¿Quiénes fueron San Acisclo y Santa Victoria, los patronos de Córdoba?

Historia

Los dos hermanos fueron martirizados por profesar la fe cristiana durante el mandato de Diocleciano como emperador de Roma

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Paso de San Acisclo y Santa Victoria. / Juan Ayala

Este viernes 17 de noviembre se celebra la fiesta de San Acisclo y Santa Victoria, patronos de Córdoba y de la Diócesis. Pero, ¿quiénes fueron ambos y por qué se celebra esta festividad?

Pues, según expone la Diócesis de Córdoba, Acisclo y Victoria fueron dos hermanos que, durante el mandato de Diocleciano como emperador de Roma (finales del siglo III hasta principio del siglo IV), fueron martirizados por profesar la fe cristiana. Realmente Diocleciano impuso una tetrarquía donde, junto a Maximiano como coemperador y a Galerio y Constancio como césares, se repartieron el Imperio a partes iguales.

Así las cosas, una de las reformas que fueron promovidas durante este periodo fueron una serie de edictos mediante los cuales los cristianos perdían sus derechos legales y les obligaban a realizar prácticas religiosas tradicionales (mantener el culto imperial, libaciones, sacrificios de animales y oraciones de carácter público, entre otros actos). Estos edictos fueron acompañados por unas persecuciones conocidas como la Era de los mártires.

Según la misma información, esta persecución también se dejó sentir en Córdoba, donde Dión ejercía de gobernador siguiendo las órdenes y leyes de Roma. Dión se centró especialmente en el cumplimiento de la realización de sacrificios a los dioses por lo que cuando llegó a sus oídos que dos hermanos, Victoria y Acisclo, mantenían su fe cristiana, los hizo llamar.

Ante la negativa a abandonar su fe y realizar estos sacrificios paganos, fueron encarcelados y posteriormente sometidos a varias torturas. Fueron azotados para que el dolor les hiciera renegar de Jesús, pero ante la negativa, los mandó quemar en un horno. Una vez dentro del fuego se escuchaban sus plegarias y rezos a Dios, enfureciendo aún más a Dión. Seguidamente ordenó que fueran atados a grandes rocas y arrojados al río, pero salieron a flote gracias a las manos de una Gloria de ángeles.

La historia cuenta que el gobernador no sabía que más hacerles para que abrazaran la fe pagana, y en su intento ordenó que fueran atados a ruedas, rociados con aceite y quemados, pero el aceite ardiendo les resbalaba de la piel quemando a todos los soldados infieles que estaban presentes, resultando ilesos ellos dos.

En último lugar y, según la misma información publicada por la Diócesis de Córdoba, Dión tomó la decisión de cortarle los pechos y la lengua a Victoria para terminar asaeteando su cuerpo. "El alma de Victoria fue recogida por una Gloria celestial, no sin antes dejar ciego a Dión con un trozo de su lengua cortada", asegura el texto.

Acisclo, por su parte, fue degollado y su cuerpo arrojado al río, pero su ama de cría, recogió ambos cuerpos y les dio digna sepultura cerca del río, lugar donde se vivieron varios milagros.

En ese lugar, según San Eulogio, se levantó una basílica donde se veneraba a estos mártires. Para que los restos no fueran profanados durante la ocupación almohade, fueron trasladados a la actual basílica de San Pedro donde cada año, el 17 de noviembre, se celebra la misa en su memoria.

Ante esta de esta misa, se celebrará una procesión de los santos que saldrá desde la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, a las 17:00 este viernes, donde se realizará una oración conjunta antes de iniciar el recorrido por las calles de la ciudad y culminará en la Basílica de San Pedro, a las 19:00.

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