La presentadora del "telediario" de Afganistán, refugiada en España: "Mi país ha perdido prioridad en los medios"
Una vida de "gestas"
La periodista afgana Khadija Amin cuenta en Córdoba cómo ha sido su vida desde que los talibanes retomaron el control de su país en 2021
Las mejores imágenes de la exposición 'Mujeres, Afganistán', inaugurada en Córdoba
La expresentadora de la televisión nacional afgana Khadija Amin no renuncia a la más mínima oportunidad de hablar en público, ya sea en una conferencia o una entrevista, aunque cada vez que lo haga reviva el trauma que lleva dentro. "Si yo no hablo, ¿quién va a hablar? Para mí es dar voz a millones de mujeres que viven encarceladas en sus hogares en Afganistán, a niñas que no pueden estudiar y que tienen que aprender clandestinamente".
Esta política de comunicación personal, que la lleva a un ritmo de dos o tres intervenciones públicas por semana sumadas a su colaboración semanal en el 20minutos, tras haber aprendido a hablar español desde cero en apenas dos años, es como una obligación moral auto impuesta después de asistir, como refugiada, al decreciente interés de la situación de su país en los medios occidentales. "Es cierto. Ha perdido prioridad. Por eso tenemos que hablar, aunque sea duro recordar esos momentos", ha asegurado este jueves, sin sonar como un reproche, durante su intervención en el seminario de Periodismo en zonas de conflicto que celebra esta semana la Universidad de Córdoba.
La vida de Khadija Amin ya era una gesta antes de que los talibanes retomaran el control de su país el 15 de agosto de 2021, de la noche a la mañana. Fue casada forzosamente con 19 años con un hombre al que no conocía. Privada de ir a la universidad y maltratada físicamente por su marido. Hasta ahí, "es la historia de miles de mujeres en Afganistán", ha subrayado ella misma. Consiguió separarse de su marido, aunque perdiendo el derecho a la custodia de sus tres hijos, algo extraordinario en su país, "soportando insultos y amenazas de muerte". Empezó a estudiar periodismo para aprender sobre sus propios derechos como mujer y en pocos años llegó a convertirse en la presentadora de las noticias de la televisión nacional afgana. "Me gusta la radio, pero quería que se viera a una mujer presentando las noticias".
Desde sus inicios persistió en visibilizar las desigualdades de las mujeres en sus programas, recuerda: "Luché mucho, dentro de mi casa y en el trabajo, contra el machismo. Aunque tuvimos 20 años de democracia, no era fácil ser mujer en Afganistán, había algunos lugares donde no daban oportunidad de acceder a las mujeres".
Después de casi cuatro años ejerciendo "libremente" el periodismo en su país, tocó enfrentarse a los talibanes. Cuando entraron en Kabul -la capital-, "los periodistas y las mujeres eran un blanco directo", ha contextualizado la vicepresidenta de Reporteros sin Fronteras, Edith Rodríguez. "En un año se evacuaron a 202 periodistas". Una de ellas era Khadija Amin.
"El periodismo independiente está prácticamente erradicado allí: el 84% de las periodistas ya no lo son. Más del 50% de los medios de comunicación han cerrado y la situación es de hecatombe", ha apuntado la vicepresidenta de Reporteros sin Fronteras.
Huida a España
"Los talibanes tomaban cada provincia poco a poco. Los compañeros de trabajo comentábamos lo que estaba pasando, pero nadie imaginaba que tuvieran el control de Afganistán tan pronto. Fui a trabajar por la mañana y después de unas horas me dijeron que tenía que abandonar la oficina porque los talibanes estaban llegando a Kabul y que vendrían a por mí. Para mí fue un shock. Pensaba: ¿cómo se han perdido los logros de 21 años en dos o tres horas?", ha relatado. "Me obligaron a abandonar mi país o me mataban", insistió.
El 22 de agosto, siete días después, Khadija Amin aterrizó en España como refugiada. Fue recibida por la ministra de Defensa, Margarita Robles, el primer golpe de realidad al llegar a un país del que no sabía ni su bandera ni dónde estaba, sólo el Real Madrid. "Me sorprendió que fuera una mujer", revive Khadija aquel encuentro. Ahora sueña con poder volver a su país, reencontrarse con sus hijos (refugiados con su marido en Alemania), y, a largo plazo, llegar a ser presidenta del Gobierno.
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