Lo popular de lo culto y lo culto de lo popular
Loco por la música
Los afortunados que disfrutan y conocen, saben que la calidad no se masifica y a veces no interesa porque no da los réditos económicos que se desean en ciertas esferas
La mejor música está hecha de amor, no de dinero” (Greg Lake: bajista británico). Esta frase coloquial hace referencia a que la música que se considera “culta”, a veces es tan conocida por sus diversos usos que se hace popular y en cambio otras composiciones de la llamada música popular con buena factura es tan poco conocida o tan poco interpretada que se le denomina música de culto.
Como he defendido en otras ocasiones, la música es parte de nuestra vida diaria. Nos alegra la vida, nos acompaña en nuestros momentos más tristes o íntimos, de reposo, está con nosotros a cada paso que damos. Sin embargo, no siempre sabemos distinguir la buena música de la que perecerá en el tiempo por su baja calidad o su obsolescencia programada.
Sobre gustos en general y musicales en particular, todo lo escrito es subjetivo, pues cada uno tiene los suyos y los defiende a ultranza, pero la sociedad debería reconocer que no todo lo que veneramos, seguimos y hasta tarareamos tiene valor mas allá del que nos atiborran las ondas radiofónicas, los anuncios publicitarios y los gestores en búsqueda de réditos económicos rápidos y fáciles, que a veces ni siquiera llegan al artista o intérprete aunque desde la barrera lo veamos así. ¿Por qué hemos de diferenciar y clasificar la música en culta o popular cuando en realidad lo que nos debe importar es si es de calidad o no?
Igual que los gustos, la calidad, al parecer, es muy subjetiva. Unos dirán que por los años que lleva determinado cantante en boga todo lo que hace es bueno “porque de otra forma no hubiese durado”. Otros lo asociarán a la nostalgia de otros tiempos o al recuerdo de algún familiar. Nada está escrito sobre gustos, pero deberíamos, en justicia, no dejarnos llevar por la impresión de que alguien hace música de calidad porque abarrota la Plaza de Toros, se embolsa casi todo el presupuesto de Cultura de una ciudad o gana determinados premios que a veces se conceden porque no hay nadie más o porque se han realizado abonos previos como publicidad, entre otras dádivas.
Los afortunados que disfrutan y conocen, saben que la calidad no se masifica y a veces no interesa porque no da los réditos económicos que se desean en ciertas esferas. Recientemente, hemos tenido el lujo, los que lo hemos sintonizado, de disfrutar nuevamente, del Concierto de Año nuevo desde el Musikvereing de Viena con la archifamosa Filarmónica de esa ciudad centroeuropea bajo la dirección del joven director letón Andris Nelsons.
¿Qué les parecería si les dijese que esas maravillosas partituras que escuchamos, y se repiten y vitorean año tras año en casi todos los conciertos de año nuevo de innumerables orquestas del mundo, y que son ahora consideradas música culta, en su momento de composición era nada más y nada menos que la música popular del momento? Para algunos será sorpresivo, para otros lógico, pero es la realidad mas palpable y vívida que sustenta al titulo de este artículo.
Lo valses y polkas de la infinita familia Strauss y otros compositores contemporáneos tan conocidos, aplaudidos y tarareados hoy, eran los sonidos que entonces escuchaba el público centroeuropeo en sus fiestas populares en los años finales del siglo XIX y principios del XX.
Hoy son considerados música culta de buena factura y casi elitista, pues solo se escuchan en conciertos realizados en teatros y auditorios y en el momento señalado del Concierto de Año nuevo. Definitivamente, lo más importante es saber valorar la música según su calidad y no su popularidad.
Ya hemos dicho otras veces que la música es hilo conductor y sostenimiento de nuestra sociedad, pero la juventud de hoy es la sociedad del mañana y si no atendemos a acercar la música de calidad a nuestros hijos, difícilmente conseguiremos que se mantenga esa popularidad de la música, pues al ser un arte efímero y etéreo, de la música solo queda lo que se aprecia y gusta en el momento. Y sobre esta ultima cuestión, me gustaría hacer pensar un poco a quien corresponda.
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