático de Sociología de la UCO, defiende que “lo que ocurre” en el Distrito Sur es fruto de los problemas que hay de desigualdad social en toda Córdoba, “es un problema estructural de la ciudad”. Moscoso insiste en que es el resultado de un mal diseño de la política social en el conjunto de Córdoba, “y de una mala gestión de los problemas sociales en su conjunto en Córdoba capital. Es decir que lo que ocurre en el Distrito Sur no es algo que ocurre en una ciudad al margen de Córdoba, sino que es fruto de que no se integran adecuadamente los recursos públicos, los servicios públicos, y no se le da respuesta a los problemas que hay de desigualdad en la ciudad”.

El catedrático ha elaborado un estudio en el que defiende que “afrontar la desigualdad en Córdoba es un beneficio colectivo". En el mismo plantea una serie de medidas entre las que se encuentran las de “reforzar la plantilla de trabajadoras/es sociales en los servicios sociales municipales de Córdoba, para atender de una forma más adecuada los problemas y necesidades de la población vulnerable de esos barrios; realizar una potente inversión en formación para el empleo y cualificación entre población vulnerable de los barrios vulnerables, y un servicio municipal de inserción laboral, mediante un convenio marco a varias bandas (la universidad, los sindicatos, la patronal, la Junta, el Gobierno central...)”.

Además, figuran medidas como las de aumentar la creación de empleo público en el ámbito de los servicios de mantenimiento de la ciudad (limpieza, infraestructuras, equipamientos, conservación de la naturaleza...), con atención a la inserción laboral de personas en situación de vulnerabilidad de estos barrios; innovar políticas dirigidas a la promoción social de los barrios más vulnerables de la ciudad, favoreciendo el dinamismo y vertebración vecinal, lo que requiere la creación de servicios (centros cívicos, ludotecas, actividades festivas, etcétera).

Otras medidas propuestas son las de “transformar el modelo urbano de ciudad-gueto en el que se ha convertido Córdoba, diseminando la población vulnerable en los distintos barrios de la ciudad, siguiendo el modelo del norte de Europa; y aumentar el parque de vivienda pública, dirigido a población joven y a familias en situación de exclusión social".

Además de “reactivar el Observatorio de Antidesahucios de Córdoba, para atender de manera personalizada a la población con necesidades de vivienda; e impulsar, a través de la Universidad de Córdoba, la creación del Grado de Trabajo Social, para dotar de más recursos humanos profesionales para este propósito a la ciudad”.

La visión de Cáritas

Laura Cabello es voluntaria de Cáritas Interparroquial. “Con el programa de acompañamiento de Cáritas Diocesana estamos en casi todas las parroquias del Distrito Sur atendiendo a las personas que se encuentran en riesgo o en situación de exclusión y que acuden a nosotros”, insiste. Cabello relata que “no solo en el Distrito Sur, sino también en otras zonas de la ciudad” atienden a familias con dos tipos de perfiles.

“Por un lado, atendemos a familias que ya estamos acompañando desde hace tiempo, que ya estaban en situación de vulnerabilidad, con menores a cargo y que son familias monoparentales, que están en situaciones de desempleo, sin formación, sin estudios...”, detalla. “Pero lo que más nos alarma es que nos está llegando un nuevo perfil, y es el de familias que están trabajando, pero que con una sola fuente de ingresos, con los que antes podían mantenerse, y que ahora con lo que ganan no pueden cubrir ni los gastos más básicos”, añade.

Cabello destaca que la inversión económica que Cáritas lleva a cabo en zonas como las del Distrito Sur, Las Moreras y Las Palmeras es “mucho mayor” que en las del resto de barrios de la ciudad, “porque hay muchísima más necesidad”. “Además de cubrir las necesidades básicas de las personas a las que atendemos también ofrecemos, información, orientación, gestionamos algún tipo de recursos en materia de empleo, de salud y pagamos; y asimismo, el pago de suministro eléctrico, el gasto en farmacia y en vivienda”, destaca.

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