Programa Rocinante: sembrando esperanza en el Sur del Líbano

Tribuna universitaria

Veterinarios y militares colaboran en un plan para ayudar a los ganaderos del país árabe, una iniciativa que surgió en Córdoba en 2009. Hoy atiende cada año a 1.200 vacas y 19.000 pequeños rumiantes

Una de las actividades del programa Rocinante en el Líbano
Una de las actividades del programa Rocinante en el Líbano / E. D. C.
Librado Carrasco - Catedrático de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Córdoba

06 de abril 2025 - 06:59

El conflicto entre el Líbano e Israel se remonta al año 1978, cuando Israel ocupó el territorio libanés localizado al sur del río Litani. Desde entonces, entre ambos países existe un clima permanente de tensión, en el que son frecuentes los incidentes debidos tanto al desencuentro entre ambos países, como a la presencia de la milicia armada de Hezbollah. Un desencuentro que, en ocasiones, como recientemente se ha puesto de manifiesto tras los sucesos del 7 de octubre de 2023, han conducido a la ocupación del sur del Líbano por el ejército israelí.

Ante esta situación, el Consejo de Seguridad de la ONU creó la Fuerza Interina de Naciones Unidas para el Líbano (Unifil, por sus siglas en inglés), que tiene como misión confirmar la retirada de Israel del Líbano, restaurar la paz y la seguridad, y prestar asistencia al gobierno libanés para que restablezca su autoridad en la zona. Esta fuerza internacional, conocida como los cascos azules, actualmente comandada el general español Aroldo Lázaro, opera en la franja comprendida entre la frontera, establecida por la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, entre el Líbano e Israel y el río Litani.

Participantes en el programa Rocinante en el Líbano
Participantes en el programa Rocinante en el Líbano / E. D. C.

El origen, con la Brigada Guzmán el Bueno X

El inicio de este programa surge, en 2009, durante el primer despliegue de la Brigada Guzmán el Bueno X en el Líbano, ya que, gracias a la colaboración entre la Brigada cordobesa y nuestra Universidad, tuvimos la oportunidad de conocer tanto la situación de la población, como de la agricultura y la ganadería de aquella zona de conflicto. Proponiendo que un equipo de tres profesores de la Facultad de Veterinaria nos desplazáramos al sur del Líbano para, junto con los militares que realizaban actividades de colaboración cívico militar, visitar las explotaciones ganaderas de la zona con el objetivo de evaluar la situación de la ganadería; establecer el diagnóstico de las principales enfermedades, aplicando su correspondiente tratamiento; y recomendar tanto las medidas de prevención y control de enfermedades que pudieran aplicarse como aquellas que permitieran mejorar su rentabilidad.

Una vez en la zona de operaciones, comprobamos que no existía un censo ganadero, que los ganaderos no tenían asistencia veterinaria y que el manejo y las instalaciones ganaderas presentaban numerosas deficiencias, lo que predisponía a la aparición de diferentes enfermedades. Además, nos encontramos con algunas dificultades como:

  • La desconfianza de los ganaderos, ya que eran muy reacios a modificar sus instalaciones o el manejo de los animales, por lo que tuvimos que ganarnos su confianza, demostrando que conocíamos ese tipo de ganado y los principales problemas que les afectaban, estableciendo una comunicación veterinario-ganadero adaptada al registro de aquel entorno y a las dificultades del idioma.
  • La comunicación con los ganaderos, que utilizaban nombres locales para describir las enfermedades, a lo que se unía que el intérprete, que nunca había tenido contacto con el ganado, nos hacía traducciones tan literales que, en ocasiones, era muy difícil comprender que problemas querían trasmitirnos.
  • La falta de medios y la limitada cantidad de medicamentos que habíamos podido llevar.
Una de las actividades del programa Rocinante, en el Líbano
Una de las actividades del programa Rocinante, en el Líbano / E. D. C.

Al regreso, evaluamos, junto con los militares, qué impacto había tenido la actividad, poniéndose de manifiesto que había sido muy bien valorada por la población, y que había facilitado la relación de los militares tanto con la población como con las autoridades locales. Por ese motivo, cuando se confirmó que la Brigada cordobesa volvería a formar parte de Unifil, comenzamos a prepararnos para volver allí con ellos, en 2011, fijando los siguientes objetivos:

  1. Realizar la atención veterinaria al mayor número de ganaderos de la zona. Para lo cual formaríamos dos equipos que, aunque estarían trabajando de forma independiente, para determinadas patologías (principalmente cirugías o explotaciones con un gran número de cabezas de ganado) pudieran apoyarse entre sí. Cada equipo estaría constituido, al menos, por dos profesores; un oficial, que sería el responsable de la interrelación con las autoridades locales; un intérprete, a ser posible con contacto previo con la ganadería, y los imprescindibles conductores militares. Además, y previa a la llegada de los veterinarios, los militares visitarían las distintas poblaciones para establecer un censo ganadero y localizar las explotaciones.
  2. Formar a los ganaderos sobre: la importancia de un manejo adecuado de los animales; las principales características y condiciones que deben de reunir las instalaciones ganaderas (materiales, orientación de las construcciones, ventilación, etc.), y en cómo reconocer las principales patologías que afectaban al ganado de la zona (para lo que contábamos con la experiencia del año 2009). Para ello, y junto con las conversaciones con los ganaderos, cuando se atendía a su ganado, organizamos dos charlas informativas, una en Kleyaa (población cristiana) y otra en Ain Arab (población musulmana). Además, se repartieron carteles en tela hidrófuga para su colocación en las granjas y folletos en árabe.
  3. Trasmitir el interés de España por la población de la zona y su desarrollo, como lo demostraba la implicación de los profesores y los más de 20.000 euros en medicamentos que enviamos a la zona.
  4. Estrechar y fortalecer los lazos entre la población civil del sur del Líbano y el contingente español.
Una de las actividades del programa Rocinante, en el Líbano
Una de las actividades del programa Rocinante, en el Líbano / E. D. C.

El programa Rocinante

Tras los resultados obtenidos, ese mismo año (2011), se nos pidió que volviéramos al Líbano para prestar el apoyo a la Brigada Guadarrama XII, con base en Madrid, lo que significó que comenzáramos a plantear que este programa pudiera realizarse con cualquier unidad militar y con profesores de cualquier Facultad de Veterinaria de España. Configurando, con el apoyo de la Conferencia de Decanos y Decanas de Veterinaria de España y del Ministerio de Defensa, lo que hoy conocemos como Programa Rocinante, en el que profesores de veterinaria se desplazan anualmente para formar y atender, gracias a los de 30.000 euros anuales en medicamentos conseguidos mediante donaciones de diferentes entidades y empresas, a los ganaderos del sur Líbano, incluyendo tanto las poblaciones situadas en la zona del batallón español, como las del indonesio, hindú y nepalí. Un programa con el que anualmente se atienden unas 1.200 vacas y unos 19.000 pequeños rumiantes (entre ovejas y cabras), pertenecientes a, aproximadamente, unas 250 explotaciones ganaderas de tipo familiar, repartidas entre unas 24 poblaciones de esta zona en conflicto, y en la que no existe una atención veterinaria.

Las patologías más comunes en el Líbano están relacionadas tanto con la presencia de enfermedades infecciosas y parasitarias de toda índole, algunas inevitables dado el escaso control de las autoridades sanitarias, como con la fertilidad de las reproductoras, mortalidad neonatal, afecciones de la ubre y patologías en pezuñas que, sin embargo, sí pueden ser evitadas con una formación básica en medidas de higiene y manejo.

La falta de formación y la desconfianza inicial ha sido suplida, sin embargo, por inquietud, curiosidad y afán de mejora de los ganaderos. A todos los participantes les ha sorprendido cómo escuchan, atienden, preguntan y absorben cada consejo, una humildad y ganas de superación que es una de las recompensas de las largas jornadas de trabajo. Por este motivo, junto a las actividades de atención veterinaria, también se realizan actividades de formación a los ganaderos del sur del Líbano. Unas acciones de formación que en el año 2017 se ampliaron al facilitar que los estudiantes de la Escuela Técnica del Khiam recibieran una formación práctica acompañando a los profesores de veterinaria.

Tras la valoración de esta experiencia, y el interés que despertó tanto en Naciones Unidas como en el Ministerio de Agricultura del Líbano, desde el año 2019 los veterinarios españoles están siendo acompañados tanto por un grupo de estudiantes y profesores de la Lebanese University, como de profesores de la University of Balamand, mejorando de esta forma la formación que reciben los estudiantes en su país. Una formación que se ha traducido en que ya en la zona hay dos veterinarios libaneses que han sido formados por este programa.

Varios niños observan a los participantes en el programa Rocinante, en el Líbano
Varios niños observan a los participantes en el programa Rocinante, en el Líbano / E. D. C.

69 profesores

Desde su creación, en 2009, el Programa Rocinante se ha realizado en 15 ocasiones, y en él han participado 69 profesores de diferentes Facultades de Veterinaria de España y nueve profesores y 49 estudiantes libaneses. Al atender las enfermedades presentes en el ganado bovino, ovino y caprino de estas familias, y establecer las medidas de prevención y control de diferentes enfermedades, incluidas algunas zoonosis, se han mejorado, de manera directa, las condiciones de vida de la población, en la que la agricultura y la ganadería es el principal medio de vida, facilitando, al mismo tiempo, que estas poblaciones tengan una mayor seguridad alimentaria.

Para los que hemos participado, profesionalmente, es casi retrotraernos a los inicios de nuestra profesión, donde la pericia, la capacidad de improvisación y la intuición sustituyen cualquier apoyo tecnológico, en un ambiente en el que la ganadería es fundamental para sobrevivir y donde se vive una situación de conflicto permanente, por lo que la labor realizada es para la población un halo de esperanza.

Mi implicación en este programa me ha llevado al sur del Líbano en doce ocasiones. Son muchas las historias que atesoro, pero de entre ellas me gustaría compartir algunas que dan esa dimensión humana que tiene este programa porque, como siempre digo, lo mejor que nos traemos son las sonrisas de las personas a las que ayudamos.

Anécdotas como la de un ganadero sirio que quería hacerme una foto con sus dos hijos pequeños para que recordaran quién iba cada año a cuidar el rebaño de ovejas del que todos dependían; o la de esa señora, ya muy mayor, que tras haber atendido a sus cuatro vacas, le insistía al intérprete que me tradujera sus palabras: “Siempre me da alegría que pase un coche blanco por mi puerta. Que Alá siempre te proteja”, una frase con la que quería decirnos como valoraba el trabajo de Unifil.

Pero quizás sobresale el caso de una niña de Wata el Khiam, quien, tras verme un par de años en su granja, me dijo que quería ser Hakim como yo, por lo que le propuse que, si aprendía inglés, para comunicarnos, sería mi ayudante. El siguiente año me esperaba ilusionada con sus hermanas y me saludo en inglés. Desde entonces cada año recorremos su aldea y es ella quién no solo nos va diciendo qué problemas tiene cada ganadero, sino también se preocupa de que a ninguno se le olvide pedirnos vitaminas o productos para desinfectar o desparasitar los animales. Por eso sé que será una gran Hakim.

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