"Es un cáncer que el precio del aceite oscile como si jugásemos al Monopoly"
GEOGRAFÍA HUMANA
Felipe Silvela, uno de los principales responsables de la firma palmeña Arteoliva reconoce que la crisis también les está afectando por los retrasos en los cobros · Ve movientos alentadores en los mercados exteriores
La industria agroalimentaria Arteoliva comenzó a funcionar a finales de los años 90 y en tan sólo una década ha pasado a ser una de las empresas señeras de una provincia como la cordobesa, en la que estas iniciativas no son tan frecuentes. Felipe Silvela, consejero de la compañía, reconoce que pese a lo mucho que han avanzado –exportan a países de América, Europa y Asia– se están viendo también damnificados por los problemas de liquidez que padecen muchos de sus clientes. Aún así, sostiene que seguirán apostando por una producción de calidad y comprometida con el medio ambiente, como sus gazpachos ecológicos o su nuevo zumo de tomate natural.
–En estos tiempos resulta ineludible hablar de la crisis. ¿Cómo está pasando Arteoliva estos malos momentos económicos?
–Nosotros hemos capeado el temporal del mejor modo que hemos podido. Realmente, el año comenzó bien, pero fue a la vuelta de vacaciones, en septiembre, cuando comenzamos a notar una ralentización de los pedidos y, lo que es peor, la petición del aplazamiento del pago por parte de algunos clientes. Esa morosidad te crea graves problemas de tesorería y, a largo plazo, puede llegar a paralizarte la empresa por un problema que no es estructural, sino coyuntural. Por eso, después de un último trimestre de 2008 malo, el mes de enero lo hemos pasado con mucha preocupación, aunque hemos podido renovar nuestras pólizas de crédito, y ahora comenzamos a ver un atisbo de cierta luz. Los pedidos del exterior se animan y empieza a verse algo más de movimiento por la proximidad de la primavera.
–Habla usted de cierta mejoría en el extranjero, pero cómo está el mercado español...
–El mercado interior está ahora mismo muy complicado, pues lo dominan las marcas blancas que son propias de los distribuidores. Algunos de estos productos tienen una calidad razonable, pero en algunos casos no es así. Le cuento una anécdota: en una ocasión, hablando con un distribuidor, comencé a explicarle nuestra forma de trabajar, la forma en la que seleccionamos los tomates y el resto de materias primas, nuestros programas de calidad, la conservación sin conservantes y aspectos de ese tipo y él me interrumpió para hacerme una pregunta: “¿Alguno de sus productos puede llevarme a la gente al hospital?”. Él al hablar de calidad sólo pensaba en eso, que es lo básico. Nuestro concepto de calidad va mucho más allá.
–Ustedes exportan a numerosos países. ¿En qué zonas se observa un mayor impacto de la crisis?
–En general, hay muchísima tensión, pues hay clientes en muchas zonas que han perdido el crédito y con los que no sabes qué hacer: si venderles y jugártela, pues no sabes si cobrarás, o si quedarte quieto. Es un momento difícil especialmente en Europa del Este, donde vendemos aceitunas de mesa, aunque aún nos mantenemos como la primera o segunda marca en ventas en los países de la zona. En Japón parece que se está mejorando algo la situación y en la India, donde vendemos principalmente aceite, mantenemos un crecimiento moderado. De todos modos, las exportaciones de todo lo relacionado con el aceite viven un momento sumamente delicado no ahora, sino desde hace dos años: cuando subieron los precios del aceite en origen de forma desproporcionada hasta los cinco ó seis euros. Eso destrozó la exportación pues dinamitó la confianza de nuestros compradores extranjeros. Ahora ocurre lo contrario, que los precios están muy bajos, y en el fondo eso es tan malo como lo otro, pues provoca una falta de garantías que deteriora por completo los mercados. Yo creo que es un cáncer que el precio del aceite de toquetee y oscile como si estuviésemos jugando al Monopoly. Eso ha provocado además que las propias distribuidoras españolas hayan emprendido sus proyectos para controlar el aceite en origen, como es el caso de la iniciativa de Tierra de Carbonell o la de Mercadona en Marruecos. Lo que ha pasado en los últimos años no se puede repetir y debemos caminar hacia la estabilidad de precios. No podemos seguir destrozando la confianza de nuestros clientes, porque esa confianza tarda años en ganarse pero se pierde en un instante.
–Arteoliva mantiene su apuesta por lo ecológico, a pesar de que muchos productores afirman que no son la panacea que se pensó en un principio...
–Pues la realidad es que nosotros creemos más que nunca en ellos. Esta semana hemos presentado en la feria Biofach de Nuremberg nuestros nuevos productos, un zumo de tomate natural, no concentrado, y un gazpacho ecológico, que ya habíamos presentado antes en la Diputación de Córdoba, y me cuentan que han tenido una buena acogida entre el público y un impacto importante entre los medios de comunicación. En España los productos ecológicos están ahora mismo algo devaluados y se piensa que sólo los consume algo así como un público hippie del siglo XXI, cuando en realidad existe en el mundo una demanda creciente de productos seguros y naturales y existe al mismo tiempo una mayor preocupación por la conservación del medio natural. Nosotros lo vemos en Alemania, en Suecia, en Suiza e incluso en Estados Unidos y estamos convencidos de que los productos ecológicos tienen futuro.
–La crítica más habitual de los consumidores sobre los ecológicos viene por el precio.
–Bueno, yo creo que existe una ajustada relación entre la calidad de lo que ofertamos y el precio de venta. Y es normal que resulten algo más caros, pues el proceso de elaboración y de selección de las materias primas es más costoso. Como dicen en el País Vasco, una merluza grande y que no sea gorda no puede ser. A quienes tienen dudas les diría que prueben nuestro zumo natural de tomate ecológico: entre este productos y los zumos de tomate concentrado que se comercializan existe la misma diferencia que hay entre el zumo de naranja concentrado y el que usted hace en su casa con frutas frescas. No hay comparación.
–Hace unas semanas presentaron junto a otras compañías un nuevo proyecto que apuesta por distribuir productos ecológicos a domicilio. ¿Tan seguros están de que hay un mercado potencial por descubrir?
–Sí, nuestra participación en Yoeco es un paso más en nuestra política de poner en marcha medidas novedosas. Se trata de vender productos directamente, a domicilio, sin que tengan que pasar por intermediarios. Se establece con el cliente una cita previa y se le lleva una cesta de 11 kilos de productos ecológicos, tanto verduras como cárnicos, por un valor de 35 euros. Nuestro compromiso es que las verduras y hortalizas estarán en el domicilio del consumidor en un máximo de 72 horas desde su recolección y que en ningún momento se conservarán a temperaturas que puedan dañar sus valores. Este reparto a domicilio no resulta barato, por lo que, para que sea viable, tenemos que concentrar a nuestros consumidores por zonas. Por ahora, hemos comenzado a trabajar en algunos barrios de Madrid y Barcelona. En Arteoliva nos gusta este proyecto porque apuesta por los productos ecológicos y de temporada y sigue la línea de las recomendaciones del Ministerio de Agricultura.
–¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta el sector agroalimentario?
–Son varios, como es lógico. El primero de ellos es que las empresas tenemos que ganar en dimensión, aunque eso tiene un peligro: que en la concentración se pierda la calidad. Encontrar un término medio entre ambas posiciones es fundamental. También es necesario que consigamos canales alternativos de venta y que se apueste de verdad por los productos ecológicos, a los que hasta ahora no se les ha dado la importancia que merecen. Hay que darles una oportunidad y apostar por lo sostenible, porque nos estamos jugando el medio ambiente. Por último, considero que deben acabar los continuos enfrentamientos que existen actualmente entre los productores y los distribuidores. Debemos caminar todos de la mano y trabajar con lealtad y en beneficio de todos, algo que ahora no ocurre ya que algunos juegan con las cartas marcadas. En cuanto a la expansión en otros mercados tengo muy claro lo que nos hace falta de forma urgente: estabilidad de precios, estabilidad de precios, estabilidad de precios y estabilidad de precios. Es algo fundamental.
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